Álex Cooper

Veo como desaparecen periódicos, radios, revistas, grupos, estilos… Y yo sigo aquí, haciendo mi música y consiguiendo que no suene a remake

Mientras espera el momento propicio para publicar sus nuevas canciones, Álex Díez (Cooper, Los Flechazos) recupera la actividad de Ediciones Chelsea con el lanzamiento de una primera serie de tres libros protagonizados de manera poco convencional por Fernando Pardo (Sex Museum, Los Coronas), Joaquín Felipe Spada (Cola Jet Set, Los Fresones Rebeldes) y él mismo, bajo el revelador nombre de «Mis Documentos».
 
En «Reflejos en el retrovisor» el músico recupera textos escritos para diferentes medios a lo largo de los años, en una especie de anárquica y encantadora hoja de ruta con parada en varios momentos de su carrera. Un volumen ciertamente suculento pese a su brevedad y agilidad de lectura, que puede presumir de amplio calado y recorrido tras funcionar como puerta abierta hacia la imprescindible, agitada y ya extensa trayectoria del músico leonés.
 
Aprovechamos el lanzamiento para charlar con Álex Cooper, a lo largo de una jugosísima entrevista que puedes leer de manera íntegra a continuación.
 
 
Comencemos por el principio… ¿Cómo y por qué surge la idea de lanzar esta serie de libros «Mis Documentos»?    
 
En el 2010 edité CLUB 45, y utilicé el disfraz de Ediciones Chelsea para camuflar lo que era una autoedición a voces. Durante un par de años fantaseé con la idea de consolidar la editorial y por fin di, después de sacar a la luz el DVD de Cooper, con un proyecto que me resultaba inspirador. Llevaba un par de años jugando con la idea de un libro mío que recogiera todos los textos y colaboraciones que tenía guardados en el ordenador. No tardé en darme cuenta de que lo que me habían pedido a mí seguro que también se lo habrían pedido a otros músicos. Y así surgió «Mis Documentos»
 
¿Y por qué elegiste a Fernando Pardo y Joaquín Felipe Spada para acompañar a tu propio volumen en esta iniciativa? ¿Barajaste otras posibilidades?    
 
Sí, al principio también llamé a algún músico más, pero Fernando y Felipe me ayudaban a empezar la colección con un relato generacional coherente y nivelado, a medio camino entre pop y rock. Los dos son músicos carismáticos, gente que conozco y respeto, y los dos son grandes narradores, aunque cada uno en su estilo, claro.
 
¿Habrá más títulos en el futuro? ¿Tienes a algún otro protagonista ya en mente?    
 
Sí, claro. Para la segunda tanda, que tiene prevista su salida a finales de año, voy a contar con una tripleta de lujo: Xoel López, Sergio Vinadé y Fran Nixon. Y también he empezado a articular la tercera tanda, ya para el año que viene.
 
¿Qué criterio has seguido o cómo has seleccionado los documentos que finalmente has incluido en «Reflejos en el retrovisor»?    
 
He seguido el criterio del «sin criterio». He buscado todo lo que tenía y lo he juntado en un fin de semana. Luego lo he ordenado y, al ver que necesitaba alguna cosa más, he vuelto a buscar. No he escrito nada nuevo, ni siquiera una introducción, he sido de los tres el que se ha mantenido más cercano al guión de este ejercicio de «literatura circunstancial». Todo lo que tenía en el PC es producto de los últimos diez años, así que hay textos que hablan de Los Flechazos y Ópera Prima, pero sobre todo son documentos que tratan de Cooper. Y de la música que me gusta, más que nada porque es lo que me han pedido que escriba desde los medios.
 
Cuentas en el libro que durante un FIB rechazaste la posibilidad de entrevistar a Paul Weller… ¿De verdad? ¿¿En serio?? ¿Por qué?    
 
Sí, la gente de Elefant me dijo que se habían puesto en contacto con ellos para ver si podía entrevistarle yo… a algún medio le pareció buena idea. A mí no: no me gusta especialmente conocer a mis ídolos, soy muy tímido. Y, sobre todo, no soy periodista y me parecía una falta de rigor y de respeto que entre tanta gente preparada me eligieran a mí para hacer eso. Que me daba pereza, vaya…
 
En el libro también rememoras las razones por las que en su momento decidiste no publicar más discos completos, apostando únicamente por el formato single. Pero el pasado año regresaste al modo álbum con «Mi Universo» ¿Por qué cambiaste de opinión? Y, en el futuro… ¿En qué formato debemos esperar las nuevas canciones de Cooper?      
 
Bueno, creo que está claro que MI UNIVERSO no fue solamente un álbum, fue mucho más: gira virtual, vídeos de todos los temas, el documental, el DVD… Si revisas las razones para no grabar un álbum verás que en todo el proyecto de Mi Universo hay una clara intención de romper esas barreras: que cada canción tenga su momento de gloria, que el disco siga siendo novedad durante más de un año, mimar los detalles. No fue sólo un álbum, fue mucho más. ¿El futuro? Estoy casi seguro de que volveré al single o a formatos menos estándar. A no ser que me dé de bruces con una idea que tenga la coherencia necesaria para volver a pegarme el curro de tres años que necesité para sacar adelante todo el proyecto de Mi Universo.
 
