Bunbury – Multiusos Sánchez Paraíso (Salamanca)

Nocaut en el 5º Asalto

Acudía por segunda vez a “pelear” contra Enrique Bunbury en esta gira de presentación de su nuevo álbum Helville Deluxe con un pvar de propósitos y una idea preconcebida. Por un lado, calibrar la calidad del concierto con una banda y un espectáculo ya rodado, y, por otro, comprobar hasta qué punto es consecuente con ese anti-aburguesamiento musical que abandera.

En cuanto a mi prejuicio, les cuento. Quería cerciorarme si era cierta una teoría personal basada en la sublime fidelidad, casi religiosa, que procesan sus seguidores allá dónde el corazón del “aragonés errante” le lleve, tanto geográfica, como musicalmente; convirtiéndolos casi en electores, de esos que votan a peñón fijo a “su partido”, a pesar de corrupciones, extremismos o de giros ideológicos graves y ni contemplan la posibilidad de ampliar horizontes. Consideraba que Bunbury llevaba viviendo de este público desde su salida de la banda con la que recorrió medio mundo y que no había ganado nuevos seguidores en estos años de andadura en solitario.

1 º ROUND
Pues para empezar, me lanza un JAB.
Mi teoría “conspiratoria” queda desmontada nada más pisar el recinto. Muchísima más gente de lo que, al menos, yo esperaba. Sobre todo teniendo en cuenta el precio de la entrada (32 euros). Cerca de 6.000 personas comentaban. Lo que me lleva a pensar, sobre todo si se compara con anteriores visitas a la ciudad charra, que el músico va ganando adeptos poco a poco. Y con una amplitud de edad muy destacable.

Con una puntualidad casi innecesaria se apagan las luces del auditorio y, sobre dos paneles de luz, se proyectan escenas y diálogos de películas como Los renegados del diablo o La casa de los 1000 cadáveres. Ya no hay vuelta atrás. Esto va muy en serio.

2º ROUND
Directos de izquierda
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La banda sale a escena; Bunbury con gafas de sol, sombrero de vaquero y gesto amable. Comienza la función con “El Club de los imposibles”. Después, sin respiro, aparece «La señorita Hermafrodita». Digo aparece, de forma verídica, pues se veían en las pantallas que servían de retaguardia a los músicos imágenes de esta supuesta dama. Bunbury está en su salsa y, sin compasión, me lanza directos con la izquierda. No para de gesticular, de moverse y de hacer cantar al público. Está claro que están con él. Esto es actitud. A un combate no solo venimos a ver cantar en directo, demandamos (o demando) algo más. Bunbury lo lee y lo interpreta a la perfección.

3º ROUND
Reculo y me defiendo como puedo
Un poquito de silencio tras escuchar «Hay muy poca gente», el single de disco. Silencio y presentación del concierto. Aquí ya reculo un poco, y desconfío porque, aunque inevitable supongo, el discurso es el mismo de siempre.  “Este es un disco de rock & roll, y a quien eso no le guste…esto le va a doler”. Y suena “Bujías para el dolor», una de las canciones más potentes del último álbum. De repente, me percato de que el artista mira demasiado hacia la parte baja del escenario y observo que hay dos grandes pantallas delante que le dictan las letras a modo de apuntador. En un principio me cabreo, luego no sé cómo interpretarlo, me calmo. Intento golpearle, es imposible.

4º ROUND
Ganchos por todos lados
«Sólo si me perdonas», “una canción que mide la capacidad de perdón”, suena más acelerada que su versión original de Pequeño. En la parte central, los focos se concentran solo en Bunbury y, éste, como si compañero del mismísimo José Monge Cruz se tratara, comienza a palmear con gran estilo, sacando a relucir el tatuaje de la media luna y estrella judía que comparte, no sé si a modo homenaje o simplemente coincidencia, con el que es considerado como uno de los mejores cantaores de la historia. Intento defenderme, pero el ring empequeñece y enrojece a la vez, y, como estuviéramos en una pequeña tasca, suenan canciones más íntimas, como susurrados al oído. “Una canción premonitoria”, «El extranjero», o «Desmejorado», perteneciente a ese experimento que lleva por nombre Bushido. El final de este tema es frenético, con una aceleración de ritmo magistral, acompañada, al tiempo, con fuertes pisadas que retumban en toda la sala. Un poquito de tregua, oscuridad y las pantallas toman de nuevo protagonismo. “Esto es el infierno, esto es Hellville de luxe” «El Hombre delgado que no flaqueará jamás», un tema quizá demasiado largo, aunque pegadizo que sirve como preludio de para uno de los momentos más especiales de la noche. Suena «Sí» para un público que, en seguida, enloquece y luego se silencia y palidece, quizá cómplice del dolor que desprende las desgarradora literatura de El rescate. ¡Qué bonito contraste!, y ¡qué grandes, aunque diferentes formas, de disfrutar una canción! A continuación, «Apuesta del rock and roll», único guiño a Héroes del Silencio, aunque se trate de una versión de los zaragozanos Más Birras.

“Una composición necesaria, en estos tiempos que corren. Apuesten por el rock & roll” grita Bunbury. Otro gran subidón de adrenalina para el público que me queda a borde del KO

5 º ROUND
Piedad, Clemencia y Nocaut

Fin de la primera parte con «Lady Blue», y Bunbury se apiada y me entrega en pequeñas bolsitas dosis de clemencia. Intento secarme el sudor, me ajusto el protector bucal. Cojo fuerza, respiro. Estoy mejor. Nunca me ha gustado «Que tengas suertecita» e incluso me fastidia oírla como el primero de los bises. Luego, «El Viento a favor», me cansa…creo que estoy mucho mejor. Chupito antes del segundo bis y brindis por Unamuno y suenan «No me llames cariño» y «Canto». En ese momento caigo a la lona; el golpe ha sido demasiado certero y pierdo la conciencia durante esos malditos 10 segundos.

Volviendo un poco en mí, intuyo que interpreta la premonitoria…y al final para poner fin y el broche de oro al combate, y que al finalizar ésta, y cuando ya se arrodillaban él y sus secuaces a modo de despedida, el púgil, sintiéndose ganador, se envalentona y afirma: ”Tocamos una más”. Y suena «El tiempo de la Cerezas». Canción que cierra el disco de homónimo nombre firmado junto Nacho Vegas hace un par de años. Yo, escapo como puedo, por la puerta de atrás, sin hacer mucho ruido y con el consuelo de pensar que, al menos, aguanté 5 asaltos y el alivio de saber que no podré volver a enfrentarme a él hasta dentro de un mes.

Entrenaré duro y estaré preparado para entonces.

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