Eddine Saïd – La Boite (Barcelona)

El supernatural sonido de Eddine Saïd por fin sonó en directo. Ha mediado demasiado tiempo desde la concepción de su disco, grabado hace casi tres años, su publicación, a principios de 2003, y su primer concierto de presentación con cara y ojos, acaecido en una trista noche de jueves, de un mes de enero de estrés, mucho trabajo y poco dinero. La verdad es que esa noche de jueves, ir a ver a Eddine Saïd era la mejor de las opciones. Mejor que quedarse con el culo en el sofá tragando cualquier bazofia televisiva. O mejor que intentar dormir para salir pitando al día siguiente de casa. Salir un rato por la noche, alegra el día siguiente, aunque se haya dormido un poco menos (la breve y liviana siesta, ¡existe!). Y es que la música de Saïd aspira a transmitir alegría de vivir.

Onírica es un disco que hay que escuchar. Contiene momentos de música sencillamente brutales que, en directo, como demostró Noureddine El Khayati, funcionan muy bien. Y que incluso podrían funcionar mejor, cuando la banda esté más cohesionada (a pesar de lo bien que salió el bolo). Sonó el disco casi entero. Y sonó diferente, más improvisado y libre. Los cortes más funkoides funcionaron mejor en directo que los introspectivos. Aunque, si quieren emoción de la buena, Onírica la contiene a raudales; un bálsamo. La confidente voz de este cantante es de lo mejor que hay; así a bote pronto podría ser una combinación de este tipo: Khaled+Maxwell+Cheb Mami+Mos Def. No hay nadie como él en castellano, y su trayectoria musical ha ido de lo comercial, en grupos que pocos deben recordar, al underground, terreno de libertad pero también de dificultades.

Las afinidades de Eddine Saïd con el mundo del hip hop son evidentes, y naturales: recordamos sus apariciones con Solo los Solo, El Disop o Zemo; temas que, gracias a su aportación, redondeaban los discos, y los hacían grandes. El hip hop es un terreno vitalista que, “Como la Primera Vez”, siempre está en ebullición. Prueba de ello es que el concierto explotó definitivamente cuando Úrsula, la MC de los esperanzadores Sondkalle salió a escena a apoyar los gospels de Eddine Saïd. Como una “Mucha Muchacha” (en palabras de un amigo francés), Úrsula, más chula que un ocho –no actúa, es así; y se agradece mucho-, despertó a una audiencia adormecida (a causa de las sillas) que flaco favor le hizo a la apasionada sensualidad del barcelonés. Apetecía más bailar cuerpo con cuerpo; pero bueno, “què hi farem”. En todo caso, que siga haciendo conciertos es una buena noticia. Si Khelis ha conseguido salir de los infiernos, Saïd, que nunca ha caído en ellos, lo podrá conseguir. Esperan más escenarios, en los que quizás “sin alas podamos volar”. Eddine Saïd: el alma del liberador Abdelkrim; el artista.

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