Jamiroquai – Poble Espanyol (Barcelona)

Hace ya un par de discos que la banda británica Jamiroquai ha dejado de ser lo que fue. Muchos dirán que desde aquel Travelling Without Moving nunca volvieron a ser lo mismo, pero Synkronized  o A Funk Odyssey son dos discos que, aunque más escorados al pop mainstream que al acid house, contenían un buen puñado de temazos de los que firmaría más de uno. Cinco años después de su última visita, Jamiroquai se volvían a plantar en Barcelona a presentar su último (y más que discutido) Rock Dust Light Star con todo el papel vendido.

Siempre es un espectáculo ver a Jay Kay y los suyos sobre el escenario: él es un showman y el resto de la banda tiene una calidad indiscutible, pero si además lo hacen en un recinto de dimensiones más o menos reducidas, la cita se hace más que apetecible. Para qué nos vamos a engañar, que su último disco no sea una maravilla, no quita para que un setlist de grandes éxitos sea de los de quebrar cinturas a base bajos funk y gastar suela con ritmos bailables y calentitos.

Pero la verdad es que, a pesar de encadenar un exitazo tras otro, Jamiroquai no tuvieron su noche. Se presentaron sobre el escenario sin más parafernalia que una pantalla en la que proyectaron algunos vídeos (sin demasiado interés), así que el peso del concierto se iba a soportar sobre una banda muy solvente que para la ocasión venía acompañada de tres coristas y una sección de vientos. Pero, para su desgracia, el sonido fue bastante regulero, embarullado y flojo. Y además Jay Kay, aquejado de una hernia, no pudo recrearse con sus bailes marca de la casa, por lo que estuvo un poco demasiado estático.

Aún así, Jamiroquai no dieron tregua y tocaron todo lo que el público había venido a escuchar. Éxito asegurado. Sonó “Main Vein” (un tema enorme en que, si se me permite, las coristas no acabaron de dar la talla). Encadenaron “Canned Hat”, “Little L” y “Cosmic Girl”, que nos dejaron sin aliento. La versión de diez minutos de “Love Foolosophy” fue de las de enmarcar. Se desató la euforia cuando sonó “Deeper Underground” o “Travelling without moving”. Se acordaron del Dynamite con “Feels Just Like It Should”. Dejaron para el bis “White Knuckle Ride”, que la gente se sabía enterita. Y sí, ¡imperdonablemente! olvidaron “Virtual Insanity”.

En total casi dos horas de concierto que a algunos nos dejó un regusto agridulce: con todo lo que tocaron, el concierto tendría que haber sido espectacular. Y se quedó sólo en entretenido.

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