Entrevista: Forastero

“Me parecen muy necesarios los grupos que tienen un discurso explícito, pero también creo que se puede romper con lo establecido a través de la heterodoxia como intentamos nosotros. “

Forastero es lo que, en otras condiciones más favorables para lo musical, podríamos llamar un súper grupo. Formado por músicos procedentes de otras bandas y proyectos como Javier Colís, Daniel Niño, Abraham Boba (en un principio) o Javier Gallego “Crudo”, la banda refleja en su música instrumental no solo el amplio abanico de influencias que le aporta cada miembro, sino también una voluntad de transgredir, de superar etiquetas, de desconcertar y tratar de remover conciencias, tanto en lo musical como, con las limitaciones que impone no incluir texto en sus canciones, en lo social. Nos lo cuenta, en nombre del grupo, Javier Gallego.

Todos los miembros de Forastero tenéis una trayectoria anterior, o paralela, en otros grupos. ¿Cómo nace la idea de juntaros en este proyecto?

Algunos de nosotros habíamos coincidido en esas aventuras anteriores o paralelas, como Dead Capo, Ginferno o Las Malas Lenguas, y habíamos hablado de hacer algo juntos que uniese las influencias y personalidades dispares de cada uno, para agitar la mezcla y hacer un cóctel molotov. Cuando yo dejé Dead Capo empecé a llamar a esos músicos con los que, en un momento u otro, había hablado de colaborar: Javier Colis que es la guitarra indiscutible de la vanguardia madrileña, Daniel Niño que es el saxo barítono más solicitado y versátil de la ciudad, lo mismo que se puede decir del contrabajo de Javier Díez Ena, y Abraham Boba que, además de ser el teclista de Nacho Vegas y tener un proyecto propio, tiene un gusto exquisito. Cuando Abraham tuvo que dejarlo por el éxito de León Benavente, probamos con Chavi Ontoria, que nos dio la negritud, y Sergio Salvi, que trajo la electrónica. De ahí sale el sonido de Forastero, intentamos hacer música instrumental compleja pero directa y bailable que tenga mucha pegada y ningún prejuicio. En eso estamos.

¿Es Forastero un divertimento, algo que habéis montado para pasarlo bien, o tiene vocación de consolidarse como grupo?

Tenemos la vocación de consolidarnos y crecer. Parte de la banda se dedica exclusivamente a la música y el resto hace tiempo que la entendemos como una dedicación profesional aunque tengamos otros trabajos y mantengamos el espíritu lúdico. Es divertido pero no un divertimento. Estamos en la oficina de management de Juan Santaner con Capsula, Corcobado, Perlita, Disco Las Palmeras, Lorena Álvarez o Virginia Maeso, gente que se divierte pero va en serio, y de hecho, el disco está sonando estas semanas en la BBC británica porque lo estamos moviendo por allí a ver si abrimos una vía fuera de nuestras fronteras.

¿Qué influencia tiene el cine en vuestra música? Al escuchar vuestro disco me vienen a la cabeza imágenes cinematográficas, y no solo por la música sino por algunos de los títulos de las canciones, el del disco e incluso el propio nombre de la banda.

Bebemos de las bandas sonoras más roqueras, jazzísticas y experimentales, sin duda, y además es inevitable que la música instrumental te remita a imágenes, al desaparecer la guía de la palabra. A nosotros mismos nos ha llevado ahí muchas veces de ahí que los títulos de algunos temas sean cinematográficos, y el nombre de la banda, pues también, como dices, te lleva al western, que es una de las muchas influencias que se andan pervertidas y perturbadas en nuestra música.

Forastero” parece indicar que no pertenecéis a ningún sitio en concreto. Al menos musicalmente, así parece. Aunque hay un sonido común a lo largo del disco, igual os acercáis al espagueti western que a la música africana, como en “Baile Watusi”.

Así es, el nombre es una forma de decir que no nos atamos a ningún estilo o género, que los sacamos de su sitio para que suenen de una forma impredecible y desconcertante. Nos gusta la idea de estar fuera de lugar, de la música que se mueve y se sale de sus fronteras. Somos el extranjero que reinterpreta a su manera torcida la música autóctona. Además en estos tiempos de localismos castradores y fanáticos, de rechazo a la diferencia, a lo que viene de fuera y a lo extraño, nosotros lo reivindicamos. La cultura es hibridación e intoxicación, no pureza.

¿También os sentís “forasteros” en otros sentidos? ¿Cómo os han recibido en la escena del jazz, por ejemplo? Porque lo vuestro parece otra cosa, diferente de lo, digamos, establecido.

Con nuestro planteamiento es inevitable que nos perciban como un elemento extraño y que nos sintamos forasteros en cualquier escena, tanto en el rock, como la electrónica, el jazz o la música negra, aunque tenemos de todas ellas. La ventaja es que puedes encajar en una u otra, el inconveniente es que no encajamos del todo. Tengo la impresión de que aquí no nos ven como un grupo de jazz, pero en Inglaterra, por ejemplo, donde tienen un concepto más amplio del término, es de lo que más han hablado en críticas y entrevistas que nos han hecho. Afortunadamente el público en nuestro país es cada vez más abierto, a veces más que algunas escenas, y espero que eso nos abra puertas.

