Ezra Furman – Day of the Dog (Bar None Records)

Dice el propio Ezra Furman que este disco es una petición para que el mundo abandone su estado previo, uno de insatisfacción profunda. No deja de resultar paradójico que sea precisamente con este Day of the Dog, un trabajo mucho menos áspero y, desde luego, toneladas más jaranero y fresco que su debut, con el que Furman pretenda darle la vuelta a esta realidad que de tan gastada ya enseña lo que hay debajo. La bailable «Tell em all to go to hell» es probablemente lo primero que saldría por ese embudo que aglomera la fiesta y el hastío vital en general que propone este disco.

Day of the Dog, que está grabado, y muy bien, con los Boy-Friends, es netamente superior a The Year of No Returning, publicado el año pasado. Furman abandona ese bonnietylerismo en la voz, que suena menos forzada, y proyecta un disco excelentemente producido que estira del hilo de la pasada «That´s when it hits me» para levantarse entre la ciénaga de una realidad insoportable. «Slacker Adria», ese choque entre los 13th Floor Elevators y el punk neoyorkino de los 70, empieza con un lacónico «lost my faith in my government, gonna watch TV in my apartment» y termina con una orden en bucle («make it all go away«) justo antes de ponerse ruidosa y turbia.

El resto del disco tira mucho del ambiente de club pequeño y apretado, de garage domesticado, pero también se encarga de dejar claro que hay algo más que aporrear la guitarra y entregarse a la fiesta. «I wanna destroy myself», «Tell em all to go to hell», «Anything can happen», «And maybe God is a train», «At the bottom of the ocean» o «Walk on in darkness» (un cruce entre The Coral y un club de los 50) son poco más que hedonismo garage y punk: sólo que el «poco más» son palmas, saxos, clarinetes, coros y muchas más cosas de esas que te da grabar con una banda detrás. La otra cara del disco permite que Furman saque el azúcar glass («The mall»), tense sus cuerdas vocales («Day of the dog») o simplemente encuentre en la máquina del tiempo joyas que llevaban décadas esperando que alguien las entendiera (la arquitectura interminable de la magnífica «My zero» o el estribillo de «Cherry Lane» ya valen por todo el disco)

Una muy buena noticia para este 2013 que empieza a exhalar.

 

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