B.R.M.C. – La Riviera (Madrid)

Una tubería rota y la consiguiente riada en las inmediaciones de la Riviera agolpó a una muchedumbre en la puerta y casi nos arruina el comienzo del concierto que Black Rebel Motorcycle Club ofreció en Madrid.

Y hubiera sido una lástima, porque ya desde su primer disco, los californianos saben que no hay nada como empezar fuerte un concierto o un álbum. Ya hace casi una década asombraron a medio mundo con el terceto que abría BRMC y consiguieron un status que tiempo después parecían haber perdido. Pero ayer demostraron con creces que la forma y parte de esa inspiración está de vuelta.

La potencia sin respiro de “War machine”, “Mama taught me better” y “Red eyes and tears” abría una noche llena de referencias musicales y electricidad nerviosa. El pulso que parecen haber recuperado en Beat the devil´s tattoo se demostró cuando interpretaron temas de su nueva entrega, nueve en total, convirtiéndose en la base del concierto. Sonaron conjuntados en su mayoría y ellos saben que hace tiempo que uno de sus albumes no tenía la acogida que ha tenido este último.

No faltaron en la primera parte el single que da nombre al disco con un inspirado Robert Levon y una de las joyas de su última entrega, “Bad blood” que si bien pareció sonar menos oscura en directo, no bajó el listón.

Las comparaciones con The Jesus & Mary Chain son obvias, pero la actitud en el escenario de los hermanos Reid difiere mucho y esas similitudes resultan cada vez menos evidentes. Con el tiempo se asemejan quizá más a unos Love & Rockets sin los toques ochenteros que caracterizaban al grupo de Daniel Ash.

“Aya” (en la que la voz de Peter Hayes parece clonada a la de Douglas McCarthy de Nitzer Ebb) y la antigua pero bien conservada “Whatever happened to my rock´n´roll” pusieron el punto álgido de la primera parte, que se vio súbitamente interrumpida por un descanso en el que un par de canciones larguísimas y acústicas bajaron demasiado las revoluciones.

La segunda parte fue salpicada por sus temas más eléctricos (“Six barrel shotgun”, “Conscience Killer”), la inmensa, psicodélica y siniestrísima “Half State” y la rockera “Spread of Love”, pero pareció no llegar a la intensidad de la primera hora de su directo.

Si creíamos que BRMC era una de esas bandas que había dejado lo mejor de su repertorio atrás y que sus conciertos iban a ser una recopilación de temas de cuando Nick Jago era batería, nos dejaron dos cosas claras: que Leah Shapiro encaja perfectamente ya en los directos y que podemos renovar la confianza en ellos. Y esto, actualmente, en relación a  los grupos que surgieron con el fenómeno revival o aludiendo a Kiarostami, como copia certificada, es toda una alegría. Hay cuero y luz negra para unos años más.

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