Editors + The Twilight Sad – La Riviera (Madrid)

Fotos David Valentín

Sorprendente se me antojaba el sold-out de Editors en La Riviera. Estamos ante una banda que, tras los méritos obtenidos por las incontestables canciones incluidas en sus dos primeras obras, anda sumida en una especie de deriva en medio de la nada, intentado extender sus brazos hacia distintos territorios entre mesiánicos, electrónicos y de stadium-band que cuentan con la curiosa cualidad -o defecto- de no entusiasmar profundamente a nadie, pero tampoco de decepcionar clamorosamente.
Tras un tercer disco que dejó con el ceño fruncido a más de uno, el díscolo In this light on this evening (09), Editors enfiló la autopista errática de querer sonar maduros resultando, en realidad, rancios con The weight of your love (13) y, ahora, con la presentación de In dream (15) pretenden recuperar un terreno insalvable debido a su irregularidad manifiesta.

Bastó un comienzo templado con la atmosférica «No harm» para percibir que los ingleses han ganado en personalidad, presencia, tablas y carisma escénico con los años, especialmente su líder Tom Smith. Fue uno de sus mejores temas nuevos presentados, junto al tech-dark-soul de «Life is a fear», desde luego ambas a años luz de la intragable y pesada «Salvation».
Eso sí, cuando La audiencia enloqueció fue con los acertados rescates de sus inicios. Por un lado, los del redondo The back room (05): «Blood», «All sparks» y «Munich» al final del primer bloque de show. No tan acertados estuvieron los temas del también sobresaliente, aunque sobreproducido, An end has a start (07); salvo el inapelable brío mostrado en la ejecución de su tema homónimo, «Bones», «The racing rats» y -especialmente-  la versión acústica de «Smokers outside the hospital doors», no sonaron a la altura de su imponente fuerza en estudio.

Curiosamente, fueron los momentos álgidos de su huidizo In this light of this evening los que más destacaron e hicieron contonearse al respetable; gordísima la fiesta que armó «Papillon» en el bis y, anteriormente, mi gran debilidad darkwave «Bricks and mortar», prodigiosamente enlazada con «All the kings», una de sus grandes hazañas recientes que no debiera pasar tan desapercibida como esta noche me lo pareció.
Cuando quisieron trascender, demostraron que, para lo bueno o para lo malo, podrían ser los enésimos nuevos/viejos U2, pese a irritar al hacerlo a las formas de la facilona «A ton of love» o convencernos a nuestro pesar con ese cierre lleno de oficio que supuso «Marching orders».

Antes, los escoceses The twilight sad (que acompañarán a The Cure en gran parte de su gira estadounidense de 2016) habían tratado de cautivarnos con su afectado post-punk domesticado de tintes épicos, tan trufado de aspavientos y tics inocuos como de la sensación latente de que encima del escenario no pasaba absolutamente nada.

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