Crónica Primavera Sound 2016

Un cartel deslumbrante y todos los abonos vendidos con varios meses de antelación. Así se presentaba el festival Primavera Sound este año. El Parc Del Fòrum de Barcelona se engalanaba para recibir a Radiohead, Sigur Rós, PJ Harvey, los regresos de LCD Soundsystem y The Avalanches o la quinta actuación de Animal Collective en el festival. Un desembarco impresionante ante el que es imposible no dejar de escuchar en el fondo de nuestras cabezas aquello de que «de las grandes expectativas llegan las grandes decepciones».

Y por más ganas que tuviésemos de lo contrario, quedó patente que un festival de esta envergadura no es el mejor lugar para disfrutar de la presentación de los nuevos discos de Radiohead, Sigur Rós o PJ Harvey, que intentan apabullar con unas puestas en escena que se diluyen a partir de la fila treinta y que a trescientos metros del escenario (donde se mezclan fans rezagados con habladores empedernidos) no son más que un puñado de cabezas coronadas por dos pantallas con proyecciones preciosas, pero sin sentido, en el que se pierde la belleza del espectáculo. Aún así, hubo quien se armó de horas de paciencia y pasó aprietos y calor, logrando que la experiencia les engullera. Y lo consiguieron.

Pero para la mayoría fue el momento de reivindicar esa serie de nombres sin tanto relumbrón pero que en el Primavera Sound de este año conformaban una barbaridad de cartel en sí mismo. Eso que se ha dado en llamar «la clase media» y «la parte baja del cartel» y que es una coctelera estilística en la que, este año más que nunca, había que poner todas las esperanzas si uno pretendía disfrutar de algún concierto en condiciones.

Es imposible abarcar una crónica de un festival con más de trescientas bandas en el cartel. Así que, por aquello de que para gustos están los colores, hemos preferido que tres de nuestros redactores que estuvieron allí nos dejaran sus particulares listas con tres de sus conciertos preferidos y tres de sus decepciones de esta edición. Y así vieron, y vivieron, cada uno su particular Primavera Sound.

MIS TRES PREFERIDOS

Por Edu Cornejo

Primavera Sound radiohead

Radiohead

Si podemos hablar de unos triunfadores incontestables en esta edición del Primavera Sound estos son sin duda Radiohead. No surprises, como dirían ellos. Venían como grandes estrellas del cartel y cumplieron con su papel a la perfección, convenciendo a neófitos y veteranos por igual con el carisma de quien se ha curtido en mil batallas pero ha vuelto para contarlo. Masivos y vanguardistas a partes iguales, intensos e implicados sobre las tablas, con actitud impecable, nadie parece saber donde reside el secreto de Radiohead, pero la cosa sigue funcionando como un reloj tras más de un cuarto de siglo de carrera.

Sus dos horas de actuación dieron para mucho. Comenzaron respasando su reciente y soberbio A Moon Shaped Pool, un disco tan plagado de matices como de posibles peligros a la hora de captar y mantener la atención de un público festivalero. Nada que temer para de los de Oxford: lograron silenciar a la turba cuando fue necesario para después hacerla despegar a base de coros a pleno pulmón. De «The national anthem» –sexto tema del setlist- en adelante no hubo manera de para la máquina. Un concierto trufado de clásicos del calibre de «Karma Police», «No surprises», «Pyramid song» o «Street spirit (fade out)» no puede salir mal. Y si rematan la jugada con «Creep» podemos hablar de uno de los momentos álgidos de la historia del festival. Ante un concierto así solo cabe preguntarse cómo podía ser su primera visita al festival. Deuda saldada cum laude.

Beirut

Quien haya escuchado en disco a Beirut puede intuir las dificultades que entraña trasladar su propuesta a un escenario con la solvencia que dicho repertorio merece. No es sólo la cantidad de músicos que necesitas, es también la pericia de los mismos y Beirut no siempre han salido victoriosos del envite y hecho justicia en directo a sus excelsas grabaciones.
Por suerte, con el paso del tiempo y las giras, la banda de Zach Condon ha ganado el aplomo necesario para ejecutar sus letanías orquestales marca de la casa con una limpieza, una pureza y un brillo que en la anterior visita de Beirut al festival hace cuatro años pocos podíamos intuir. Con una ejecución tan profesional como sentida, y un sonido limpio y muy matizado, el tramo final del concierto recordó a esas orquestas que animan las verbenas en los pueblos y se terminan quedando a tomar la última con la parroquia. Entre los grandes por méritos propios.

