Bilbao BBK Live 2014 – Kobatamendi (Bilbao)


Conseguir vender todas las entradas para un evento consolidado como el BBK Live, no es solo una buena noticia para el contable, si no que supone un espaldarazo de primera para toda su apuesta artística y organizativa. Obviando por circense el Arenal Sound, el festival bilbaíno es ya sin duda el segundo más importante de España, solo superado por un gigante, el Primavera Sound. La clave del imparable éxito del BBK Live ha sido precisamente saber evolucionar  desde una cita con dos o tres grandes nombres (Police, Metallica, Pearl Jam, REM) y mucho relleno, que atraía sobre todo al público local con entrada de día, a un verdadero festival con un cartel accesible y ecléctico, pero serio y cohesionado.  Así, con precios muy parecidos al FIB de Benicàssim y muy alejados de otros festivales mediterráneos bastante más baratos, el BBK Live ha sido capaz de atraer durante cada día del fin de semana a 40.000 espectadores, mayoritariamente jóvenes y españoles, una auténtica bicoca para los patrocinadores y la mejor noticia posible para el futuro del festival.
Y ya que hablamos de futuro y teniendo en cuenta que el año que viene del 9 al 11 de julio se celebra el décimo aniversario del festival (ya hay entradas a la venta), convendría afinar la producción en algunos aspectos. Ha sido un acierto potenciar la programación de la tradicional carpa patrocinada, pero se ha echado en falta aquel tercer escenario descubierto (Live!) que pudimos disfrutar en las dos últimas ediciones. Sobre todo porque para 40.000 personas el espacio del Heineken 2 se convierte en un pasillo mortal, por lo que la gente termina subiéndose al techo de los baños. En cuanto al resto de aspectos logísticos, las barras y los puestos de comida han funcionado a la perfección, los transportes todo lo bien que se puede esperar cuando se trata de subir una muchedumbre a un monte, y donde se puede y se debe mejorar es el número de baños. A este tema hay que darle solución, porque cada esquina oscura o iluminada del festival ha sido durante el fin de semana un improvisado poly klyn femenino.

Musicalmente el festival también ha sido un éxito, como vamos a poder ver a continuación. Franz Ferninand, Phoenix, Belako, El Columpio Asesino y Hercules & Love Affair han cumplido con nota, Jack Johnson, The Lumineers han roto más de un corazón, y Conor Oberst, Foster The People, Band of Horses, MGMT y Black Keys han ofrecido actuaciones difíciles de olvidar.
JUEVES
Vetusta Morla
¿Qué decir de los madrileños que volvían con nuevo disco (La Deriva, 2014), a un festival que ya ha podido disfrutar cuatro veces de la rabiosa gestualidad de Pucho? Pues que, a pesar de que sonaron los medios tiempos de La Deriva, que son francamente flojos, las canciones de siempre, junto a novedades con «Golpe Maestro», levantaron un directo que sigue confundiendo épica y pedantería. El panegírico final de Pucho sobre el concepto de deriva, sencillamente impagable. Dijo tal cantidad de sin sentidos, que pudo estar hablando de la crisis o del sexo de las hormigas.
 
Hercules & Love Affair
La desintoxicación más rápida de los tremendistas de Tres Cantos, el colorido y la desinhibición de Hercules & Love Affair. Andy Butler y sus chicos -mención especial para Rouge Mary-, derrocharon house clásico, disco y pop para poner a bailar la carpa Sony sobre todo gracias a las nuevas canciones The Feast Of The Broken Heart (2014).


Franz Ferdinand
Más o menos a la mitad del concierto de Franz Ferdinand se puso a llover, pero a nadie se le ocurrió moverse ni un centímetro por mucha agua que pudiera caer. Y eso que aquello no terminó nunca de explotar y tuvo bastantes problemas de sonido, pero Kapranos y los suyos supieron seleccionar lo más vistoso de toda su discografía, y administrarlo durante toda la actuación, de tal manera que era difícil prescindir de unas guitarras que, después de 10 años sonando, siguen siendo únicas. «No you girls» y «Do you want to» fueron las primeras balas, «Darts of Pleasure», las de la parte central, y «This Fire» la culminación de un bis algo apagado.