Lo más sorprendente, al menos para mí, es que incluyáis una versión de un grupo techno, una música en principio muy alejada de lo que hacéis, como es Orbital. ¿De quién es la idea, cómo os decidís a ello?

Esa era la intención, sorprender con una versión eléctrica y roquera que le diera la vuelta a un clásico de la electrónica, aunque también es cierto que hay un elemento electrónico y de música dance en algunos de nuestros temas. La idea y el arreglo fue de nuestro contrabajista, Javier Díez Ena, que hace años que lo tenía en mente, porque Orbital y la electrónica de los 90 forma parte de nuestra educación musical. Nos gustó mucho la propuesta porque era también una manera de rendirle homenaje a aquella eclosión noventera de grupos como Orbital, Chemical Brothers, Underworld, Aphex Twin, Autechre… de los que también hemos bebido.

Títulos como “el dolor del dinero”, “la balada del hueso lamido” o “dormíamos, despertamos”, podrían pertenecer a canciones de algún disco punk o folk con contenido social. ¿Existe esa conciencia social en Forastero? ¿Se puede hacer música instrumental con un trasfondo crítico sin recurrir a las palabras?

No tenemos las palabras para hacer un denuncia social, claro, pero podemos dar algunos mensajes a través de los títulos y, en algún caso, como “Dormíamos, despertamos”, que es un lema del 15M, es una composición que hice pensando en lo que ha sido y es ese movimiento social. Existe una conciencia crítica en el grupo y una preocupación política que se ha filtrado a la música. Me parecen muy necesarios los grupos que tienen un discurso explícito, pero también creo que se puede romper con lo establecido a través de la heterodoxia como intentamos nosotros. Eso también es político. Huir de lo comercial, complaciente y domesticado, para hacer cultura y contracultura que amplíen las miras y fomenten un público más inquieto, insumiso y abierto. Un arte libre e inconformista te hace más libre e inconformista.

Creo que la foto de la portada del disco también tiene su historia… ¿Nos la podéis contar?

Es una foto de Alberto García-Alix de su última exposición “Un horizonte falso”. Le pidió a una artista que hiciera una maqueta de una ciudad de rascacielos a la que llamó San Carlos y la fotografió dándole ese aire fantasmagórico y expresionista, amenazante y onírico a la vez. Nos gustaba porque es un sitio en ninguna parte que es donde nos sentimos nosotros.

Muchos tenéis otros proyectos, como Javier Colís, que ha sacado disco hace poco, Abraham Boba con León Benavente, o Javier Gallego con su programa de radio y su actividad literaria. ¿Cómo se compagina todo, principalmente las giras y presentaciones de cada uno con las del grupo?

Abraham no pudo seguir compaginándolo porque el éxito de León Benavente ha sido tan absorbente que tuvo que dejarnos, aunque quedó parte de su trabajo reflejado en el disco y su marcha dio lugar a la formación actual en la que tenemos teclas y sintetizadores que le dan al proyecto más amplitud y versatilidad. Daniel Niño toca también con los Limboos y junto a “Chavi” Ontoria tiene un proyecto en común, Los Saxos del Averno, y ambos forman parte de Ogún Afrobeat, así que imagínate: hay que hacer encaje de bolillos para poder simultanear proyectos. Pero es que, además, no queda más remedio. Es muy difícil sobrevivir dedicándote a una única banda, a no ser que tengas mucho éxito. Así que todos tenemos otros trabajos, actividades o grupos y hacemos piruetas para poder sacarlo todo adelante. Desgraciadamente la cultura en este país está desasistida y abandonada, faltan infraestructuras, apoyos y divulgación. Si sale a flote es gracias, muchas veces, al esfuerzo titánico de los creadores. Por eso es tan importante que los músicos empecemos a organizarnos para presionar a las instituciones y defender nuestros derechos, como se está haciendo a través de la iniciativa de crear un Sindicato de Músicos, y que el público valore lo que cuesta, ni más ni menos.

¿Cuáles son los planes de Forastero para los próximos meses? Actuaciones, nuevo material, etc.

Hicimos un par de presentaciones que fueron muy bien en Madrid y Barcelona y a partir de febrero empezaremos a movernos con el disco todo lo que podamos, incluso fuera, donde como te decía está sonando “El submarinista en el tejado”. Esperamos poder meter la cabeza en festivales porque somos un grupo que se crece en directo y que tiene una energía contagiosa por lo que hemos podido ver en nuestros conciertos. No nos gustaría ser forasteros en nuestra propia tierra.

Forastero estarán presentando su disco el próximo sábado 18 de febrero en Segovia (Winter Indie City).

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