Y hablando del tema… ¿Para cuándo nuevo material de Cooper?     
 
Ahora estoy vacío, seco. Tengo canciones nuevas pero no sé qué hacer con ellas. Ya veremos, ahora mismo estoy más metido en lo de los libros.
 
Regresando a «Reflejos en el retrovisor», el libro también funciona como interesante guía a la hora de descubrir o recordar buena música… ¿Era una intención premeditada e ineludible?      
 
No, en absoluto. Y me preocupó bastante cuando vi que mis compañeros de edición se dedicaban a montar una especie de «memorias» del underground, porque mi libro iba por otro lado. Mi intención era, por una parte, mostrar que había cosas realmente bien escritas, escritas con mimo y atención, cuando contestaba entrevistas, colaboraba con revistas o incluso me metía en un foro de internet. Yo hago todo en la vida desde una perspectiva artística, no me tomo nada como un «trámite». Quería que el libro reflejara eso. Y, por otra parte, creo que en más de diez ocasiones en este libro parece que estoy hablando de música y en realidad estoy hablando de mí, de mi padre, de mi primer viaje a Inglaterra, de mi adolescencia en el instituto o de mis amigos. Y me interesaba mucho conseguir un pseudorelato (pues esto no es literatura, es anti-literatura) que funcionara en dos planos: para el tío que casi no lee y para el que sabe leer entre líneas. Para los dos. Además quería seguir fresco para redactar las contraportadas de los tres libros y las notas de promo, que me gustan casi más que el libro mío en sí mismo. Será porque a todos nos gusta más la última canción que hemos compuesto…
 

 
En cualquier caso, en el libro se citan un montón de nombres, ídolos, lugares, influencias y recomendaciones. Rizando el rizo y si te pidiese un único nombre, sólo un artista o un concepto necesario para entender la obra de Alex Cooper… ¿Cuál sería tu respuesta?      
 
Algo entre mod, pop y powerpop. Una vez me llamaron el «eterno pop boy» y me gustó. También me gusta «Teenage Symphonies to God», un gran título sacado de las citas de un gran compositor. Si no sabéis de dónde viene… ¡a leerse el «Reflejos en el retrovisor», chicos!
 
Después de leer el libro no voy a ser el único que no te pida alguna recomendación… ¿Qué es lo que más te ha gustado en los últimos meses? ¿Algún descubrimiento especialmente destacable?      
 
Tuve una época en la que me negaba a contestar a esta pregunta, precisamente cuando me di cuenta de que siempre me estaban pidiendo listas de canciones, discos, grupos… No vivo conectado al mundo real las 24 horas. Con la música me pasa un poco lo mismo, tengo épocas en las que escucho la radio cada hora y otras en las que me encierro en mi cuarto con mis discos de soul. ¿No te das cuenta? (Risas), es inevitable, siempre pedís más, tanta recomendación glosada en el libro y no es suficiente… (Risas). Me gustaría tener el morro de decirte la última recopilación de Rumbas Guarras y un viejo cassette de Arévalo, pero te acabaré diciendo The Moons, Attic Lights y Pigeon Detectives…
 
Abusando un poco más también me gustaría que compartieses algunos de tus rincones favoritos de Londres, así como tus tiendas de discos predilectas en la ciudad…    
 
Desde la grabación del último disco no he vuelto a Londres, que además es una ciudad que cambia cada mes, es muy dinámica. Pero me gusta especialmente la zona de Covent Garden, una tienda de ropa vintage cerca del London Eye que se llama What the Butler Wore, Minus Zero para discos en Portobello, y no faltar a Camden los domingos. Antes estaba enamorado del mercado de Greenwich, pero ya no está tan bien. Si hay algún fan de Cooper por Londres, que se acerque a los estudios Konk y verá por el barrio las casas de Cortometraje, el campo de cricket de Arizona, el cementerio de Alicia… muchas de las localizaciones de los vídeos son de la misma zona. Es que Londres es como un plató inmenso, tiene cierta magia, sí.
 
Parece que en los últimos años está en auge el hecho de que músicos recuperen sus memorias desde uno u otro enfoque: Kristin Hersh (Throwing Muses), Dean Weareham (Galaxie 500, Luna), Mark Oliver Everett (Eels)… ¿Qué puede motivar este creciente interés del público por conocer la vida de los artistas o de los músicos por contarla? ¿Has leído los libros de esos autores?     
 