Phoenix
El último disco de Phoenix, Bankrupt! (2013), está más cerca de los MGMT más extravagantes, que de aquel fácilmente digerible Wolfgang Amadeus Phoenix (2009). En directo, los franceses parecen preferir los resultados, así que combinan sus novedades menos ásperas, con lo mejor de un pasado dotado de fondo de armario suficiente para montar una buena fiesta. Sobre todo si además sobre el escenario recurren lo imprescindible a los pregrabados, y dan protagonismo a las personas y las guitarras. «Entertainment», «Lisztomania» y «1901», fueron las principales protagonistas de que el escenario Heineken se convirtiera en una discoteca en toda regla.


Crystal Fighters
Para el cierre, al menos el nuestro, los británicos más vasco/navarros, Crystal Fighters, que ofrecieron su tradicional descarga de electrónica teñida de folk. Metáfora perfecta del sonido del grupo era su vocalista, Sebastian Pringle, vestido como para ir a unos sanfermines en Machu Picchu. Ritmo desbordado y público entregado gracias sobre todo a su último trabajo Cave Rave (2013), pero, dada la tendencia al misticismo del grupo, un resultado algo frío para estar tocando en una de sus añoradas montañas vascas. No tuvieron ni la delicadeza de tocar la txalaparta como se debe, con los palos que sirven de baquetas en vertical y no como si fuera una batería.

VIERNES
Conor Oberst
Conor Oberst que llenó la carpa de melodías de corte clásico magníficamente ejecutadas. Tocó sobre todo su nuevo disco, Upside Down Montain (2014), dejando suficiente espacio para contentar con tres o cuatro canciones a cualquier fan de Bright Eyes.


Bastille
Bastille, enésimos niños mimados del NME fueron una pequeña decepción. Especie de Killers de última época hiphoperos, enterraron en pausas sus resultonas canciones. Lo más decente fue el final, su clásico mash up entre «Rhythm is a Dancer» de Snap! y a «The Ryhthm of the Night» de Corona, para rematar con su tema más conocido «Of the Night».


Jack Johnson
Mientras Izal llenaban inexplicablemente la carpa Sony, Jack Johnson ofrecía una actuación sencillamente impecable. Y eso que cuesta seguirla, porque entre suspiros de fans femeninas y bragas volando, cualquiera se distrae. Pero el hawaiano me imagino que estará acostumbrado, así que, como si no fuera con él la cosa, mezcló las mejores canciones de su discografía para cerrar ante un público rendido con «Better Together».


Foster the People
Recuerdo haber visto a Foster the People presentar en un Dcode importantes buenas maneras después de su primer disco. Aun así, me sorprendió muchísimo la dimensión que ha adquirido el grupo con tal solo otro álbum más. Jaleados por miles de fans, imponentes sobre el escenario (unas veces con tres teclados y otras con tres guitarras), y sobre todo, cada vez con más canciones que funcionan como un tiro. Abrieron sin contemplaciones con lo más movido del Supermodel (2014), mantuvieron el ritmo todo el concierto  y remataron uno de los mejores conciertos del festival con «Pumped up Kicks».
 
The Prodigy
¿A quién se le ha ocurrido colocar a The Prodigy como cabezas de un festival no electrónico? A más de uno, no se crean que es asunto exclusivo del BBK Live. Habíamos quedado que había que programarlos después del grupo principal como remate de la noche antes de los Djs, porque realmente, no hay mucha diferencia. Comenzaron mal pinchando a todo trapo antes de tocar algo parecidísimo a su música pero sin letra. Así que cuando salieron, medio escenario estaba ya bailando pero a su bola. Abrieron con «Breathe» y en seguido soltaron «Firestarter», por lo que consiguieron retener la atención del público un rato, pero a partir de aquí, se podían haber ido y haber dejado la música puesta.
Salvo porque había dos señores de cierta edad y portentoso físico dando saltos por el escenario, aquello parecía uno de esos conciertos de Chemical Brothers en los que no se sabía si tocaban, pinchaban o habían puesto un pendrive. Cuando consideraron que habían hecho ejercicio suficiente, Prodigy apagaron las luces y ante la indiferencia general, se marcharon a la cama, acompañados por casi todos sus compatriotas.


