EL VY – Return to the Moon (4AD Records)

A veces como vía de escape un artista que ejerce de voz principal de un grupo consagrado necesita ponerle voz a otro proyecto paralelo con el anhelo de dar rienda suelta a sus deseos más íntimos, aquellos que no son tan afines al resto de su banda. Y también a veces, las menos, el producto resultante es lo suficientemente evocador como para evitar que el disco acabe apilado entre las curiosidades y rarities a precio de saldo en las tiendas de discos dentro de la misma pestaña del grupo madre. Matt Berninger ha salido de ese patriarcado que conforma The National en el que él mismo ejerce de prolífico y atormentado Pater, beodo y consumista de buenos caldos. Para esta excursión se ha aliado con Brent Knopf de Menomena junto al que publica un exquisito y delicioso álbum que se merece todos los respetos, bajo el nada comercial nombre de EL VY (que nos dicen que debemos pronunciar algo así como el plural de «Elvis»). Un brillante y vapóreo ejercicio de cuarto de hotel, en el que Brent Knopfer ha compuesto una cama musical sobre la que descansa y juguetea la voz de barítono de Berninger. Y éste aprovecha la oportunidad para reposar su penetrante voz con la misma contundencia a la que nos tiene acostumbrados. Solo que esta vez canta a través de unas letras menos sombrías y robustas que las que suele utilizar como hilo conductor al mando de The National.

El resultado es un trepidante, ágil y apetecible disco que muestra las costuras en las primeras escuchas, situando al oyente en la misma posición que sus creadores desde el primer momento y facilitando así el acercamiento a aquel oyente que ha venido sólo por curiosear qué experimento es este. El primer toque de atención viene a través de una producción abundante que busca deliberadamente escapar de la etiqueta de The National, cosa no tan fácil de lograr teniendo en cuenta que han importado una de las características más definitorias del grupo de Ohio, la voz de Matt. Así que para evitar malas comparaciones las dos únicas vías de escape posible son a través de una instrumentación que como hemos dicho, conforma una bonita madeja, compleja pero mucho más vaporosa que deja más espacio entre notas e instrumentos que las densas composiciones de los National; la otra vía es a través de un ejercicio voluntario, un tanto forzado a veces, del Sr. Berninger como letrista que deliberadamente torna en ácido lo que suele ser amargo en sus canciones, tratando temas de tan rabiosa actualidad como la masturbación y la huída de alguien, de algo, de un amor y de uno mismo. Todos temas recurrentes ad nauseam pero que cantados y contados por Matt alcanzan la consistencia adecuada para ser tratados con el respeto que se merece.

Arranca el disco con toda la carne en el asador, haciendo esfuerzos para que por un lado se note la presencia del componente de Menomena y se olvide la omnipresente atractiva voz del atractivo de Berninger con canciones como «Return to the moon» que bien pudiera ser definitoria del resto del disco, junto a «Paul is alive», dos alegres canciones pop de tempo juguetón. Entre la que se encuentra otro tema lleno de juguetes musicales, «I´m the man to be» con un bajo muy a lo David Bowie en Scary Monsters, con la forzada voz de Berninger casi entonando en falseto. Las mencionadas junto a «Silent Ivy Hotel» y «Need a friend» conforman la primera parte del disco, esa en la que los dos artistas han intentado con más ahínco alejarse de su zona de comfort. Aunque afortunadamente las fuerzas debieron fallarles en la lucha contra su propia naturaleza (lo que agradecerán más los seguidores de The National) ya que en la segunda parte del disco es donde encontramos los temas más grandes del disco, justo cuando más se empiezan a parecer a The National.

Con los primeros compases de «No time to crank the sun» ya vemos que a estas alturas el disco va a ser completamente disfrutable, de principio a fin, con «It´s a Game» lo terminaremos de corroborar y es que los 41 minutos que dura el álbum lo convierten en mucho más que un mero entreteniminento para alivio de sus autores, quienes lo han convertido en uno de los discos más interesantes publicados recientemente. Ahí está si no dando broche de oro la tremenda «Happiness, Missouri», casi cerrando el disco de una forma locuaz, como si los autores la hubieran puesto en ese lugar queriendo recordar al oyente antes de que todo termine que esto no se ha trabajado comouna obra menor. Ni mucho menos.

 

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