Doctor Divago + Néstor Mir y la Disolución Doméstica – Sala Wah Wah (Valencia)

Con mucho más público que la última vez que los vi en esta misma sala, hace un par de años, Doctor Divago venían a presentarnos su último disco: Imperio. Sus casi 25 años en activo se dejaban notar en la edad media del público que ocupaba las primeras filas, posiblemente incondicionales de la banda desde hace tiempo, pero fueron sólo apariencias: a la hora de moverse, bailar y cantar, los más veteranos (y, sobre todo, las más veteranas) dieron una soberana lección de cómo vivir y disfrutar un concierto, haciendo además compatible la juerga y la exaltación de la amistad con el respeto hacia la banda que se encuentra sobre el escenario.
Nestor Mir
Abrió la velada otro veterano incombustible y culo inquieto de la escena local: Néstor Mir se presentaba con su enésimo proyecto, La Disolución Doméstica, presentando las canciones en castellano de su álbum del mismo título. Canciones que inciden en la particular visión del pop de Néstor, costumbrista, algo decadente, cotidiana. Mucho protagonismos para los padres con hijos, los paseos por el parque y, en general, para las aristas de la convivencia. Correctos en ejecución, hicieron disfrutar a su grupo de fans y consiguieron poco a poco captar la atención de los que no lo éramos. Su propuesta gana en directo, a pesar de la dificultad de algunos arreglos y de ciertas canciones. Gran final con «Desencuentros dominicales» y «Knock out casero». Bien arropado por una completa banda que incluía piano, trombón y trompeta, Néstor entretuvo al personal a pesar de que, por motivos de tiempo, no se puedo explayar tanto entre canción y canción como en él es habitual.
Doctor Divago
Doctor Divago salieron al escenario y, apenas con los primeros golpes de batería, dejaron claro a qué venían. Abrieron con «Sólo la mitad de la mitad de mí», tal vez la canción más rockera de su último trabajo, y a partir de ahí no dejaron que el ritmo decayera ni un solo instante. La sala, esta vez sí, estaba prácticamente llena, con el público bailando y cantando las canciones, tanto las nuevas como las viejas. «Silencio» tiene poco tiempo, pero es ya recibida como un clásico. «Gracia Imperio» y «Debilidad», también pertenecientes al último álbum, son puras delicias pop pero en directo las hacen sonar como un cañón. La actitud era tal que se permitieron enlazar cinco o seis temas sin ninguna pausa entre ellos: sonaron «La habitación de Charo», «Los tontos buenos tiempos», y también alguna de las nuevas como «Barney Ross». La actual formación de Doctor Divago lleva ya 10 años en la carretera, y se nota la compenetración entre todos sus miembros, compenetración sin la cual sería un trauma enganchar así, una tras otra, tantas canciones y tantos guitarrazos. Con «Un minuto antes de la realidad» llegó el éxtasis colectivo, y eso que prácticamente estábamos a mitad de concierto.
Con un sonido impecable, los decibelios a tope, la voz de Manolo Bertrán en plena forma, una sección rítmica perfecta (Edu, Wally), la incontrolable guitarra de David y el insustituible Chumy a la armónica, el concierto tomó alas y encaró su segunda mitad intercalando clásicos («Srta. Alfa»), novedades (espectacular «La deriva continental», que en directo suena más a garaje sucio que a Beatles) y versiones (muy buena «We gotta get out of this place» de los Animals, y entrañable pero muy rockera adaptación del «Voy buscando» de Nino Bravo). También entrañable fue saber que entre el público se encontraba el protagonista de «Sonaba Julio Galcerá». Pero el ambiente todavía se podía caldear más, y lo hizo con «El asesino tocaba la armónica», uno de los momentos más esperados y que no defraudó en absoluto, con Chumy dueño absoluto del escenario. Sé que repito mucho la palabra, pero no se me ocurre otra mejor: brutal. 
Doctor Divago
«Frunciendo el ceño» y «En otra vida» sirvieron para llevarnos al amago de final que, tras sólo un par de minutos, desembocó en un bis que sirvió para recordar dos de los temas más queridos de Doctor Divago: «Eva» y «El vertiginoso atleta moral», con un espectacular despliegue de recursos, voces, coros, instrumentos, ruido, energía… Enorme final para un potentísimo concierto. Si ya salí anodadado del anterior, y en este me dejaron noqueado sin piedad (pequeño homenaje a la afición de Manolo por el boxeo), da miedo lo que pueda suceder en próximos compromisos. Porque los habrá, seguro, y nada da a entender que vayan a bajar el pistón ahora que lo tienen al máximo de revoluciones.
Por si quedaba alguna duda (a mí ninguna), Doctor Divago demostraron anoche que, pese a su casi mágica habilidad para desarrollar armonías, melodías y estribillos memorables al más puro estilo sixties, en realidad son una gran banda de rock. De ROCK en mayúsculas, mejor dicho. Tal vez, arriesgándome bastante porque lógicamente no las conozco a todas, una de las mejores y más en forma de la escena nacional. Parecerá una locura pero anoche, viendo a Chumy dejándose los pulmones con su armónica y a Manolo y David maltratando a sus guitarras, me paso fugazmente por la cabeza el nombre de otro doctor mítico: Dr Feelgood. Y eso, amigos, son palabras mayores para mí. Así que sólo puedo decir…¡Qué grandes son Doctor Divago!

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