Entrevistamos a Johnny B. Zero

Johnny B. Zero es un grupo valenciano cuyo núcleo duro, podríamos decir, está formado por dos tipos de gran personalidad, exquisito gusto musical y enorme cultura: Juanma Pastor y Julio Fuertes. Juntos han hecho algunos excelentes discos en estos últimos años, unos trabajos nada obvios y provocadores en lo musical. Es un placer volver a hablar con ellos para que nos cuenten la intrahistoria de su nuevo álbum, Suicide Watermelon Stories, que de nuevo promete descolocar al oyente y enfrentarlo a un conglomerado de géneros para el que todavía no tenemos una etiqueta.

Al mismo tiempo que estáis girando todavía con Birds (Hall of Fame, 2017), vuestro anterior disco, habéis sacado uno nuevo casi por sorpresa, Suicide Watermelon Stories (Hidden Track Recrds, 2018). ¿Por qué tan en secreto?

No quisimos llevarlo muy en secreto, más bien fue un proceso natural tras la entrada de Pablo (saxo) en la banda. Encontramos de pronto una estabilidad en la formación que no habíamos tenido anteriormente, y sin preámbulos ni rituales nos metimos en la producción, sin hacer demasiado ruido.

Me imagino que mientras os encontrabais presentando Birds en directo estabais ya componiendo estas nuevas canciones. ¿No sois de los que necesitan descansos, quemar etapas? ¿Os inspira la carretera?

Yo (Juanma) suelo componer mucho, es lo que mejor sé hacer, así es que teníamos canciones de sobra. También es posible que cambiar nuestro método de producción nos motivase a meternos a trabajar. Con cambio de método quiero decir que Julio y yo permitimos que todo fuese más orgánico, y que Pablo y Luis también participaran más en la toma de decisiones, que se hiciera un grado más de preproducción tocando juntos en el local de ensayo, previo a entrar en el estudio.

Además, por si faltaba poco, nada menos que un álbum doble con 16 canciones. ¿Os habéis lanzado sin filtros a grabar todo, o ha habido descartes?

Sinceramente, los temas que hay son los que formaban parte del plan desde que empezamos a pensar en el disco, junto con tres más que no llegamos a grabar. Los tres que se quedaron fuera no eran ni mucho menos los peores, pero eran los últimos que teníamos planeados y a la falta de fuerzas se sumaba la sensación de que el disco estaba ya muy redondo.

¿Por qué un disco doble en formato CD cuando por minutaje cabría perfectamente en un solo disco?

Efectivamente, ‘Suicide Watermelon Stories’ consta de 16 canciones y dura 61 minutos. La decisión de publicarlo en dos CDs tiene dos explicaciones. La primera, una práctica: la división en dos discos cambia mucho la manera de escuchar. No obligamos a la gente a que vuelva a empezar el disco entero cada vez que lo ponga en el coche, por ejemplo. Se puede elegir entre los dos volúmenes, y cada uno tiene su particular narrativa. Por otra parte, en el tiempo de los EPs nos parecía muy punk y muy divertido sacar un disco doble, que seguramente es el opuesto diametral. Nuestra sensación es que en general se hacen muchos experimentos con la esperanza de “petarlo”, sea lo que sea eso, y nosotros siempre hemos tenido la obsesión de crear música, discos con sentido, un sentido dentro de toda la discografía, una personalidad defendida por decenas de canciones. Para nosotros tiene sentido así, fuera de las fórmulas (si funcionaran las fórmulas el mundo estaría plagado de estrellas del rock), y creemos que en general la gente lo agradece, porque recibimos mucho cariño de oyentes.

«En el tiempo de los EPs nos parecía muy punk y muy divertido sacar un disco doble»

En fin, en algún momento deberemos hablar de la música que contiene Suicide Watermelon Stories. El momento temido, porque la música de Johnny B. Zero rehúye todo tipo de etiquetas y es refractaria a análisis simples. ¿Qué teníais en mente cuando empezasteis a componer las canciones del nuevo disco? ¿Partisteis de alguna premisa, o a lo que saliera?

Pues a priori, yo (Juanma) escribo acerca de las cosas que me interesan y preocupan, por ejemplo, mi sentimentalidad, la política, escribo acerca de la propia narrativa, también me gusta contar historias desde diversos puntos de vista… Pero además, algo importante en Johnny B. Zero es que las capas que se generan en las fases de producción e instrumentación añaden mucha profundad y complejidad. La gracia de nuestra música es que la personalidad de cada uno de los miembros de la banda es lo suficientemente interesante como para impregnar la canción de vida desde un punto de vista directamente musical. Nuestro punto de partida ha sido siempre la música, no ir vestidos a la última moda, decir la consigna que toca ahora o ser lo más ‘cool’ dentro de una tendencia.

