DCODE 2015 – Universidad Complutense (Madrid)

El DCode alcanzó su quinta edición definitivamente consolidado como el festival madrileño por excelencia, logrando además agotar entradas con una selección de artistas numerosa y relativamente variada. Sorprendió la temprana ubicación en el menor de los escenarios de Wolf Alice, sobre todo dada su repercusión actual en Reino Unido. Así el cuarteto presentó en horario inhabitual las canciones incluidas en My Love Is Cool (2015), su aprovechable debut impregnado de influencias de Cocteau Twins. La formación, que venía de triunfar en un evento tan masivo como Glastonbury, comenzó algo desubicada y tímida para posteriormente crecer en intensidad al tiempo de arrastrar tras de sí a un público que también iba posicionándose. La suya fue una actuación tan correcta como en realidad escasamente impactante, que contó con algún subidón hipnótico del tipo de «Bros» o «You´re A Germ». Los que no hicieron concesiones a pesar de la hora fueron los locales The Parrots, vaciándose en pos de un garage creíble, vitaminado y absolutamente desvergonzado. Weed For The Parrots (2015) es un manual de cómo trabajar el género y su traslado al escenario resultó tan abrasivo como se esperaba gracias a una fórmula sencilla y ganadora: toneladas de actitud, violencia ejecutiva y temas atractivos. Intenciones e ilusión también pusieron Gold Lake, desgranando un pop melódico trabajado y bien construido pero que sobre las tablas resultó inofensivo. La presencia de la banda afincada en Nueva York no incomodó, pero fue más bien anecdótica a pesar de que posteriormente repitiesen para cubrir el retraso de Hinds.

Algo más sorprendieron Fizzy Soup, que ejercían como ganadores del concurso Bcoder. Y es que la variedad creativa y capacidad para pasar con naturalidad de piezas intimistas a sonidos más bailables mostrada por Sonia García, Javier Corroto y compañía dejaron buen sabor de boca. Por su parte Gooms fueron la apuesta de «Días Nórdicos», y los daneses completaron un concierto interesante por su originalidad y esa resolución para romper con la tónica habitual del asunto. La suya es una propuesta poliédrica que se mueve entre referentes tan evidentes (y jugosos) como Animal Collective y Ariel Pink, y valiéndose de ella pusieron una agradecida pincelada de colorido y exotismo al conjunto. Neuman volvieron a demostrar que son una de los grupos más en forma de la escena nacional, tanto en estudio como en directo, con canciones elaboradísimas capaces de emocionar una y otra vez. Los murcianos no entienden de horarios ni de relajaciones, y cumplieron con su estatus privilegiado (de calidad, que no tanto de popularidad) ante un público cada vez más numeroso.

Vaya por delante que Natalia Lafourcade y su séquito no desentonaron a nivel de ejecución, pero el estilo de la mexicana resultó demasiado estridente para la personalidad del evento. Integrada en la reciente oleada de vocalistas mexicanas con supuesto espacio al margen de la radiofórmula, la artista ofreció cuarenta y cinco minutos de un folclore con el que resulta difícil comulgar. Por entonces la noticia de la cancelación (por enfermedad) de Sam Smith ya era la comidilla del recinto, en una circunstancia beneficiosa para unas Hinds que tiraron de sabor añejo y estilo cercano al de Dum Dum Girls o Best Coast para cubrir el hueco dejado por el cantante en el escenario principal. Denostadas por unos y encumbradas por otros, lo cierto es que lo del joven cuarteto se sitúa más bien en un punto intermedio entre ambos extremos. Las madrileñas son capaces de transformar despreocupación, limitaciones y baja fidelidad en signo distintivo de su directo, pero la escasez y limitación de su recorrido terminan por resultar suficientemente evidentes como para no tomarlas del todo en serio.

Bastante más firmeza y fondo de catálogo tienen The Vaccines que, como era de esperar dando el número de éxitos en potencia que facturan por disco, presentaron una secuencia ininterrumpida de celebraciones. Resulta que, además de manejar un atractivo indie-pop de corte tradicional, los londinenses saben cómo dar un concierto eléctrico, intenso y jovial, así que su presencia fue la primera gran fiesta de la tarde al ritmo de piezas como «20/20», «Teenage Icon» o «Melody Calling». Otro que destaca especialmente dentro del panorama nacional es el mallorquín Luis Alberto Segura al frente de sus L.A., que esta temporada han publicado un álbum tan espléndido como From The City To The Ocean Side (2015). Su música es honesta, orgánica, emocionante y llena de valiosos matices, y precisamente por eso quizá el marco de festival no sea el mejor lugar para degustarla. Por momentos incluso resultó irritante escuchar al mismo tiempo la interpretación impecable y cargada de pasión de la banda y el murmullo generalizado de los asistentes.

A estas alturas con Supersubmarina e Izal ya se sabe de qué va la historia, con un guión establecido y siempre cumplido. Ambos tiraron de una secuencia de canciones apta para todos los públicos, convenientemente realzada desde el escenario con efectismo y funcionalidad, todo encauzado a la consecución de ese disfrute predispuesto por parte de las masas. Ambos grupos se encontraron con un baño de multitudes, y tanto ellos como sus seguidores quedaron tan satisfechos como cabía preveer. Entre ambos Suede demostraron pertenecer a esa clase de banda que nunca pasa de moda, justo en la misma semana en la que anunciaron el que será su séptimo disco a comienzos del año que viene. Aun sin ofrecer su mejor versión (su anterior concierto en la ciudad fue histórico), el quinteto fue capaz de completar una actuación intachable, capitaneados por un Brett Anderson tan carismático, elegante y vibrante como siempre. Ya sea a través de su faceta emotiva («Europe Is Our Playground, «Saturday Night» o la versión acústica de «She´s In Fashion») o más exitosa («Animal Nitrate», «Trash» o «Beautiful Ones») el grupo desborda siempre hasta el éxtasis.

Sus compatriotas Foals completaron el concierto más contundente de toda la edición, resultando una apisonadora de gran precisión, volumen y agresividad, y superando en pegada a su versión de estudio. El quinteto liderado por el peculiar vocalista y guitarrista Yannis Philippakis llegó con el reciente What Went Down (2015) bajo el brazo, pero se decantó por una medida selección de entre toda su discografía en la que destacaron «Mountain At My Gates», «Spanish Sahara», «Providence» o «My Number». Un repertorio con el presentaron candidatura como próxima gran banda de estadio, logro del que en realidad ya no se encuentran demasiado lejos en su país. Unos habituales de este tipo de saraos (sobre todo en nuestro país) como Crystal Fighters fueron los encargados de cerrar el escenario Heineken y de paso el DCode, apostando por su ya conocida mezcla de ritmo, baile, hedonismo y, en definitiva, fiesta. Unas bazas que, además de ser sus mejores armas, siempre encajan apuntalando una cita de este tipo.

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