Alice In Chains – The Devil Put Dinosaurs Here (Capitol)

La primera vez que leí que el título del nuevo disco de Alice In Chains iba a ser The Devil Put Dinosaurs Here me temí lo peor. Pensé que se iban a descolgar con el típico disco de grupo rockero de mediana edad, trufado de medios tiempos insulsos y derivativos, o peor aún, de enérgicas canciones tipo «¡hey tios, todavía podemos rockanrolear!». Por desgracia, tenemos numerosísimos ejemplos de lo relatado.

Sin embargo, me pudieron los prejuicios…pues sin lugar a dudas estamos ante un trabajo en el que el cuarteto de Seattle entran en la tan temida mediana edad con una vitalidad y sapiencia que ya quisieran muchos otros. No van a regalarnos otro Dirt (1992) ni otro Jar of Flies (1994) (para eso deberían resucitar a Staley) ni falta que hace, pues con Black Gives Way To Blue (2009) demostraron que volvían para quedarse y que sin perder su esencia, no iban a machacarnos con un ejercicio de barata imitación.

Ahora, 4 años más tarde, vuelven con The Devil Put Dinosaurs Here (2013), un álbum que sigue la línea del anterior, un estilo reconocible y en el que se sienten cómodos. Siguen los temas opresivos, de riffs sinuosos, solos made in Cantrell, pesados y contundentes, junto a las baladas melancólicas mitad eléctricas, mitad acústicas que tan bellos y amargos momentos nos regalaron en sus EP’s.

Los tres primeros cortes son puramente Alice In Chains. «Hollow», «Pretty Done» y «Stone» son exactamente lo que podrías esperar de ellos. Claustrofóbicos, paranoicos, sucios y las harmonías vocales de  Jerry Cantrell y William DuVall, pero con esa extraña facilidad que tienen para deslizar una melodía que lucha por emerger a la superficie entre tanto fango.

Una vez resuelto el objetivo de ponernos en situación, el disco empieza a sonar más variado, la balada de turno («Voices»), el acertado experimento de grunge progresivo de «The Devil Put Dinosaurs Here» y algunos momentos que rozan peligrosamente el post grunge más banal y a los que estiran demasiado su minutaje sin aportar demasiado.

Pero cuando el barco parece embarrancar, aparecen dos temas que lo empujan a la orilla. «Scalpel», con Cantrell llevando la voz cantante en una canción cuyo riff recuerda a «Nutshell» de «Jar of Flies» y al final, la preciosa «Choke» y su guitarra en wah wah tan marca de la casa.

Exorcizado definitivamente el fantasma de Layne Staley, Alice In Chains vuelve a demostrar que es una banda que todavía tiene mucho que decir en el panorama musical actual.

 

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