Bonnie «Prince» Billy – Best Troubador (Drag City)

Resulta casi imposible abarcar todas las referencias que Will Oldham –aka Bonnie “Prince” Billy– ha publicado a lo largo de su trayectoria. A ritmo de (mínimo) un álbum al año, la discografía del músico ha ido creciendo extraordinariamente desde 1998, en una colección que incluye un sinfín de directos, EP’s, singles, proyectos paralelos o colaboraciones varias. Una promiscuidad creativa que, de algún modo, también ha ido mermando el interés en la obra del músico. Y es que ya se sabe que, por norma general, lo escaso gusta pero lo que se convierte en habitual puede llegar a saturar.

De este modo (y tal vez de manera algo injusta pero inevitable), las perspectivas iniciales ante esa entrega periódica del norteamericano ya no lucen con la intensidad ni ilusión de antaño. Un lastre determinante a la hora de degustar la presente referencia, sobre todo teniendo en cuenta que ésta incluye el excesivo número de dieciséis cortes. Es una lástima que el autor no concrete un poco más sus lanzamientos, cuando obviamente pertenece al grupo de los songwriters elegidos (ojo al auto-guiño incluido en el título del disco), y en las últimas décadas se ha convertido en uno de los máximos representantes del indie-folk más auténtico y descarnado de Estados Unidos.

Por eso no extraña que el elepé incluya momentos de pura melancolía realmente valiosos como “My Old Pal”, “Roses In The Winter”, “The Fugitive” o la magnífica “I Am What I Am”, y al mismo tiempo resulta frustrante que los mismos queden algo difuminados entre probaturas y algunas piezas más prescindibles. Y eso que Oldham oxigena el conjunto paseándose sin tapujos por otros géneros como country, pop, americana o incluso jazz, con los que sin duda anima la propia escucha.

Best Troubador (2017) es un buen disco, otro más con la (reconocible) impronta del barbudo vocalista, pero no se manifiesta como un destacado dentro de su numerosísimo catálogo. Un conjunto tan obviamente agradecido para el seguidor fiel como algo recargado para el aficionado medio. Pero al personaje es cómo es, siempre ha sido así y, en realidad, deberíamos rezar para que no cambie nunca. Si algún día aparca peculiaridades y carece de esa esencia inquieta que le impulsa a hacer justo lo que le da la gana, las perdidas serían demasiado cuantiosas.

 

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