Jesse Sykes & The Sweet Hereafter – Marble Son (Fargo / Naïve)

En una hipotética lista anual de los discos más sorprendentes de este 2011, no tengo apenas ninguna duda de que este Marble Son aparecería en un lugar destacado, si no en el primero. Aunque la evolución de Jesse Sykes desde Reckless Burning (2002) venía siendo progresiva, clara y rectilínea, no era fácil predecir lo que nos iba a ofrecer en este cuarto trabajo. La cantante y guitarrista de Seattle no puede evitar que en su música se cuelen las influencias vitales que orbitan a su alrededor: si al principio sus discos estaban teñidos de un sentimiento de desazón y pérdida, con su divorcio de fondo (se la comparaba entonces con Emmylou Harris o Lucinda Williams), poco a poco se ha ido empapando del influjo rockero y tenebroso de su nueva pareja artística y sentimental, Phil Wandscher. Si a ello unimos sus colaboraciones con bandas como Sunn O))) o Black Mountain, tenemos un cóctel explosivo que empezó a combinarse en su anterior disco, Like Love Lust & The Open Halls of Soul (2007), y que ahora alcanza su flambeado perfecto.

Para ser sinceros, posiblemente parte de la sorpresa tiene que ver con la apertura del disco: “Hushed by devotion” es una letanía hipnótica de más de ocho minutos que combina la voz fantasmal – y castigada por el tabaco – de Jesse Sykes con un guitarreo psicodélico que recuerda a Quicksilver Messenger Service o a los Big Brother & The Holding Company de su adorada Janis Joplin. En las posteriores “Marble son”, “Come to Mary” o “Be it me or be it none” sigue prevaleciendo la oscuridad, pero con un toque más folk y sosegado que explica en parte porque en un tiempo su música se catalogó como country-noir. Algo más luminosa es la bellísima “Servant of your vision” tiene un exquisito toque progresivo, con un descenso hacia acordes menores que deja entrever alguna influencia de los primeros Genesis o Pink Floyd.

La segunda mitad del disco nos devuelve los guitarreos tipo John Cipollina y las canciones de seis minutos que van subiendo y bajando entre un laberinto de guitarras y silencios embriagadores (“Your own kind”) o desarrollándose plácidamente sobre un amable y lento fondo del más oscuro country folk (“Wooden roses”). Con letras que hablan de búsqueda del amor y, al mismo tiempo, de necesidad de libertad; de luces y de sombras; de realidad y fantasía. De la vida misma, vaya. Sin adornos ni cautelas.

Combinando perfectamente la luminosidad de Jayhawks con las brumosas tinieblas de los Cowboy Junkies, este Marble Son es la compañía ideal para esas noches de insomnio plagadas de espectros, ilusiones y sombras. Siempre que no le tengas pánico a la oscuridad, claro está.

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