Doctor Divago – Revuelta Elemental (Saimel Ediciones)

Según el Diccionario de la Real Academia Española, “Revuelta” quiere decir, entre otras cosas, algo enrevesado y difícil de comprender; sin embargo, “Elemental” se refiere a una necesidad primordial, a algo que debería resultar de fácil comprensión. La unión de los dos términos en un mismo concepto podría parecer paradójica desde el punto de vista del orden lingüístico establecido, pero no podría ser más adecuada a la hora de tratar de definir un concepto instaurado desde hace dieciséis años en los dominios del rock patrio. Ese concepto responde al nombre de Doctor Divago.

Dejando a un lado conceptos y órdenes establecidos, la aparición en el mercado discográfico de un disco como Revuelta Elemental, debería ser tenida en cuenta por el resto de agrupaciones de nuestro país como una especie de desafío; esta propuesta destaca por sí sola entre el resto, con mucho.
Tras el consabido intervalo compositivo entre disco y disco, Doctor Divago vuelve a subirse al cuadrilátero para ofrecernos una nueva entrega en la que no sobra ni uno solo de los cuarenta minutos y pico que integran el minutaje.

Después de escuchar el disco durante semanas –y teniendo en cuenta que no ha salido del reproductor desde entonces- , he llegado a una conclusión enrevesada y elemental a la vez: su título no es casual. Su diseño, inspirado en la Guerra Civil Española, tampoco lo es. El mensaje sedicioso y travieso que encierra queda reflejado de fuera a dentro, desde esos tonos rojos de la portada que emulan toda una tradición inscrita en el cartelismo republicano, hasta el sonido nítido e intenso que desprende toda la producción -llevada a cabo por Dani Cardona– y que parece gritar que toda revolución debe empezar desde dentro, y debe producirse contra toda esperanza.

No contentos con haber ampliado los horizontes del rock a lo largo de una andadura que camina indiferente a las etiquetas y a los tópicos musicales, los Divago llevan su revolución interior al exterior transformando referencias temporales en canciones atemporales, aportando sus propias normas al panorama musical y repartiéndolas en forma de octavillas contestatarias.
Me da la impresión de que estas canciones son –en parte- como un recuento de lo vivido hasta el momento. La confusión, las decepciones, el amor, la sensación de pérdida, la falta de comunicación, la necesidad de encontrar una válvula de escape, los valores esenciales, la incertidumbre, el amor -¿qué, ya lo había dicho?-, el inevitable catálogo de errores… La desesperación que reporta el estar vivo sazonada con una buena dosis de entusiasmo y autonomía. Y quizá con una conclusión: todas las contradicciones y leyes invariables de la vida pueden llegar a resolverse a través de la satisfacción personal y de la certeza de que los sueños –se cumplan o no- crecen siempre a su propio ritmo.

Manolo Bertrán –compositor-, ha conseguido un singular equilibrio entre letra, música y entonación que hace que el mensaje de las canciones sea más directo sin que por ello pierdan ni un ápice de la creatividad y el ingenio que las hace únicas.
Debido en parte a esa evolución, este disco se presenta como el más bello, demoledor y emotivo de su carrera. Y lo que les queda.

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