Fabián – La Fe Remota (La Viejita Música)

A un ritmo casi matemático, cinco discos en diez años, el cantante y compositor Fabián sigue publicando pequeñas joyas musicales que, lamentablemente, obtienen bastante menos repercusión de la que merecen. El leonés es un orfebre, un artesano de los que quedan pocos, que talla cada canción, la pule, la pinta y la reviste de arreglos pulcros, exactos, hermosos. El particular medio falsete de su voz, embellecida habitualmente con un pequeño efecto de eco o reverberación, convierte sus canciones en gotas de fina lluvia que van calando en el oyente. Todo ello, junto con el hecho de cantar en castellano (encontrando siempre las palabras exactas para conseguir el efecto buscado, es también un artesano del idioma), convierte su música en una seña de identidad, en una marca de agua: basta escuchar unos segundos de una canción suya para saber que lo es. Personalidad, lo llaman, y yo añadiría tener las ideas claras y ser sincero con su arte.

No hay grandes diferencias de estilo entre La fe remota (La Viejita Música, 2015) y su anterior álbum La brisa leve / La luz distinta (Autoeditado, 2013), salvo que la calidad de las composiciones y los arreglos sigue, aunque parezca imposible, en aumento. Fabián sigue alternando entre la electricidad intensa (maravillosa «Sálvalo» y su crescendo dramático, épica de dormitorio) y la suavidad soft-rock, muy a lo Fleetwood Mac, de la mayoría de sus canciones («Turista», que abre el álbum, es un buen ejemplo de ello). Sin ser un crooner como Bryan Ferry, sus canciones comparten una elegancia innata y la creación de ambientes cálidos, íntimos, algo que también lo emparenta con los discos en solitario de Natalie Merchant o los devaneos menos rockeros de Ryan Adams. El guiño a Simon and Garfunkel y su folk andino de «El cóndor pasa» en «Camina conmigo» es anecdótico, respetuoso e interesante. Los ecos a Jorge Drexler o Lluís Llach también, aunque menos obvios.

Maravillas melódicas como la melancólica «He quedado con los chicos» deberían sonar en todas las radios, pero ese pop entre nostálgico y feliz de Fabián parece quedarse en tierra de nadie: demasiado nostálgico para los amantes del R&B o el reggaeton, demasiado feliz para los indies más introspectivos y desdichados. No importa: su territorio está definido y las puertas abiertas para quien quiera acercarse.

 

 

 

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