Entrevista: Hakim

“El shaabi es una música que tiene alma, que tiene profundidad y sentido en sí misma porque nace en la calle y es para la calle”

Dice Hakim que el lenguaje de la música es universal, por si alguien no se había enterado todavía. Pese a que no suena muy emocionante recordarlo, el aforismo popular sigue estando tan vigente como manido, y prueba de ello debe de ser el hecho de que siga reiterando en él uno al que en todo Oriente Medio y mucha parte del extranjero apodan El León de Egipto. Hakim parece bastante seguro de sí mismo, y le extrañaría mucho que, tras el que será su debut en escenarios españoles el 15 de septiembre en la barcelonesa Sala Apolo, el público de aquí no se rindiera como todos los demás al encanto vital y ultracontagioso de su shaabi pop, la música por excelencia del Egipto contemporáneo que abandera. Sabe que la rabiosísima vitalidad de su sonido y su voz es casi imparable, y que insufla movimiento y positividad en todos los corazones, independientemente del idioma que hablen, aunque le entristece que su mensaje no cale precisamente en algunos a los que se siente más próximo (la misma tarde en la que se produce la entrevista, Hakim comentó tener la intención de acercarse a dejar flores al memorial espontáneo en Las Ramblas por el atentado terrorista del mes pasado). La confianza en su habilidad para repartir ganas de vivir, así como en la música como bálsamo planetario, está en él, pues, prácticamente intacta; transluce a través de una sonrisa que casi no tiene suficiente espacio entre mejilla y mejilla, y con la que nos recibe en su hotel de la animada avenida del Paralelo de Barcelona. 

En primer lugar, lo más importante y preocupante: ¿cómo es que has tardado tanto en dar tu primer concierto en España? ¡Sobre todo, teniendo en cuenta lo cerca que te queda de Egipto!

Es una muy buena pregunta… ¡Para la que no tengo excusa! [Risas] Ha sido pura casualidad, tienes toda la razón en apuntarlo, aunque ésta primera actuación seguro que compensará con creces todos los años que he tardado en venir a España.

¡Espero que así sea! Y hablando de tu país de origen; procedes de una región del sur de Egipto y de una familia acomodada y conservadora (¡tu padre era hasta el alcalde de Maghagha, la ciudad donde creciste!) y, sin embargo, practicas un género musical como el shaabi, originario del centro/norte del país y muy conectado a las clases más humildes. Bajo esas circunstancias, ¿cómo llegaron a entrelazarse tu mundo y el del shaabi?

Me beneficié de haber crecido en un lugar en el que se encontraron dos estilos o dos culturas; la propia del sur en el que nací, y también la de unos inmigrantes que llegaron procedentes de ciudades grandes del este de Egipto como consecuencia de una mala coyuntura en la región en el año 1967. Así que bebí desde mis comienzos de este intercambio de sonidos, energías e incluso de instrumentos, lo que jugó totalmente a mi favor a la hora de ayudarme a conectar con el idioma popular, el de la calle, representado musicalmente en el shaabi, que es el género que adopté como propio. 

¿Cuál dirías que es el rasgo o los rasgos esenciales que distinguen el shaabi de cualquier sonido o música en el resto del mundo?

Sin dudarlo, serían la alegría, la manera de actuar o de moverse y transmitir, y los instrumentos musicales particulares que se utilizan para tocar el shaabi.

Muy específico, sí señor.

[Risas] El shaabi es, al final del día y literalmente, la música del pueblo: “shaab” significa “pueblo” en árabe, y el shaabi como canción popular es una música que tiene alma, que tiene profundidad y sentido en sí misma porque nace en la calle y es para la calle.

Comenzaste de adolescente con tu banda local, tocando versiones de artistas clásicos de shaabi como Ahmed Adaweya, Mohamed El Ezabi y Abdel Ghani Al Sayed, y terminaste convertido en un icono pop. ¿Qué te llevó a dar el paso de la tradición a la modernidad en tu música? ¿Hubo un punto de inflexión o fue más bien un proceso progresivo?

Yo siempre he negado haber empezado a modernizar a partir de un momento concreto; considero que, como artista, nací modernizando y queriendo hacer algo diferente, nunca siguiendo la tradición. Desde que empecé de muy joven con mi banda, supe que la clave del éxito residía en hacer algo distinto, pero siempre con un toque de gracia y manteniendo el respeto. Reconozco mi deuda con el shaabi antiguo y no he entrado nunca en contradicción con el mismo, sino que desarrollé una línea nueva e independiente.

Para mí fue Omar Fathy, uno de mis mayores ídolos (que por desgracia hubo de morir demasiado pronto), quien de verdad impulsó la modernización del shaabi y cuyos pasos yo seguí. Pero, en definitiva, he sido mucho más moderno que tradicional casi desde pequeño.

Wow, ¡todo un prodigio!

[Risas]

Aparece recurrentemente en tus biografías una figura a la que misteriosamente se describe como “acordeonista callejero”, Ibrahim El Fayoumi, que se dice que fue clave en la definición de tu estilo renovador y te inspiró para acercar el shaabi a la juventud.

Pero Ibrahim El Fayoumi fue quien me adoptó en Egipto. No llegué a considerarlo mi padrino, pero casi. Siempre tuvo mucha paciencia conmigo, me enseñó muchísimas cosas y me guio en muchos momentos; fue toda una referencia para mí.

¿Pero digamos que no era un artista conocido ni en Egipto? Por esto de que lo describen como “acordeonista callejero”.

