Black Joe Lewis – Electric Slave (Vagrant Records)

Joe Lewis debe de ser algo así como la reencarnación ficticia de Jamie Foxx en Django Desencadenado. A poco que te dejes embaucar por su cuarto disco, Electric Slave, la imagen del sureño Lewis interpretando «My blood ain´t runnin´ right» con un traje de impecable raso azul se impone a cualquier tipo de razonamiento lógico. Claro que entonces nadie podrá decir nada similar a lo de «¡es un negro a caballo!«, como en la película de Tarantino, porque las raíces afroamericanas del sonido de Black Joe Lewis son incontestables.

En realidad, el imaginario de Electric Slave está dominado de forma imperial por James Brown. Lewis comparte cuna con Gary Clark Jr (Austin), pero lo suyo, aunque también sale del espeso bardo de blues sureño, recuerda más a la tradición del R&B y el soul más embrutecido y sexual. El nuevo disco del tejano va sobrado de sudor, distorsión y pelvis engrasadas a golpe de «Sex machine». Acompañado por una banda que abrillanta el mojo y da esplendor al sexual savoir faire de su líder como ya hacía la castrense formación del padrino del soul, Lewis se permite soltarse tranquilamente para poder liquidar himnos de retro-soul como «Come to my party» en poco más de dos minutos y medio.

Stuart Sikes (The White Stripes, Cat Power) produce Electric Slave, que se grabó en una antigua iglesia gospel de Austin; allí se purificarían los pecados (casi todos de la carne) al mismo tiempo que nacían entre los gritos y el psychobilly de «Young girls». Todos salvo los derivados de «Skulldiggin», «Dar Es Salaam» y «My blood aint runnin´ right», que salieron del estudio de John Congleton (Explosions in the Sky) en Dallas; las dos últimas canciones son abrumadores ejemplos de las artes de líder excesivo y magnético que se gasta Lewis y de su musculosa propuesta de retro-soul de banda. Saxos y trompetas alimentan el recorrido de unas canciones que, sin ellos, se quedarían en el simple disfrute del hedonismo de un whisky-bar; sin embargo, tanto en la ortodoxia R&B («Come to my party») o rock («The hipster», «Make dat money», «Mammas queen»), como en su vertiente jazz («Guilty, «Vampire»), los músicos que acompañan a Joe Lewis consiguen avivar las llamas echándole gasolina al tema y ofreciendo así un disco de puro disfrute desde el trabajo.

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