LCD Soundsystem

La primera jornada del festival caminaba a velocidad de crucero hacia a su tramo final hasta que irrumpieron en el escenario principal James Murphy y su séquito para poner todo – y a todos- patas arriba. Desde el arranque progresivo de «Us V Them» hasta el comunal y celebrado crescendo final de «All my Friends», tema que cerró la velada, el neoyorkino y su magnífica banda pasaron por la thermomix varias decenas de influencias mientras iban restando años al respetable sin quitar nunca el foco de lo verdaderamente importante en un show de LCD Soundsystem: el baile.

Movieron a la masa –sin duda el momento más concurrido del jueves- jugando con el público a su antojo, esparciendo los hits (no faltaron «Daft Punk is playing in my house», «Movement» o «Losing my edge») entre el resto de su discografía sin perder músculo en ningún momento. Siguen entre los elegidos, que dure su vuelta.

MIS TRES PREFERIDOS

Por Iñaki Espejo-Saavedra

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Thee Oh Sees

Antes incluso de que se pusiera de moda el revival del garage, el Primavera destacaba por programar lo mejor de un estilo poco reconocido. Black Lips, Ty Segall o Thee Oh Sees son nombres habituales del festival y una apuesta siempre segura para cualquiera al que le gusten las guitarras y la velocidad. De los tres, Thee Oh Sees quizás sean los más primitivos y físicos. Los californianos, con dos baterías tocando de forma sincronizada en primera línea de escenario, ofrecieron el jueves en el escenario Primavera un concierto sencillamente brutal. Psicodelia al ritmo de un huracán ante un no demasiado numeroso, pero repleto de fans enfervorecidos.

PJ Harvey

Creo que he visto todas las fotos que se han publicado del concierto de PJ Harvey el sábado en el escenario Heineken porque la puesta en escena fue delicia. Textura de ópera en blanco y negro para un concierto a la altura de pocos artistas de música popular. Lejano cuando sonaron las nuevas canciones del novísimo The Hope Six Demolition Project, notable al recuperar lo mejor del Let England Shake y sublime con los clásicos, «To Bring You My Love» y «When Under Ether».

Savages

No soy muy fan de la militarización del sonido de Savages en su segundo disco. Tampoco del estilo premeditadamente hosco que suele lucir Jehnny Beth. No obstante, el viernes ambas cosas encandilaron a un público rendido a la abrasividad de las inglesas. Ritmo, oscuridad y proclamas lanzadas antes y después de surfear a su antojo sobre el público, tanto en sentido físico como sentimental.

MIS TRES PREFERIDOS

Por Raquel García

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Ty Segall and The Muggers

Por fin un poco de caos sobre un escenario del Primavera Sound. Por fin una actuación con la intención de salirse del guión escénico que encorseta las actuaciones del festival (éste, aquel y los demás). Recuperando el espíritu del lejano escenario ATP de hace unos años, por el que paseaban su irreverencia bandas gritonas de nombres irrespetuosos, el californiano Ty Segall se subió al escenario con su nueva banda, The Muggers, a presentar su irregular último disco Emotional Mugger (aunque no importa demasiado, en cuatro días seguro que tiene otro nuevo) en una actuación de puro rock’n’roll, crudo y electrizante. Segall se sabe bien arropado por sus escuderos (¡vaya banda lleva!), que incluyen a Mikal Cronin y King Tuff, así que se dedica a agitar al personal, que es de lo que va el garage, diluyendo la frontera entre el público y el escenario en un concierto que tuvo controlado, dentro de su descontrol, hasta que apareció la cara de Manny en la pantalla.

Manny es el típico fan de primera fila que se desgañita desde el primer segundo de concierto. Ty Segall, en una de sus muchas visitas al foso, le invita a subir al escenario después de chuparle el dedo (lo mejor es verlo), mientras él ocupa su lugar. Y lo que podría haber sido una anécdota simpática desemboca en un fan que interpreta con soltura y descaro «Feel» con los Muggers y la famosa careta de bebé, mientras Segall alucina en la valla de la primera fila. Manny, el fan que se comió el espectáculo, convirtió el momento en el momentazo y nos regaló uno de los finales de concierto más espectaculares, divertidos e inesperados de festival. Muy grande todo.

Suuns

Los canadienses han tardado demasiado en volver a actuar en nuestro país. Cinco años desde su anterior visita al Primavera Sound. Y mientras tanto, han ido construyendo una interesante carrera apuntalada en el art-rock y cimentada a base de mezclar experimentación y oscuridad con bellas melodías y ritmos electrónicos. La cancelación de Loop unos días antes propició que los de Montreal añadieran una segunda actuación a la ya programada para el miércoles.

Y con una puesta en escena minimalista y parca, se presentaron el jueves en el Parc del Fòrum para entregar un set impecable en el que repasaron sus tres discos, reproduciendo a la perfección el sonido brumoso y sombrío de sus trabajos. «2020», por supuesto, fue el caramelito de la actuación, pero ojo a los ritmos pesados de «Instrument» o la pegada de «Resistance» (ambas incluidas en su último disco Hold/Still), con un Ben Shemie que parecía querer escupir bilis a cada palabra. Un concierto en el que embrujaron al público con una atmósfera etérea y pesada. Ya solo quedaba sucumbir ante la contundencia sonora, contenida y rabiosa, que Suuns maneja tan bien.

