Elvis vive en Valladolid, 42º aniversario (Valladolid) 16/08/19

Hace 42 años murió el hombre y nació la leyenda. Cada 16 de agosto desde 1977, el mundo recuerda por todo lo alto al que fue, es, y será, el rey indiscutible del rock ’n’ roll: Elvis Presley.

Y en Valladolid cada año, la delegación del Club Elvis en la ciudad se encarga de celebrarlo con todos los honores. Ya van seis ediciones en las que este evento atrae a cientos de personas, foráneos y autóctonos, niños y mayores, que abarrotan la plaza de Federico Wattenberg para disfrutar del espectáculo (y los días anteriores de las demás actividades programadas para el aniversario). Grandes artistas han pasado ya por este escenario, como el gran John Mencis y la legendaria banda Tennessee. En esta ocasión los encargados de dar la nota han sido la Neguri Big Band y el cuarteto vocal Velvet Candles.

El mejor jazz de cada casa: desde Ella Fitzgerald a Amy Winehouse

Con los veinticinco músicos en escena, y con puntualidad inglesa, a las ocho y media empezaron a sonar las primeras notas del clásico «All of me». Casi todo el repertorio de Neguri Big Band giró en torno a temas estrella de los años 30, 40 y 50, como «Blue Skies» o «Just a gigolo», y salvo dos excepciones («Fever» y «My way») no interpretaron nada de Elvis. Cabe destacar que, aun estando el público acostumbrado a la voz masculina en estos dos temas, «Fever» fue interpretada por la cantante femenina y fue increíble, al contrario que «My way» (interpretada por voz masculina) que dejó mucho que desear en cuanto al timbre. Sinceramente hay que saber dar la talla ante un público fiel a Elvis y con el imaginario repleto de cada acorde y cada giro de su voz.

A pesar de todo, muchas parejas se animaron a bailar y la plaza estallaba en aplausos tras cada canción. La calidad interpretativa fue muy buena y destacó el carisma de las dos cantantes –Constanza y Raquel– y el compañerismo latente entre ellas y el resto de músicos, que interpretaron a la perfección todo el repertorio con un registro muy acorde con el blues y el jazz, y que ofrecieron una visión diferente de temas como «Fever» o «Route 66» (aunque se echara en falta el ritmo frenético billy de esta última), que en origen no fueron orquestadas.

Se cerró la primera parte del espectáculo invitando a los Velvet a escena e interpretando «Jailhouse Rock» en conjunto, el primer tema con gran parte del público en pie bailando.

“Creo que es la primera vez que un grupo de 4 viene detrás de uno de 25, pero haremos lo que podamos.”

Con ese chascarrillo y su simpatía natural, Agustín saludó al público. Venidos desde Barcelona, el cuarteto formado por Agustín, Eduardo, Juan y Mamen, con nada más (¡y nada menos!) que sus voces y una guitarra, no dejaron indiferente a un público entregado y ya en caliente gracias a la banda que les precedía.

Comenzaron con la balada (de procedencia italiana) «It’s now or never», para continuar con un amplio repertorio exclusivamente de Elvis y acercándose mucho al góspel, algo no muy habitual en estos conciertos y un gran desconocido (pero siempre grato descubrimiento) para los que no conocen en profundidad la figura de Elvis. Entre estos espirituales destacaron «Swing down sweet chariot», «So high» y «Joshua fit the battle», todos muy bailables. También hubo espacio para baladas góspel, como «Crying in the chapel» (interpretada por Mamen), dotada de un gran carácter intimista y mágico al que ayudó no sólo la interpretación (habitualmente masculina) sino también los coros.

Ofrecieron un espectáculo único y diferente y en ningún momento se echó de menos una banda detrás. Puede que a esto ayudara el hecho de que muchos de los allí presentes tenían en el imaginario los temas originales y toda la orquesta sonaba en su cabeza. Su distintivo doo wop, la variedad de timbres y cómo los relacionaron fue uno de los rasgos del concierto, y es que en algunos temas como «Don’t be cruel»  la voz principal la interpretó la voz femenina (Mamen), y en otros como «Money honey» la voz de bajo (Juan).

Su plan era terminar el concierto con «Can’t help falling in love» (siguiendo la tradición establecida por Elvis en Las Vegas), pero tras la gran demanda del público y los constantes gritos de “otras tres” y tras deliberar unos segundos decidieron terminar el concierto con su bilingüe y peculiar versión de «Bésame mucho» (no es broma).

Cada agosto queda constancia de que Elvis sigue enamorando a miles de almas y presente en muchas ciudades de nuestra geografía.

Salud y rock n’ roll

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