Chencho Fernández – Dadá estuvo aquí ( Fun Club Records)

De vez en cuando, y cada vez con menos frecuencia, te llegan discos que te llegan. No es una redundancia ni un error del corrector. Abres un sobre acolchado y ves que en su interior te esperan unas canciones que, como tantas veces, pueden arreglarte un fin de semana o simplemente servirte de excusa para no atender las habituales llamadas proponiendo planes sin chicha. Y te pierdes en sus historias nocturnas, de desencanto y sexo banal, de días de resaca y búsqueda, de humo en tabernas de dudosa reputación y de vida al límite de uno mismo, en definitiva. Todo eso puesto en canciones, grabado con suma limpieza y apelando al viejo mito del rock urbano para tener la coartada perfecta. En resumen, que llega a tus manos un disco que sabes que pondrás muchas veces y que te va dejando más huella a cada nueva escucha. No es fácil que eso suceda con demasiada frecuencia, por eso le agradeces infinitamente a su autor que grabe canciones con tanta enjundia y capacidad de sobreponerse al tiempo.

Chencho Fernández, músico sevillano de reconocido valor en la escena local, ex de los lisérgicos Sick Buzos y Las Muñecas de la Calle Feria, ha grabado el disco de su vida. Con la inestimable ayuda de su amigo Jordi Gil, habitual en los créditos de Sr. Chinarro, paisano ilustre, en los bien equipados estudios Sputnik. Trasladando los ambientes de sus versos y revoloteando entre las volutas nicotínicas de Tom Waits y Lou Reed, hace que su banda (los componentes de los extraordinarios All La Glory, pura esencia americana) encaje guirnaldas de guitarras (en «Una buena noche» deja espacio para una gloriosa improvisación) en una oda roquera al amor perdido que se prolonga en la nostalgia canallesca de historias del pasado recordadas con languidez («Muchacha rural» es una viñeta de country urbano, valga la paradoja) y conciencia de los ambientes en los que se desarrolla el presente (el localismo de «La estación del Prado» vuelve al pop para narrar la melancolía). Siempre sabiendo de dónde se viene y cómo se ha vivido, y teniendo presentes los tributos que se deben por ello, como las citas a Silvio, el padre de todo el rock hispalense, en títulos como «Dadá estuvo aquí», lleno de enormes riffs de desencanto y renovadas esperanzas. Es lo mismo que hicieron Burning en Madrid o Johnny Thunders en Nueva York, pero con muchos más sentimientos en juego, hasta el punto de evocar el ambiente bohemio del París clásico en «La Garçonne», otra imprescindible estampa de pop decadente, y entonar un canto de amargura bellísimo en «El rayo a punto de caer», la falsa claudicación de un donjuán que hizo del savoir vivre su referencia vital y, en este caso, artística. Una sucesión de emociones musicadas que te recorren las venas de cabo a rabo y te noquean hasta cuando bordean la chulería, como sucede en «Este matrimonio no casa», mordaz bocado a las relaciones (in)estables de la mano de un cantautor escéptico y descreído. El rock como terapia, tampoco hay que darle muchas vueltas.

Chencho Fernández ha sido capaz de crear un sello, una manera de hacer propia y plenamente identificable, con retales de las bases que él estima esenciales en la creación de su universo. Y no hemos hablado del juguetón power pop de «Radio Fun Club» (otra vez su ciudad como vértice) , de los explícitos versos de «La canción», ni de la filosofía de la calle en la retrospectiva «Si alguna vez mueres joven», que confirman la hoja de ruta de este artista aferrado a unos valores que siempre serán vigentes, y no solo para él. Este disco perdurará en nuestros oídos y en cualquier equipo de música que tengamos a mano, porque lo llevaremos en el bolsillo o en la guantera del coche durante muchísimo tiempo. Las cosas bien hechas, mejor suenan.

 

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