The Last Shadow Puppets

Lo de Alex Turner es el manual del perfecto frontman. No importa cuál sea la banda con la que se suba al escenario, siempre consigue equilibrar magistralmente la música con el sentido del espectáculo. Llamémoslo savoir-faire, llamémoslo carisma. Con The Last Shadow Puppets no fue diferente. Su proyecto junto a Miles Kane visitaba el Primavera para presentar su último disco, un trabajo menos inmediato que el anterior pero igual de intenso y melodramático. Para reproducir esa sensación en directo, se hicieron acompañar de un cuarteto de cuerda que se encargaba del dramatismo de las canciones.

Y los británicos desarrollaron su opereta con toda la parafernalia. La «prima-donna»-Turner contoneándose por el escenario, más cerca del sex-symbol autoparódico y simpático que del rebelde que pretende ser con los Arctic Monkeys. Miles Kane, mientras tanto, haciendo el papel de hidalgo infatigable que diligentemente lleva la voz y la guitarra, aun sabiéndose el segundón de la obra. El grupo, solvente y robusto, en un segundo plano, sin entorpecer el espectáculo. Y como banda sonora, unos temas delicados como «Miracle aligner» y «My Mistakes Were Made For You», poderosos como «Bad habits» y «The Age Of The Understatement» o inspirados y brillantes como «Standing next to me». Resultado, ovación que desencadenó en un bis con «I want you» como broche para un concierto magnífico.

MIS TRES DECEPCIONES

Por Edu Cornejo

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Beach House

Si tras leer estas líneas el lector consulta a un fan de los de Baltimore por su pase del sábado en el Primavera, es probable que la respuesta sea que fue un buen concierto. Y no lo discuto. Pero ¿existe manera humana de disfrutar una actuación con esas coordenadas sonoras en el escenario grande de un festival atestado? La respuesta es clara: No.

Igual que The XX en anteriores visitas al Forum -o los franceses Air en esta misma edición- la falta de intimidad y el nivel de ruido eran incompatibles con el disfrute de las tenues melodías susurradas de la pareja. Esperemos que el próximo directo de Beach House -que nadie dude que volverán a pisar el Primavera Sound- tenga lugar en un emplazamiento más acorde con su música que con su poder de convocatoria, como acertadamente suelen programar en el festival barcelonés.

Brian Wilson

Si Radiohead serán recordados como triunfadores morales del PS2016, dudo que ninguno de los presentes incluya en su podio la actuación de Brian Wilson. A cincuenta años vista de su publicación, la idea de interpretar al completo el imperecedero Pet Sounds era, cuanto menos, arriesgada. A pesar del alcance universal de canciones como «That´s not me» o «God only knows» se trata de una obra tan ambiciosa y compleja de llevar al escenario, que requiere de una banda engrasada y vigorosa para evitar el naufragio, teniendo en cuenta el delicado estado de salud –no sólo físico- del señor Wilson. Pero no fue el caso. Integrar a parte del equipo que registró el álbum fue un bonito detalle pero musicalmente no funcionó.

Tame Impala

Cada vez que veo a los australianos Tame Impala en directo me termino haciendo la misma pregunta: ¿de verdad son para tanto o estamos ante los próximos Kasabian? Su actuación del jueves en el Fòrum aportó más preguntas que certezas, y eso que la vuelta de Kevin Parker y los suyos al festival, en principio, prometía. Venían presentando Currents, trabajo ampliamente elogiado el año pasado, y especialmente propicio para recintos como este por su giro bailable y ochentero.

La cosa arrancó bien: a las primeras de cambio enlazaron el expansivo y hedonista «Let it happen» con la psicodelia rockera de «Mind Mischief», interpretadas con ritmo y convicción. Pero a partir de aquí comenzaron las turbulencias. Quién sabe si el problema reside en el orden del setlist o la falta de enjundia del mismo (¿de verdad les beneficia tocar hora y media?) pero cada subidón anticipaba una nueva caída y una huida mayor de público hacia otros escenarios. El parón en mitad de «Eventually» -reanudada al comienzo del bis- tampoco ayudó a cerrar con buen sabor de boca el show, algo que consiguió solo a medias el centelleante final de «It feels like we only go backwards».

