Balago – El segon pis (Foehn Records)

Ahora que parece que la nube de humo de aquello que un dia empezo a llamarse post-rock empieza a disiparse a nivel internacional -seguro que ni en su día fue tanto, ni ahora es tan poco, pero bueno, dejemos que eso lo midan con el termómetro de las tendencias los encargados de crear y matar modas-, toca mirarse un poco el ombligo y ver qué ha sucedido y sucede aquí, en España. Lo que hemos visto desde hace un par de años es que casi todos los grupos tratan de huir de tan machacada etiqueta como si fuera la peste, así, los más veteranos (Manta Ray) cogían en su último disco el toro por los cuernos y buscaban su camino por la senda de los guitarrazos hardcore, y otros que habían levantado grandes expectativas (Schwarz) sorprendían a todos mostrando en su última entrega su vertiente más pop bañada de krautrock por los cuatro costados. Con esto, entran en escena 12Twelve, que como hemos podido comprobar recientemente, abrazan el free jazz y otro tipo de experimentos sonoros sin buscar tanto el desarrollo interminable, Balago, en los que luego profundizaremos y Henry, definitivamente entregados a la electrónica ruidista. Mientras que Camping y Miztura parece que se quedan ahora mismo como máximos exponentes del crescendo sostenido y de las murallas infranqueables que un día todos admirábamos.

En esta especie de mapa esquemático, Balago se situaron con la publicación de su primer trabajo, Erm (Foehn, 01) en el extremo más experimental, secuenciadores y piruetas electrónicas entre largos y cuidados desarrollos que nunca llegaban a explotar y que los emparentaban directamente como bandas como Labradford. Ante lo que podríamos llamar espantada postrockista, esperábamos con espectación la nueva entrega de Balago, para comprobar el camino elegido por los de La Garriga en su segunda asalto, también para Foehn, El Segon Pis.

El resultado, podríamos decir que es circular, y cuanto menos, desconcertante. Circular porque El Segon Pis se abre y se cierra con claros guiños a Erm (Foehn, 01), es decir, guitarras tímidas bañadas de imaginería electrónica largamente estiradas («73_80») o apenas esbozadas («Velbert»). Y desconcertante porque el resto del álbum se debate entre brillantes ideas y experiencias contemporaneas de rock vanguardista y pesados desarrollodos milimetrados que avanzan inamovibles e inmutables.

Tras «73_80», «D’ahir» comienza con la tensión que crea el bajo, pero poco a poco se diluye en efectos electrónicos vacíos, para recuperar fuerza al final con muestras de teclados replicantes que luchan por hacerse un hueco entre el ruido de fondo. «A l’interior» mantiene la interesante linea de investigación y desarrollos, pero en el momento que las maquinitas se apagan y queda en el ambiente el sonido flotante y ondulante, Balago pierden el interés. En definitiva, que la mitad de «A l’interior» sobra. Algo parecido sucede con «El retard», el piano plomizo y agónico se hunde en la retina emocional (¿Matt Elliott?) logrando los mejores momentos del disco, pero ¿para que alargar cinco minutos lo que se puede decir -y de hecho se dice tan brillantemente- en dos?. Otro momento álgido llega con «14 març», de nuevo un bajo retumbante que se eleva magnífico entre el puzzle sonoro que crean los secuenciadores y el sampler. Piruetas electrónicas e imaginación en apenas dos minutos.

Finalemente, El Segon Pis se cierra con «Velbert», un nuevo esbozo que vuelve a traer a la memoria a Erm (Foehn, 01) y que parece confirmar que las ideas -buenas- y la intuición están ahí, y que tal vez haya que depurar la manera de tratarlas. ¿Qué nos deparará el futuro?, y bueno, ya que estamos, ¿qué les deparará a Balago?. La respuesta está en la tercera planta.

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