No sé si os habéis dejado algún estilo por tocar, o trastocar, en este disco. Hay sintetizadores, rock, blues, glam, guiños a la música barroca, a la caribeña, a los Beatles, a Captain Beefheart, al free jazz… ¿Me dejo algo?

Creo que nuestro interés por la diferencia y por tratar de entender y retratar diversos puntos de vista nos hacen relacionarnos con diferentes estilos, pero no es del todo consciente. Por supuesto hay mucho de todo, y el hecho de que seamos cuatro intérpretes cada uno con nuestras obsesiones y tradiciones hace que se multipliquen las referencias. Así es que no te puedo decir si te dejas algo…

Con tanta variedad, al menos en primeras escuchas, ¿hay algo que se pudiese definir como la esencia de estas canciones, su materia prima básica? ¿Un hilo conductor que las enhebre, algo que tengan todas en común?

A nivel temático, una visión algo pesimista de la sociedad pero con un punto muy vital, muy físico o muy del cuerpo. Y a nivel musical, las sensibilidades de las cuatro personas que formamos la banda, las intenciones que nos exigimos en cada momento a la hora de tocar y que imprimimos voluntariamente en las canciones.

Suicide Watermelon, con todas sus piruetas y su formato doble, me recuerda a discos con la misma variedad y experimentación como el White Album de los Beatles o el Songs in the Key of Life de Stevie Wonder, por decir dos con los que, creo, hay cierta conexión. ¿La hay? Hablando de Stevie, ¿es «There’s a line» lo más cerca que habéis estado de él en vuestra carrera?

No es una conexión directa y muy consciente en el sentido de que no hay homenajes ni referencias excesivamente claras. Pero sí, para mí (Juanma), desde niño, ese tipo de discos, donde la pluralidad de voces y estilos son la norma, han sido mis preferidos. Podría decir que inconscientemente han sido discos ideales para mí. Y al respecto de «There’s a Line», es posible que en el aire caribeño y en los aires de la producción se encuentre cercano al Stevie Wonder de los 70. Para mí, desde un punto de vista lírico, se encontraría incluso más cerca de Lennon que de Stevie.

¿Y es «The Emperor» lo más cerca que habéis estado de Beck? Por la parte del rap, claro, pero también por el fondo instrumental para el que creo que usáis una caja de ritmos. ¿Me equivoco?

Cuando empezamos a diseñar la producción de la canción, nuestro punto de partida fue Prince. «The Ballad of Dorothy Parker» siempre está presente en nuestras conversaciones durante la producción de medios tiempos. Fue un tema fetiche para mí durante años. Cuando se lo enseñé a Julio también se obsesionó. Así que Julio utilizó el aspecto más morboso de ese tema para la base (que usa samples de caja de ritmos, efectivamente) y le dio un aire algo «trapero», echado para atrás. Luego lo juntamos con el sinte y con esa marcianada que es la flauta electrónica de Pablo (EWI). Cuando canté la canción, que tiene una melodía tremendamente pop, sobre esas texturas eléctronicas, sonó con cierta peculiaridad. Y cuando propuse a Julio que rapeara, el tema se fue a ese terreno eléctronico hiphopero en el que co-existe Beck. No fue nuestra intención emularlo en ningún momento, pero también me han dicho que el tema tiene un aire a Radiohead, y yo no tengo ni un disco suyo. Las influencias siempre se acaban escapando de las manos.

Me parece que este álbum será un manjar para alguien que domine los trucos y registros del rock cercano a la vanguardia y la experimentación. Me imagino códigos ocultos y coñas internas de músicos por todos lados, cosas como afinaciones diferentes, escalas pentatónicas, dodecafonismo, guiños a Stravinsky, a Coltrane o a Bartók, transposiciones cromáticas, atonalismos… Pero no es mi caso, yo soy completamente profano en la materia, así que me gustaría que, sin desvelar del todo vuestros métodos y trucos, nos echarais algo de luz sobre el tema.

Sí, en cierta medida hay diálogo con diversas tradiciones, pero no es muy consciente. A nosotros como cuatro individuos nos interesa mucha música diferente, y nos gusta estudiarla. Así es que en mi imaginario musical, por ejemplo, aparecen Lennon, Prince, Stravinsky, Bach o Coltrane con la misma naturalidad. Para expresar algo utilizando mi sensibilidad como filtro tendrá que aparecer mucha textura diferente por necesidad. Ahora, en Johnny B. Zero hacemos música rock y pop, y nunca apelamos a élites para que compartan consignas y referentes snobs. Nosotros escribimos música para nosotros mismos y para el público, nunca para «iniciados». Es gracioso que luego las bandas copian a un solo músico y se dice que son originales, pero si actúas con libertad y tratas de crear y experimentar con texturas y lo llevas al lenguaje popular, despiertas el lado perezoso del «iniciado» al que parecen gustarle las cosas prefabricadas. Las dos o tres referencias directas que hay en el disco son completamente jocosas. Por ejemplo «Instagramer», que es una especie de reggaeton, empieza con 5 acordes del «Erbarme dich» de la Pasión según San Mateo de Bach, pero tal y como lo hemos tocado parece sacado de una canción de Chayanne.