Palma Violets
La mayor parte de los españoles prefirieron aguantar para ver a unos desatados El Columpio Asesino, y nosotros terminamos la noche con Palma Violets, cuatro londinenses que, salvo las referencias góticas, crecieron escuchando los mismos discos que The Horrors. Garage de digestión tan amable como urgente, son uno de los grupos ingleses de guitarras con más futuro de la actualidad, a pesar de haber sido también bendecidos por el NME.
 
Sábado
M A J E S T A D
Abrimos la última jornada con M A J E S T A D, quienes cuando llegamos estaban tocando la parte instrumental de su primer EP, que podría funcionar de miedo como banda sonora, pero que en un festival es más difícil de digerir. Para el final de la actuación reservaron, «Sendero Luminoso» y «Madrid» y el asunto, a pesar de que Pepo Márquez rompió una cuerda que cambió en directo, mejoró bastante.


Belako
Belako no llenaron la carpa Sony al mismo nivel que Izal o El Columpio Asesino (por cierto cuidado con programar en cubierto en horario diurno, porque el sábado por fin hizo sol y calor y aquello parecía un horno de vapor), pero congregaron a un buen número de espectadores que pudieron certificar la cada vez más patente evolución del combo de Munguía. Rudista contundencia post punk mezclada con frescura y radiante juventud, que debe traspasar ya las fronteras de Euskadi.


Band of Horses
Como Band of Horses tocaban el mismo día que The Black Keys, quizás no llamara mucho la atención su nombre en el cartel, pero eran una de las mejores propuestas del festival. No defraudaron un ápice. Encabezados por un animadísimo Ben Bridwell, combinaron canciones de sus tres últimos discos por igual, predominando al comienzo las más poperas y accesibles,  para luego ir oscilando sin prisa hacia pasajes de puro folk. Supieron crear y mantener la atmósfera más emotiva del festival.


The Lumineers
The Lumineers llegaban a Bilbao con la carta de presentación de la notable repercusión que ha tenido su único disco homónimo, y en especial la canción «Hoy Hey». Abanderados del country más delicado, ofrecieron una actuación cuidada y llena de detalles, pero que a partir de la tercera o cuarta canción aquello se convirtió en un tostón inaguantable con olor a establo de Colorado. Da igual que Wesley Schultz se baje al público a tocar las dos canciones del disco (aparecen en la versión extendida) con nombre de mujer («Darlene» y «Elouise»), por mí como si se desnuda y provoca tres mil desmayos entre sus fans, porque si encadena ocho medios tiempos casi todos acústicos, mejor la próxima vez les preparamos un teatro.


The Black Keys
Antes de empezar a narrar lo que fue el conciert de The Black Keys, tengo que decir les ví desde la zona central de escenario y por delante de la torre de mezclas, lo que me permitió tener un sonido alto y nítido y meterme en el concierto desde el inicio. Lo digo porque he leído quejas y quizás sea cierto que faltó algo de volumen en la parte más alejada del escenario.

A pesar de este contratiempo, y de que podían haber evitado tanta pausa entre canción y canción, los de Nashville ofrecieron un show irresistible. Su mezcla de rock, garaje y blues funciona como una apisonadora en cualquier festival, a través de canciones incontestables como «Dead and Gone», «Gold on the Ceiling» o «Bullet in the Brain». Porque Dan Auerbach y Patrick Carney no especulan, conocen bien la potencia de sus dos penúltimos discos –Brothers (2010) y El Camino (2011)-, así que los explotan sin reparo, al mismo nivel que su recientísimo Turn Blue (2014).
El final fue simplemente apoteósico. Tras bailar «Fever», cuarenta mil personas  explotaron con «Lonely Boy», se tomaron una pausa con «Little black submarines» y se dejaron las últimas fuerzas en «I got mine».
 
MGMT
Tras Black Keys fue el turno de MGMT, un grupo que, a priori,  puede dar bastante miedo en un festival, ya que sus dos últimos discos están llenos de pasajes predominantemente oníricos con los que pueden enterrar a cualquier despistado. Sin embargo Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser parecen haber encontrado el tempo adecuado para sus actuaciones, porque, sin renunciar a sus interesantes acercamientos a The Flaming Lips (llegaron a tocar los 12 minutos de «Siberian Breaks» antes de romper con «Kids»), supieron equilbrar el setlist con los pasajes más movidos de su discografía (tampoco faltó «Time to pretend»), para firmar una de las mejores actuaciones del Bilbao BBK Live 2014.

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