Festival BAM – 3ª Jornada – Estació de França (Barcelona)

No fue hasta la última jornada del BAM que la Estació de França vivió
un lleno semejante al que se produjo el año pasado, aquella noche en la que
tocaron Los Planetas. Y es que el atractivo era doble: por una parte,
la actuación de Spiritualized, y, por otra, la celebración del número
100 de la publicación gratuíta Mondo Sonoro, que organizó una fiesta
en la que diversos grupos debían versionar a grandes bandas de antaño.

En el escenario grande, Manta Ray iniciaban la última noche con los
mismos problemas de sonido que se produjeron a lo largo de todo el festival.
Y es que, para poder disfrutar de su música, para poder sentir como te
envuelve y como se recrea, es necesario, a parte de una sala que pueda
contener toda la emoción del momento, unas condiciones acústicas más
aceptables. Les faltó un poco de fuerza, pero volvieron a demostrar su
seguridad y su gran directo, no solo por sonido, sino también gracias a su
increíble juego de luces.

El show de Spiritualized fue, sin duda, el más espectacular de todo el
festival, por la potencia de su sonido, por su gran despliegue sonoro y por
su exhuberancia. Desde los sonidos más sucios, hasta los momentos más
mínimos y luminosos. Sin duda, un concierto para dejar a más de uno con la
boca abierta. La actitud de Jason Pierce, sentado con su guitarra,
contrastaba sobremanera con la exhuberancia y altisonancia de su música, que
invadía el campo contrario. Amazing Grace (Sanctuary, 03), su último
trabajo de estudio, suena muy intenso en directo, y próximamente volveremos
a disfrutar con ellos durante el Wintercase.

Por el contrario, vivimos con muy poco entusiasmo el concierto de The
Residents
, una caricatura post-punk de mensaje crítico-satánico
(máscaras de diablo, poses «infernales») que no hubiera molestado ni al
cardenal Ricard María Carles, tan dado a la «condena» él, sobretodo cuando
se trata de criminalizar a los jóvenes. Flojísimos, aunque quizás no era el
sitio adecuado para disfrutarlos. En todo caso, The Residents merecen un
respeto por tratarse de una banda histórica que intenta demostrar que el
«freakismo» bien puede pervivir con cierta dignidad en la madurez. Mejores
tiempos debieron vivir, qué duda cabe.

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El espléndido directo de Dave Clarke, sin embargo, bien valió un
contrapunto al show de The Residents. Ya sabemos que es sólo un disc-jockey,
que cobra una millonada (cosa relativa hoy en día, además de dudosa en su
caso: mucho más cobran los pinchadiscos de las discotecas del monopolio,
como Ministry, gracias a los réditos televisivos y las exenciones fiscales:
y nadie dice nada). Desinformadas crónicas, las que denigraron a Clarke, de
quienes no entienden de músicas alejadas de los patrones típicos, y ni
siquiera intentan indagar en lo que se conoce como «separar el grano de la
paja». No sabrán jamás lo que se perdieron, porque Clarke demostró que, en
directo, su Archive One, del año 1996, es la descarga más impresionante
que las estructuras de hierro de la antigua estación de tren han debido de
soportar nunca. ¡Qué grande sonaba todo, por fin! Su austera puesta en
escena dio pie a una actuación tremebunda de música techno, nada
convencional y nada oída, aunque ignorantes oídos insistan en meter esto en
el mismo saco de siempre. Dinamismos euforizantes, oscuridad industrial,
intuiciones de temas escuchados en Archive One, nuevos temas mezclados con
secos retazos de voces house, patrones rítmicos sorprendentes, detalles de
rudeza experimental, contundencia científicamente controlada. Faltó algún
pespunte old-school electro, una música de la que Clarke es un gran
conocedor, siendo sus inolvidables sesiones X-mix/Electro-Boogie un
gran ejemplo de cómo mezclar la música con la pasión y la sabiduría de un
auténtico profesor. Gran DJ pero mejor músico, como demostró, finalmente, el
otro día.

En el escenario Mondo Sonoro, Tony Manero y Tuesday Afternoon intentaban convencer a un público que no se dejaba convencer, y que estaba esperando a los grupos siguientes.

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Freak XXI fueron una de las bandas que más sorprendieron, aunque el público se mostrara, sobre todo al
principio, bastante frío. Eran los encargados de homenajear a The
Cure
, y tan en serio se tomaron su trabajo que, musicalmente, lograron
prácticamente calcar a la banda de Robert Smith. Escogieron algunos
de los temas más conocidos de la banda, como «Friday i’m in love», una de
las canciones más coloristas de las escogidas, o «Come close», de las más
oscuras. Una actuación realmente notable.

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Los que quizás no contaron con tanta suerte como Freak XXI fueron
Madee, que, a pesar de ser un grupo con un directo fantástico, no
acabaron de cuajar en su interpretación de los temas de Faith no
more
. Quizás porque se alejaban un poco de lo que estamos acosumbrados a
obtener de estabanda, quizás porque el grupo al cual versionaban no tenía
éxitos conocidos por la mayor parte del público (al contrario de lo que
sucede con The Cure o Madonna), el caso es que pasaron algo
inadvertidos.

El momento álgido de la celebración vino de la mano de Cecilia Ann y Sidonie, cuando el paso de un escenario a otro se hizo prácticamente imposible y cuando el sonido de los dos escenarios se confundía en fronteras demasiado cercanas. La retirada temprana nos impidió seguir la fiesta del último día del BAM hasta sus últimas consecuencias. Hasta el año que viene.

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