Franz Ferdinand – Palacio de los Deportes (Madrid)

David Claud
Palacio de los deportes
03/04/2009
Hora: 21.00

Estaba marcado de rojo en el calendario, y no podía defraudar. En el Palacio de los Deportes aún sonaba el eco de AC/DC y se terminaban de enfriar las ultimas brasas de la noche anterior, cuando los berlineses Kissogram, tímidamente empezaron a reavivar lo que terminaría siendo una de esas veladas difíciles de olvidar.

Seguían sonando los acordes eléctricos de los alemanes, y las caras de la gente que no paraba de llenar todo el graderío no podían ser más expresivas. Nerviosismo, emoción, incertidumbre a cerca de cómo sonarían los nuevos temas de Franz Ferdinand, y expectativas a cerca de si esa noche Mando Diao nos darían una de cal o una de arena…

Poco hubo que esperar para resolver la duda, pues a eso de las 21.40, Gustaf y Björn comenzaban muy fuerte con un “sheepdog”, que junto con “good morning her horst”, “God knows”, y un muy discotequero “Gloria”, fueron de los pocos temas que realmente brillaron en los 45 minutos escasos que los suecos estuvieron encima del escenario. Una actuación de la que el público esperaba más, pero que debido a su brevedad y a un repertorio demasiado cargado de su mediocre último disco, no permitió que la gente disfrutase, de todo lo que se puede disfrutar con las buenas canciones de un grupo, que lamentablemente, no termina de salir del duro adjetivo de “eterna joven promesa”.

Pero lo mejor estaba por llegar, y cuando apenas habían pasado cinco minutos de las once, salieron los cuatro elegantes de Glasgow y tras un breve «hola Madrid» comenzaron con “Fallen” a hacer lo que mejor saben hacer, conseguir que 15.000 personas al mismo tiempo comiencen a bailar, a saltar, y a gritar tan fuerte, que en ocasiones hasta era difícil poder escuchar a la banda.
Sin apenas dar un descanso para que la gente se diese un respiro, Alex y los suyos ya estaban con “the dark of the matineé”, “no your girls” (primer tema del nuevo disco que sonó) y cuando parecía que la cosa se iba a calmar un poco, llegó la primera apoteosis de la noche, de la mano de “Do you wan to?” que hizo que definitivamente el Palacio de los Deportes se viniese abajo.

Pero sin duda que lo que hace diferente a Franz Ferdinand, más allá de su impecable interpretación, y de sus buenas canciones, es el modo en que las tocan y el saber estar que tienen sobre el escenario. Observar cómo se mueven por todas partes, cómo transmiten la complicidad que existe entre ellos para conseguir hacer bailar hasta el ser más aburrido de la última fila, disfrutar viendo como ellos disfrutan y sentirte felizmente manipulado cuando ves que te pueden hacer pasar de la euforia de “tell her tonight” a la intriga de “twilight omens” o a la dulzura extrema de un lento “walk away” (que hizo que se pusiese de punta cada pelo de los allí presentes) para un segundo después volver de nuevo a la locura desenfrenada, con una de las mejores canciones de esta década “take me out”.

La verdad que era difícil competir contra estos temas tocados de seguido, y quizá por eso la última parte del concierto perdió un poco de brillantez, pese a que sonaron canciones tan potentes como “michael”, “bite hard”, “40 ft” y un muy coreado y bailado “Ulysses” que consiguió que el concierto acabase (al menos en su primera parte) tan alto como se merecía.
Pero si la primera hora había sido intensa, no menos intensos fueron los cinco temas que vinieron después de una ficticia despedida, y que comenzaron rugiendo con un “Jacqueline” que bien podía parecer, que de nuevo estaba comenzando un concierto, pues la gente pese al cansancio, volvió a saltar como un resorte, y no pudo parar hasta el final, destacando momentos que serán difíciles de borrar como el final de “outsiders” en el que todo el grupo se puso a tocar la batería a la vez, o el momento en el que Alex Kapranos y Nick McCarthy se ponían el “traje” de DJ´s y hacían una verdadera joya de sonidos y distorsiones en “lucid dreams”.

Ya para acabar, y para corroborar lo que allí se había vivido sonó “this fire”, que fue una buena bajada de telón para un concierto que quizá podría haber sonado algo mejor, o algo más alto, o algo más nítido, pero que cumplió de sobra las altísimas expectativas que siempre están depositadas sobre Franz Ferdinand.

¡Ojalá que nos sigan dando momentos como estos durante muchos años más!

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