Black Rebel Motorcycle Club – Beat The Devil´s Tattoo (Abstract Dragon)

Todo en el nuevo disco de Black Rebel Motorcycle Club huele a redención, a purificación de los pecados. Beat The Devil´s Tattoo, el sexto disco de los californianos, parece el instrumento con el que Peter Hayes y Robert Levon Been han querido lavar sus faltas dos años después de la salida definitiva de Nick Jago; con Leah Shapiro (ex-Raveonettes) asentada en el trío y bajo su propio sello, Abstract Dragon, parece que lo consiguen.

Ha pasado casi una década desde que Hayes, Been y en aquel entonces Jago fueran manteados por una crítica mesiánica que veía en ellos a los salvadores de un panorama musical poco estimulante. De hecho, su aparición fue prodigiosa, y aquel debut, brillante como poquísimos discos de la época, era una epifanía musical que proporcionaba experiencias casi religiosas con «Red eyes and tears», «Love burns» o «Whatever happened to my rock ´n´ rol». Sin embargo, quizá todo les llegó demasiado pronto y, paradójicamente, casi diez años después toda esa crítica se pregunta «qué le ha pasado a su rock ´n´ rol».

Desde entonces hasta hoy, tres discos con un bagaje desconcertante: una joya americana (Howl), dos medianías (Take Them On, On Your Own y Baby 81) y una cosa rara (The Effects Of 333). Por eso este disco huele a reválida, a última oportunidad, a córner en el último minuto con subida del portero y empate en el marcador. La cuestión es si marcan y ganan el partido, o si les hacen una contra y el rival mata el partido a puerta vacía. Afortunadamente, parece que lo primero.

La función purificadora del disco y su voluntad de ruptura con una etapa de demasiados claroscuros queda patente en bastantes temas. Hay confesiones de todo tipo: biográficamente evidentes, como las de «Long way down» («sé que estás asustado porque lo mejor que diste no fue suficiente»); de asunción de errores, en «Sweet feeling» («la dulce sensación se ha ido»); de deseos de cambiar, en «1:51» («dame algo que sentir, estoy despertando de un sueño»); y, cómo no, de lavar los pecados , en «River Styx» («¿sumergirás mi mano en el agua en la que los pecados son limpiados?»).

Y todo bañado en una colección con los mejores tics de BRMC: oscuridad, rock grasiento, garage rabioso, americana emocionante, letras de condenación, distorsión y la recuperación de esa sensación que te dice que estás ante un grupo con personalidad propia. Hay bastante dónde elegir, pero sin duda las señales más claras de mejoría están en lo que mejor saben hacer; las tinieblas, en las que tan bien se mueve un Hayes imperial por momentos (como en la soberbia «Aya»), se enroscan en el blues-rock denso de «River Styx» y «War machine», y en el poderoso garage-punk de «Conscience killer». Además, también hay un hueco para la americana de Howl («Sweet feeling» y «The toll») y el shoegaze-pop marca de la casa de «Bad blood», «Evol» (descarte de Take Them On, On Your Own en 2003) o «Shadow´s keeper» (que empieza BRMC y acaba muy The Verve, por cierto).

El trío funciona. Been parece haber recobrado la energía y la ilusión, y vuelve a crear magníficas atmósferas de suciedad eléctrica, mientras que Hayes recupera del todo una credibilidad herida tras Baby 81, en el que a muchos nos costaba creer lo que cantaba. Esto, junto al espléndido trabajo de Leah Shapiro, hace que, esta vez, sí nos creamos lo que Hayes canta en «Conscience killer» («soy un predicador con una pistola»).

Pero siempre está el otro lado de la balanza, y en él encontramos lo poco convincente de «Mamma taught me better» y un pecado que se repite peligrosamente: la excesiva duración del disco (más de una hora), que se puede hacer muy largo con el experimento extraño de Hayes al piano en «Long way down», los más de 10 minutos de «Half-state» y unos bonus tracks posiblemente prescindibles.

Aún así, pesa más lo bueno y hay que congratularse de lo que puede ser el comienzo del resurgimiento. Beat The Devil´s Tattoo es el mejor disco de los californianos en los últimos cinco años; no parecía difícil mejorar a sus dos antecesores, pero había que hacerlo. Y, sobre todo, tenían que querer hacerlo. Black Rebel Motorcycle Club salen de la ciénaga, señores, esperemos que no sea para coger impulso y sumergirse de nuevo.

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