Foxygen – We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic (JAGJAGUWAR)

Qué fácil nos lo ponen los de Foxygen para escribir y parecer que tenemos repajolera idea de lo que estamos diciendo. Cualquiera que se pare un poco y se tome la molestia de escuchar con atención el disco de estos jóvenes tendrá en un momento una ristra de eso que tanto nos gusta: influencias. A mí, en escritura automática, con Fátima Báñez en la televisión y los ojos en blanco, no me salen menos de cinco o seis. Y todas al alcance del gran público.

We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic es un disco fantástico, seguramente de lo mejor que escucharemos este año; tiene muy buenas canciones, que es de lo que se trata, y además está producido con tal exquisitez que es imposible no caer rendido en algún momento a lo largo de sus 36 minutos. Richard Swift, productor de Damien Jurado o Laetitia Sadier, entre otros, y miembro de segunda generación de The Shins es el culpable. Hasta aquí todo genial. Lo dicho: el disco tiene momentos brillantes. Vale. La cuestión es: esto de no taparse ni un poquito a la hora de fusilar bandas y canciones, ¿es bueno o malo?

El disco de este dúo de California parece una recopilación de versiones de clásicos que en realidad nunca se escribieron. Bueno, en algún caso ni eso. Porque seguro que Elvis, allí donde esté (Hawai, seguramente), hace un break en sus quehaceres diarios para aplaudir el estribillo de «On blue mountain», calcado a su «Suspicious minds». We Are the 21st… es, en realidad, un homenaje a la portada del Sgt. Pepper´s que alguien debería hacer ahora con las figuras más representativas de la música del siglo pasado. O bueno, hasta 1979. Más o menos.

El disco empieza con «In the darkness», un karaoke de los Beatles con la psicodelia justa para que no se nos ocurra pensar en Tame Impala, y sigue con «No destruction», un medio tiempo que sale de hacer cantar a Dylan el «Dead flowers» de los Stones mientras toca la Velvet. En siete minutos, Foxygen se ventila la imbecilidad más grande de la historia de la música: ¿tú eres más de los Beatles o de los Stones? Y lo remata con «On blue mountain», el citado fusilamiento en tres fases del «Suspicious minds» de el Rey. Esta canción es el paradigma de los californianos en el disco: capa a capa, Richard Swift envuelve el corazón de la canción (con guitarras, coros, órganos) para que no nos demos cuenta de que, en realidad, esto ya lo hemos escuchado.

La pregunta, una vez más, es: ¿importa? Yo digo que no. Basta escuchar la deliciosamente melancólica «San Francisco», la épica elegante de «Shuggie», el duelo sentimental entre «Oh yeah» y «Oh no», o el rock de «We are the 21st Century ambassadors» (que, por cierto, machaca de forma muy poco sutil el riff de «Have love will travel» de Sonics en la coda de la canción). Sí, suena todo a cosas que ya hemos escuchado; a tibieza sesentera, a revival peligroso, e incluso a cierta relajación de los conceptos hippies. Love is the answer y todo eso (ojo al final del disco). Pero, ¿qué más da? No inventan nada, vale; pero nos dan más de media hora de aturdimiento sensitivo y una falsa y fugaz sensación de felicidad y pertenencia al presente. A mí me vale.

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