He leído el de Eels, que me lo regaló Nacho, el batería. Me gustó, pero también me decepcionó un montón. De un tipo tan creativo y tan loco me esperaba un relato más desquiciado, más transgresor. Me parece un libro interesante, que lo ha escrito él pero lo podía haber escrito Sergio Dalma. Me parece que hay mucha gente que se siente underground pero que cuando se cuelgan el «disfraz» de escritor, arriesgan muy muy poquito. Casi diría que hay mucha redacción de BUP, será que no es el instrumento que mejor manejan y deciden caminar sobre seguro. Desde el principio intenté no caer en eso con la colección. Lo nuestro es una mirada algo más desmitificadora, pero creo que bien interesante.
 
Eres un fanático del clasicismo en la música, del coleccionismo, del formato físico… En la época de Internet, del mp3 y del consumo rápido… ¿Son tiempos duros para el romanticismo musical? ¿No da un poco de pena que se vayan perdiendo ciertas costumbres?      
 
A mí no me da pena nada porque yo sé aceptar la realidad y ya veo que lo que a mí me gusta no le gusta a mucha más gente. Pero estamos aquí para documentar, para testimoniar, para conseguir que lo nuestro perdure, nos sobreviva. Y estoy muy contento de ver que algunos músicos con los que estamos trabajando se toman ahora cada entrevista, cada colaboración, como una oportunidad, en lugar de como una obligación. Somos La Resistencia Sonora, somos la segunda oportunidad de esta sociedad que ha dado la espalda a sus creadores. Algún día os daréis cuenta, los medios también, de que nos tenéis que mimar.
 
Como músico has vivido varias décadas en el negocio de la música, viendo la industria desde dentro… ¿Cómo ha cambiado la escena a lo largo de los años? ¿Cómo crees que ha evolucionado o involucionado tanto escena como la industria musical en España?
 
Yo soy un posibilista, me adapto a cada situación para sacar el mayor rendimiento (entendiendo rendimiento como felicidad, no como pasta) a cada vuelta de tuerca de la industria. Y trabajo un montón. Y veo como desaparecen periódicos, radios, revistas, grupos, estilos… Y yo sigo aquí, haciendo mi música y consiguiendo que mi música no suene a remake. Y no vuelvo a juntar a Los Flechazos porque tengo otras cosas que hacer y no estoy por el cash. Estoy por la honradez de los artistas aunque tengan que tocar en la calle… que por cierto, también mola un montón.
 
¿Cómo es ser mod en España? ¿Qué significa ser mod en un país como el nuestro?        
 
Hoy te estás cebando conmigo con estas preguntas sobre el «panorama», la era digital, ser mod, mis descubrimientos musicales y los proyectos próximos de Cooper, ¿eh? (Risas). Es broma, no me importa, a ver… ser mod en el siglo XXI en España… En España hay una gran cultura mod y tenemos una escena que ha sido siempre la envidia de otros países, con grupos, eventos y publicaciones de muy alto nivel y con mucha gente dedicada al culto mod, con estupendos rallyes de scooters y clubs de música mensuales en muchas ciudades. Ahora el asunto no es igual que cuando hacíamos los primeros Purple Weekend y funcionaban Animal y Bip Bip Records, por ejemplo, pero yo acabo de llegar del Euroyeyé, me lo he pasado como un primate y casi todo era gente de aquí. Sigue siendo algo divertido y excitante, no sé si tiene un significado especial para los demás… sí que lo tiene para mí. A way of life.
 
La última vez que vi a Cooper en directo (Abril de 2012 en Zaragoza) me sorprendió mucho la impresionante mezcla de energía, precisión y compenetración mostrada por toda la banda sobre el escenario, quizás mayor que nunca (adjunto la reseña que firmé para Mondo Sonoro en su momento): http://www.mondosonoro.com/Critica-Conciertos/Zaragoza/Sala-Lopez/Cooper-inagotable-Alex/COOPER/7262.aspx ¿Dirías que ahora los conciertos de Cooper son mejores que nunca? ¿Cómo ha cambiado Álex Díez en el escenario desde, por ejemplo, la época de Los Flechazos?    
 
Me acuerdo de esa crítica y estabas preocupado en encontrar una razón para explicar por qué no venía más gente a nuestros conciertos. Ves, a mí no me preocupa encontrar esa razón, que por otra parte tampoco encuentro. El grupo está en el mejor momento sin duda alguna. La gente que me acompaña toca muy bien y son mis amigos, son gente que quiero y que me ayuda a ser lo que quiero ser. Y sí que he cambiado un montón en el escenario; no creo que sea de Los Flechazos a Cooper. Creo que tiene más que ver con los primeros acústicos que hicimos hace seis o siete años: me vi obligado a hablar mucho, a presentar, a contar anécdotas ante gente en butacas y conseguí inventarme una especie de personaje que soy yo pero no soy yo, no sé si me explico. Y ahora soy de otra manera en el escenario, y creo que transmite más. A mí me hubiera gustado poder seguir mirándome a los pies hasta la muerte, pero se ve que la gente quiere otra cosa y yo también sé dárselo…
 
 
 
 

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