Björk – Medúlla (Universal)

Los caminos de Björk son inescrutables. Después de su nueva experiencia como madre la artista islandesa ha querido despojarse de instrumentos y de buena parte de tecnologías y artificios para indagar en el tuétano del ser humano, y excavar en su forma de expresión más profunda: su voz. La forma de comunicación más rudimentaria y a la vez más compleja, capaz de transmitir las sensaciones más nimias y las emociones más intrincadas. Björk se aprovecha de esta capacidad expresiva de la voz humana y le da un protagonismo primordial, casi exclusivo, despojándola de cualquier significado político y otorgándole una nueva dimensión.

El riesgo en el planteamiento merecería de antemano todo el respeto pero la islandesa, una vez más, no ha querido quedarse en buenos propósitos y gracias a su habitual inconformismo logra traspasar de nuevo esa fina línea que separa a los grandes discos de las obras maestras.

Medúlla fue grabado en varios rincones del planeta, entre ellos la isla de la Gomera en Canarias, y en él han colaborado multitud de singulares personajes, como Robert Wyatt, Matmos, Rahzel de The Roots, o beatboxers como Shlomo y Dokaka. En el álbum predominan temas de corte intimista, como «Show Me Forgiveness», compuesto durante el rodaje de «Bailar en la Oscuridad» en el que Björk vuelve a evocar a Selma cantando completamente en solitario.

El sentimiento maternal también está presente en «Vökuró», una nana firmada originalmente por la octogenaria Jórunn Vidar y que la ex Sugar Cubes reconstruye acompañada por el Icelandic Chord. De nuevo acompañada por un coro, esta vez el London Choir, formado únicamente por voces femeninas, Björk da forma a «Oceania», en el que la voluntad de la islandesa por remontarse a tiempos pretéritos permite que la mitología se abra paso a través de coros de sirenas.

También merece la pena destacar «Where Is The Line», «Pleasure Is All Mine», toda una declaración de intenciones para abrir el álbum, «Desired Constellation», con un cierto aire a sus compatriotas mùm, «Sumbarine» acompañada por Robert Wyatt y los extrovertidos «The Triumph Of The Heart» y «Who Is It», probablemente el mejor tema del álbum, en el que Matmos vuelven a aportar su granito de arena.

Aunque suene a tópico, el disco gana con las escuchas, y la sensación claustrofóbica que produce en las primeras audiciones se va transformando poco a poco en el convencimiento de que nos encontramos ante una nueva joya de Björk.

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