Eilen Jewell – Sala El Loco (Valencia)

En contra de la extendida opinión de que los grandes músicos sólo aspiran a ganar pasta y hacer grandes conciertos en estadios, y haciendo bueno a su vez el aforismo de “ten cuidado con lo que pides, no vaya a ser que lo consigas”, empieza a ser frecuente que artistas consagrados, o que se acercan peligrosamente al estrellato, monten sus bandas paralelas con las que huir de alguna forma (y temporalmente, claro) del agobio de la fama. Así nació Butcher Holler, el proyecto de Eilen Jewell con sus músicos habituales: el enorme Jerry Miller a la guitarra, Johnny Sciascia al contrabajo y Jason Beek, que también es su esposo, a la batería. En este caso había una doble motivación para el desdoble: por un lado, volver a sentir la excitación de tocar con más frecuencia en pequeños locales donde se puede notar la cercanía y el cariño del público; por otro, rendir homenaje a la gran cantante country Loretta Lynn, a la que Eilen descubrió por casualidad hace pocos años y de la que quedó prendada inmediatamente.

La motivación de estos combos paralelos, si atendemos a las declaraciones de sus componentes, suele ser simplemente la pura diversión sobre un escenario. Si a eso sumamos que Eilen Jewell ya lleva tres años consecutivos viniendo a España y dando muestras de que su menudo y serpenteante cuerpo disfruta enormemente sobre las tablas, en contacto con su público, el concierto de ayer prometía mucho.

Y las promesas se cumplieron con creces. Aproximadamente a las 23h la banda salió al escenario y arrancó con un instrumental al que pronto se sumó Eilen, enlazando con “Rain roll in”, de su álbum Sea of Tears (2009). Eilen pareció empezar algo titubeante, pero pronto se lanzó con sus simpáticos discursos en spanglish que divirtieron mucho al público y que desembocaron en algunos momentos verdaderamente entrañables. Tras ofrecernos otro par de canciones de “Sea of Tears” (“Sweet Rose”, “Final Hour”), Eilen y su banda, ya lanzados, cumplieron con la tarea de presentarnos sus versiones de Loretta Lynn, empezando con “Deep as your pocket”, aunque el grueso del concierto lo formaron canciones de sus discos anteriores: “Too hot to sleep”,“High shelf booze”, “Fading memory”, “Rich man’s world”, “One of those days”, “Heartache Boulevard”…

A pesar de que la sala (con un sonido perfecto, como viene siendo habitual) presentaba sólo media entrada, y eso siendo generosos, los pocos que estábamos allí ya nos habíamos entregado totalmente al concierto, y la banda lo debió notar desde el escenario porque se deshacían en elogios al público, proclamaban que iban a tocar un montón de canciones y prometían volver el próximo año a Valencia, y todo ello antes de acabar la actuación. Eilen parecía disfrutar más cuando soltaba la guitarra y se dejaba poseer por el espíritu del rock’n’roll (menudos bailes con las maracas) o del country-blues (carne de gallina en algunos momentos, como en “Taggin along with Jesus”, de su otra banda paralela Sacred Shakers). Es por eso que los momentos más disfrutables y potentes vinieron de la mano de sus tremendas versiones de “Shakin’ all over” (Johnny Kid and the Pirates) o “(Putty) in your hands” (The Shirelles, aunque ellos la presentaron como una versión de la a su vez genial versión de los Yardibrds). El esperado concierto de country calmado y suave se había convertido, de repente, en una increíble explosión de rock’n’roll, con un Jerry Miller sacando chispas de su guitarra y con el pequeño cuerpecillo de Eilen sacudiéndose como una culebra en éxtasis.

Tras deleitarnos con otras versiones de Loretta (“Don’t come home a drinkin’” y “Fist City” las más interesantes), presentarnos un par de nuevas canciones, y recuperar “I’m gonna dress in black” de su álbum anterior, la banda se despidió asegurando que ya no tenían más temas preparados. Lógicamente no tardaron ni 30 segundos en ser reclamados por el público, algo que ellos ya tendrían previsto puesto que se guardaron para los bises el as de “Honky tonk girl”, precisamente la canción de Loretta Lynn que sirvió para que Eilen pasara de camarera en el local donde la escuchó por primera vez a convertirse en una seria candidata al trono de Lucinda Williams.

La cálida “In the end” puso el broche final a un concierto que será difícil superar por su entrega, emoción e intensidad. De todos modos, es el tercer año consecutivo que nos visitan y sólo he leído maravillas de sus anteriores conciertos en nuestro país, así que hay muchas posibilidades de que la brutal experiencia que vivimos anoche en Valencia se repita en las próximas fechas de su gira española. Yo, por si acaso, no me los perdería.

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