MIS TRES DECEPCIONES

Por Iñaki Espejo-Saavedra

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PXXR GVNG

Café Quijano cantando bachata con la orquesta de la escuela de salsa de su barrio. ¿Y esta era la gran sorpresa de la música popular de nuestro país? ¿Los que iban a instaurar el trap como sonido de masas? De momento, el escenario más pequeño del Primavera (el Adidas), el sábado se les quedó enorme. Eso sí, cuando terminaron salieron del backstage con cuatro groupies cada uno. «Tu coño es mi droga», la poesía del siglo XXI.

The Avalanches

Más que una decepción, lo de The Avalanches fue un malentendido o un timo, dependiendo de lo que contaran en su día a la organización. En cualquier caso, no se puede anunciar un concierto y ofrecer una sesión de DJ. Sí, sí lo que oyen, una pinchada monda y lironda. Eso sí, al menos pinchando a los Slits.

C. Tangana

No entiendo la burbuja del nuevo rap. Y eso que lo intento, como el viernes con C. Tangana en el Adidas. No hubo forma. Abusa del vocoder, cuando recurre al trip hop suena emo y, sobre todo, no dice nada medianamente interesante, perdido en un perpetuo ombliguismo. Solo resulta creíble lleno de barro contra Los Chicos del Maíz («Los Chicos del Madriz»)… y eso que lleva todas las de perder.

MIS TRES DECEPCIONES

Por Raquel García

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Sigur Rós

Varias dudas planeaban sobre el concierto de Sigur Rós incluso antes de que hubiera sonado una nota. ¿Qué tal serían las canciones del nuevo disco que publicarán en breve pero del que se conoce entre poco y nada? ¿Como iban a resolver los islandeses en directo la marcha de un miembro tan importante como el teclista (entre otras cosas) Kjartan Sveinsson y su paso de cuarteto a trío? ¿Era el gigantesco escenario del Primavera Sound el lugar idóneo para disfrutar de las atmósferas delicadas de temas como «Glósóli» o «Starálfur» en toda su intensidad? Respuestas rápidas: aburridas, mal y no.

Sigur Rós siguen con el secretismo sobre el que será su nuevo disco, y en el Primavera solamente presentaron un tema nuevo, «Óveður», que sonó más industrial y pesado de lo acostumbrado, aunque sin pizca de la emoción que caracteriza a los islandeses. En formato trío, sin otros músicos de apoyo, la banda pierde fuerza y su sonido alcanza cotas de insustancialidad en algunos temas. Y aunque el despliegue visual es es-pec-ta-cu-lar, probablemente el más espectacular visto este año en el festival, las canciones de Sigur Rós requieren de otro tipo de espacio para disfrutarlas en toda su grandeza. Un espacio en el que los silencios de las canciones se cuelen entre el público y en el que las luces y el trabajo multimedia te atrape. Y eso, con multitudes de ese tamaño, es imposible.

Habrá que esperar a que pasen por sala a finales de 2016 o principio de 2017 con su espectáculo completo y en unas condiciones más idóneas. Aunque hay que reconocerles a los islandeses que fueran de los pocos que entendieran que venían a un festival y presentaran un setlist con temas de todos sus discos, y que incluyó «Starálfur» del Ágætis byrjun, «Vaka» del () o «Sæglópur» del Takk.

Mbongwana Star

Con ganas de dejarse contagiar por ritmos nacidos más allá de la zona de confort del Primavera Sound, Mbongwana Star era una de las apuestas a priori más llamativas. Los congoleños se subieron al escenario con la promesa de mostrarnos una amalgama de ritmos callejeros de Kinshasa y sonidos electrónicos dub. Pero en realidad su concierto fue una monótona colección de temas larguísimos y planos. Salpicados aquí y allí por guitarras psicodélicas, los temas de su debut From Kinshasa no tenían garra y ese tan cacareado acercamiento al «post-punk» con que su nota de prensa nos vende el disco y la banda, brilló por su ausencia.

Boredoms

La primera vez que vi a Boredoms en el Primavera Sound me quedé enganchada, literalmente, a su set. Hechizada, sería más correcto. Su rock completamente deconstruido y demencial daba a la vez ganas de huir y de seguir allí plantado sin poder despegar la mirada del escenario. Acabaron por parecerme una brutalidad de la que me alegro de no haber huido, aunque a día de hoy sigo sin saber del todo si me gustaron o no. El caso es que me tragué el concierto entero sin pestañear… y casi sin poder respirar.

Tal vez por la hora (demasiada luz) o tal vez porque ya no existía el factor sorpresa, el concierto de Boredoms del sábado me pareció un batiburrillo de ruido sin sentido, con poca enjundia musical y mucha provocación hostil (y esnob). Intenté recuperar esa impresión de los sonidos que no comprendía atravesando mis tímpanos y provocando algún tipo de impresión satisfactoria, pero salí de su concierto con la misma sensación del niño aquel del cuento del traje nuevo del emperador.

Ftografías de Dani Cantó, Eric Pàmies y Xarlene.

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