No, es que “callejero” aquí significa que procede de una calle en El Cairo llamada Mohammed Ali, que es considerada (o solía ser considerada) una escuela de música. Era un punto de encuentro para todos los músicos, una universidad, y de allí salían los mejores artistas de Egipto. En cada piso de cada bloque hay bandas, cantantes, bailarinas, instrumentalistas… ¡Y no cualquiera podía estar allí! Había que tener un nivel para ser competitivo y poder dejarse ver por Mohammed Ali. No es que Ibrahim El Fayoumi estuviera en una calle cualquiera; ¡estaba en la calle de la música egipcia!

Llevando a cuestas una carrera ya tan considerablemente dilatada y prestigiosa, ¿comienzas a ser capaz de distinguir la influencia de tu obra? ¿Oyes una canción en la radio, o descubres a algún nuevo talento, e instantáneamente tienes que decirte a ti mismo, “esto lo sacó de mí”?

Sí, sí, totalmente, me pasa a menudo, aunque más que en una canción o artista concreto, percibo la influencia global en la música contemporánea de mi escuela y mi estilo.

¿Y dicha influencia se restringe al mundo árabe o traspasa también sus fronteras?

Pues hay precisamente dos cantantes en Grecia a quienes les vuelve totalmente locos mi estilo, hasta el punto de que calcan mis canciones con total precisión y les ponen otra letra en griego.

¡¿En serio?!

Es que existe un intercambio de composiciones muy fluido entre Egipto, Turquía, Grecia… A parte, uno de los tipos griegos también es muy fan, ¡y jura y perjura que vendrá al concierto de Barcelona o al de París! Éste individuo, además, tiene estudiados hasta mis gestos, mis gritos, mis trucos para levantar el ánimo del público… ¡Se los memoriza y los hace! He visto cosas suyas y, de verdad, ¡no podía creerlo! ¡Era igualito a mí! [Risas]

¡Eso sí es tener fans y lo demás son tonterías!

[Risas] ¡Claro! Son unos treinta años de trayectoria, a estas alturas… Mi primer álbum se lanzó un martes, 17 de diciembre de 1991, y nací artísticamente con una canción de ese disco titulada “Al Nazra”, que quiero pensar que fue el estallido de mi propia y nueva voz. Así que, por supuesto, des del 1991 hasta hoy he tenido mucho tiempo para hacerme oír.

Para tu público en Europa o en América, que en su mayoría no habla ni entiende el árabe, ¿cuál crees que es el atractivo principal de tu música? Porque tengo entendido que gran parte del encanto de tu trabajo reside en las letras, que poseen un papel bastante potente y conmovedor.

Es una muy buena pregunta, ciertamente…

Tamer, el traductor, interrumpe para contar un anécdota muy ilustrativo de éste preciso hecho: “Cuando trabajaba de guía turístico en El Cairo, hace muchos años, y queríamos darle un toque de marcha al grupo en el autobús, poníamos una canción de Hakim y la gente no podía evitar levantarse y ponerse a bailar. ¡Imagina a una chica española bailando música árabe, sin entender una palabra, dentro de un autobús en marcha! Sus canciones tienen una chispa casi imposible de resistir, independientemente de la lengua que uno hable.”

La música, al final, es un idioma universal. Es como el futbol: todo el mundo la entiende. Y no es únicamente la letra, lo que comunica, sino que se dialoga con algo que hay muy dentro de cada ser humano, con una alegría de vivir. Mis canciones pueden clasificarse como elegantes o ligeras, en el sentido de que no son pesadas ni difíciles de digerir, y es por eso que conectan muy fácilmente con todo el mundo. Yo hago mi música para servir al público, y canto exclusivamente por y para la gente. Si el público disfruta, yo disfruto.

Existen tres elementos esenciales para ganarse al fan, desde mi proceder: el primero es la sinceridad, la conversación honesta de corazón a corazón. Después está la actuación, el comunicar con gestos y con el lenguaje corporal. Y por último también es necesaria la concordancia de la melodía y el ritmo con el pulso de la actualidad, el hacer algo que conecte con la gente de hoy, que no les aburra.

Teniendo en su haber logros de la talla de haber sido el primer artista árabe en participar en una ceremonia de los Premios Nobel, colaboraciones con genios de la talla de Stevie Wonder o James Brown, conciertos y giras en medio mundo, ¿cuál consideras que es tu mayor logro hasta la fecha?

La ceremonia de los Nobel, sin dudarlo ni un segundo. Aunque quizás también daría una mención muy honorífica a una actuación en la que participé en Nueva York, interpretando una canción cuyo título podría traducirse como “Un Único Mundo” y que fue patrocinada por nada menos que Nelson Mandela.

¿Y qué tienes pendiente conseguir o qué te gustaría hacer que todavía no hayas conseguido, si es que hay algo?

¡Actuar aquí, en Apolo, evidentemente! [Risas]

¡Nos acabas de ganar para siempre! Así que ya para terminar con esa bonita nota, una pregunta algo filosófica que le copio a un periodista musical canadiense, Nardwuar the Human Serviette, quien por desgracia para él, no entrevista a muchos artistas de tu género; ¿por qué debería a la gente importarle Hakim?

Para ser alegre. Si quieres ser una persona alegre, pon a Hakim en tu vida musical.

¡Eso haremos, que falta nos hace!

Fotografías: Anna Letícia Rattes

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