Joan Colomo – La Fília I La Fòbia (Bcore Disc)

A menudo cometemos el error de juzgar a un músico no sólo como músico, que al fin y al cabo es la tarea que nos toca, sinó también como personaje. Aunque no es un fallo tan grande si tenemos en cuenta que las creaciones de alguien siempre tienen algún tipo de vínculo a su personalidad, cuando nos fijamos en este factor antes que en el propio trabajo es cuando más riesgo corremos de equivocarnos.

A mi me caía mal Joan Colomo. Sin conocerlo personalmente, claro, sólo con ese «me cae mal y ya está» que se otorga a veces a la gente, digamos, pública. Algo tiene ese extraño colectivo de personas que gustan a todos y parecen derrochar felicidad permanente; esos que pasean con contentas expresiones a las seis de la mañana entre los demás mortales, que hace que cuesten, que cuesten bastante de entrar. Cien veces compartieron conmigo vídeos de la canción «Els Amigos» bajo lemas como «¡No nos damos cuenta de la suerte que tenemos!» y cien veces levanté la ceja ante la poca sutilidad del asunto.  ¿Porqué pone esa voz de niño? Me preguntaba. ¿Porqué no para de sonreír? Maldita sea, ¿porqué no para de hacer a todos sonreír?

Me cayó mal durante un tiempo, pero luego lo vi en el PopArb presentando La Fília i la Fòbia. Entre su repertorio coló un fragmento del «Dime» de Beth y me hizo gracia lo kitsch de la situación. Un par de conciertos más y su buenrollismo ya no me molestaba tanto. Aunque lo hippie de la expresión «buenas vibraciones» tira un poco para atrás, no se me ocurre mejor manera de describir sus directos. Y es que lo que da rabia de la gente que a las seis de la mañana van con una sonrisa de oreja a oreja no es que la lleven, si no saber que tú no eres capaz de ello: en el momento en el que Joan Colomo me hizo reír todo escepticismo se esfumó. Uno de los objetivos originales de quiénes se lanzaban a hacer canciones era alejar las preocupaciones un rato, y a esa esencia se reduce el factor Colomo.

Me cayó mal durante un tiempo, pero luego escuché «Tus pies», el sexto tema de su ya citado nuevo trabajo -su cuarto álbum en solitario, ya-. La suave entrada de guitarra y la tiernísima letra -«todavía no me sale barba, pero ya me estoy quedando calvo«- tienen ese mismo poder que tienen los pequeños para enternecer a cualquier tipo de ser con un mínimo de corazón en solo 1:48 minutos de duración. Es curioso como un todoterreno musical como Joan se luce precisamente en el tema más desnudo de todos, el que parece más espontáneo. Cosas de cantautores.

Me cayó mal durante un tiempo, pero el hecho es que, igual que dice en el primer tema del álbum, «de la fília a la fobia va un pas» y en este caso también al revés. Doce temas cortos, algunos mucho, todos ellos con un reinante humor light en sus rimas: «he passat molts bons moments i ara se´m cauen les dents«. Melodías pegadizas que por su aire mágico que pueden recordar salvando las distancias a Sisa; una mezcla de estilos e idiomas; composiciones poco habituales que reflotan los orígenes rock (se ha moldeado en grupos como The Unfinished Sympathy, Zeidun o La Célula Durmiente) del vallesano, véanse «Cançó d´Amor núm.1» o «Bala Perdida»; romanticismo y una óptica crítica con la sociedad y naïf a partes iguales -o deberíamos decir pura- incluso cuando se canta que el ser humano no es un animal sano. La tópica oda a la sencilleza reinterpretada una vez más sin perder efectividad.

 

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