Grizzly Bear – Painted Ruins (RCA Records)

Cinco años, ni más ni menos, les ha llevado a Grizzly Bear procesar la continuación del abigarrado Shields (2012), un tour de force más indigesto y arisco que el redondo Veckatimest (2009).

Larga ha sido la espera hasta poder escuchar material nuevo de una de las bandas americanas más interesantes del panorama actual. Siempre inquietos, esquivos, lo suyo no es ponerlo del todo fácil. Bajo una apariencia en principio accesible, sus canciones se retuercen y mutan a lo largo de su minutaje en un puzzle de aroma barroco que, por lo general, tiene la habilidad de funcionar.

Su quinto trabajo, contiene más puntos de unión con el sonido grandilocuente de su anterior obra que con el aire pop y más directo del mencionado Veckatimest.

No faltan los singles marca de la casa (“Mouring Sound”, con un vídeo a la altura de su atmósfera escapista, “Four Cypresses” y “Three Rings” todas seguidas) a las que añadir “Cut-out”, o la brillante “Neighbours”, ni los números que tocan la fibra, entre los que destaca “Systole”. Sus melodías siempre dibujan paisajes imposibles, crean loops de imágenes que se suceden una y otra vez y que en muchas ocasiones llevan al oyente a un lugar nuevo y estimulante, dejándolo extenuado en el trayecto.

Sin ser la mejor entrega de Grizzly Bear, sí funciona como una pieza más en una sólida discografía, atrevida y sugerente, lejos de tendencias, sobrada en talento. Muchas son las ganas de verlos plasmar en directo estas nuevas composiciones que conectan con naturalidad en su ya robusto cancionero.

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