«Nunca apelamos a élites para que compartan consignas y referentes snobs»

La complejidad y variedad de vuestra música hace que se hable poco, en mi opinión, de vuestras letras. ¿Qué importancia tienen dentro de Johnny B. Zero? ¿Hay mensajes que queráis transmitir a través de ellas, o sois simplemente storytellers en la tradición que va de los trovadores medievales a Dylan y sus herederos?

Al respecto de las letras, sí, son muy importantes en nuestra música. Como he dicho anteriormente, escribo acerca de los temas que me interesan y preocupan, y sobre todo que los que tengan una vigencia en la sociedad y momento actual. A veces juego a ser superficial con ironía, y otras veces más sesudo en todo el proceso. Por ejemplo en «Grey Elephants» hablo de la impotencia y la insatisfacción tanto en lo sentimental como en lo social de una manera un poco abrupta y sin mucha vergüenza:

«I was afraid last night I didn’t satisfy your expectations,
The critics in this town say that I’m slow and pretty defensive
But I only slow down
Slow down, slow down.»

El storytelling también me interesa mucho y temas como «Johnny B. Zero» creo que son muy representativos de esto, sí.

Habéis cambiado de sello después de mucho tiempo con los británicos Ham House. El nuevo álbum sale con Hidden Track Records, ¿cierto? ¿A qué se ha debido el cambio?

Bueno, después de Ham House, también estuvimos en Hall of Fame, con quienes sacamos Birds. Pero el cambio a Hidden Track, al igual que el anterior, se debe a que tenemos la sensación de que el ecosistema musical de este país está muerto a ciertos niveles, parece que a nadie le importe la música. Solemos plantear los cambios intentando encontrar nuevas situaciones que nos den frescura para sobrevivir en momentos determinados.

No tengo claro si este es vuestro primer disco con Pablo, vuestro saxofonista, pero lo que sí es seguro es que su presencia se nota muchísimo. ¿Qué os ha aportado como grupo? ¿Cómo ha influido su presencia a la hora de componer los nuevos temas?

Éste es el primer disco en el que Pablo forma parte del núcleo sólido de la banda. Sí, se nota mucho su presencia, y no sólo toca el saxo, sino también el EWI, un sinte muy peculiar. Como ya te he comentado antes, la entrada de Pablo ha hecho que tengamos la formación más estable de Johnny B Zero hasta el momento. Tiene un papel muy interesante que invita a los demás a ocupar posiciones más estables, y  esto le ha dado también una solidez tremenda al sonido de la banda. Es un músico con gran imaginación y un groove sensacional.

Vuestros directos son algo fuera de lo común. ¿Os habéis planteado grabar un álbum en vivo, o es imposible captar en una grabación lo que sucede en el escenario, y entre vosotros y el público?

En principio no nos lo habíamos planteado porque la gente suele tener muchos prejuicios acerca de cómo tiene que ser la trayectoria de una banda y parece que los discos de directos tienen que llegar entre el quinto LP y la sexta luna de Saturno. Luego nos pasó una cosa y es que uno de los técnicos más veteranos de Valencia, Shipley (trabaja con M-Clan en sus giras, por ejemplo) grabó uno de los conciertos con más voltaje que hemos vivido: la despedida de Birds en 16 Toneladas en Valencia. Nos hizo ilusión porque llamó al día siguiente y nos dijo que le había emocionado escucharlo, así que no es tan descabellado coger ese audio y montar algo un día de estos. Si fuera por nosotros romperíamos la máquina a base de sacar canciones y material.

¿Estáis ya presentando el nuevo disco en directo? ¿Qué actuaciones tenéis  previstas para los próximos meses? ¿Os llaman ya de festivales, o todavía no?

Llevamos tres o cuatro conciertos metiendo canciones del disco, pero todavía no había salido. Ahora es cuando empieza la cosa de verdad: el 21 de abril en San Sebastián, el 12 de mayo en Madrid, el 18 en Murcia, el concierto de Festimad (1 de mayo en la plaza de toros de Móstoles). Lo fuerte empezará a la vuelta del verano, seguramente. Los festivales, según hemos aprendido, funcionan mucho con transacciones y monedas de cambio, y como somos una célula terrorista un poco ajena a casi todo, no ha habido nadie que nos comprevenda, pero sí que hemos ganado la categoría estatal del Festimad, que es el festival más antiguo del país, y estamos muy contentos con eso porque la única transacción que había ahí era poner unas canciones encima de la mesa y dejar deliberar a un jurado. ¡No está mal!

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