Girugämesh – Sala Mephisto (Barcelona)

La sala Mephisto, hogar habitual de bacanales heavy, trash, death-metal y demás mutaciones satánicas del rock, registró el martes por la noche la actuación de una notable rareza: Girugämesh, una banda japonesa de metal con inspiraciones de música anime compuesta por cuatro chavales de Tokyo disfrazados de guerreros del Apocalipsis. Así, de entrada, una tarjeta de presentación exquisita. ¿Cómo podíamos no acercarnos a verlos?

En realidad, dejando aparte el obvio contenido folclórico del asunto – en el que no voy a insistir porque aquí se trata de hablar de música – Girugämesh es una banda que en apenas cinco años ha grabado tres LP, una cantidad cualquiera de singles y EPs, y está realizando su segunda gira fuera de Japón. ¿Por qué? Pues por la buena y sencilla razón de que sus discos, y especialmente este último MUSIC que venían a presentar, son buenos. ¿Cómo de buenos? Bueno, primero uno tiene que ser capaz de escuchar a gente como Nine Inch Nails, Korn o Metallica sin huir despavorido.

Una vez establecido esto, hay que decir que los japoneses son una banda de una madurez impropia de su edad (de 21 a 25 años), y que tocan con una profesionalidad realmente destacable. Además, han llenado este último disco de una variedad de sonidos que les sitúa en una zona creativa relativamente poco hollada y que han sabido explorar con bastante acierto.

Y claro, uno puede fácilmente acudir a un concierto a recibir una descarga de decibelios bien ejecutados y saber que va a pasarlo bien. No sólo eso: dado que el público se componía básicamente de adolescentes disfrazados de Arale gótica y que el grupo canta única y exclusivamente en japonés, se podía esperar un sabroso espectáculo. Y como era de esperar, en cuanto sonaron los primeros acordes el respetable en bloque entró en un delirio del que no salieron hasta que acabó el concierto o fueron retirados por los equipos médicos, presos de violentas convulsiones o de melodramáticos desmayos.

En escena, Girugämesh proponen un frenético espectáculo de metal contrapuesto con breves accesos de lirismo manga, y hay que decir con toda honestidad que lo hacen realmente bien, y os lo dice, maldita sea, alguien que normalmente anda escuchando a Herman Dune o a Iggy Pop. El batería, Ryo, es un tipo tremendamente eficaz que mantiene un ritmo impecable de principio a fin, y el resto de la banda parece bien capaz de combinar una ejecución precisa y un adecuado set de gesticulaciones y poses bien metaleras.

Junto con esto, dos o tres canciones francamente buenas, entre las que cabe destacar sin duda la tremenda “Evolution”, una de las favoritas del público y una digna puerta de entrada para todos aquellos que quieran echarle un ojo a la música que hacen estos japoneses locos. En global un show digno de ser visto y una hora y media que disfrutamos todos, fans y no fans, y que ha dejado una impronta inesperada: llevo desde entonces escuchando Girugämesh a todas horas y a todo trapo.

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