Justicia para Gainsbourg o el provocateur francés

Serge Gainsbourg fue un gran desconocido fuera de Francia y ello le atormentó desde los 30 años, momento en que decidió dejar la pintura para dedicarse a la música y al cine. Algunos, de hecho, lo recuerdan sólo por sus escándalos mediáticos y su vida ´depravada´ y, musicalmente, por ser el creador de la inmortal «Je t´aime moi non plus» junto a Jane Birkin. Sin embargo, pocos parecen recordarlo por su prolífica actividad musical, por revolucionar la música francesa y por grandes obras como Confidentiel (1963), Histoire de Melody Nelson (1971) y L´Homme à tête de chou (1976). 

 

«En mi vida hay una trilogía», afirmó Serge Gainsbourg en Mort ou vices, «un triángulo equilátero, podríamos decir de Gitanes, alcoholismo y mujeres». Múltiples son las palabras que se me cruzan para definir a quien algunos llamaron el Baudelaire de la chanson francesa. Músico, pintor, poeta, actor, fumador y bebedor empedernido, atrevido, dandi, seductor, inconformista y un auténtico provocador. Un punk que vivió casi libre, sino fuera por las cadenas de su propia personalidad narcisista.

 

A lo largo de sus casi 30 años de carrera musical, Gainsbourg luchó decididamente contra el conformismo y fue evolucionando pasando del jazz a la chanson francesa, a la samba, al rock de los sesenta, al pop, al reagge hasta llegar a la música disco. El cantante dio vida a auténticas joyas como «La Javanaise», «Bonnie and Clyde», «Je suis venu te dire que je m´en vais» o «Aux armes et cætera» (su polémica versión de la «Marseillaise» que le costó amenazas de muerte por parte de los veteranos de la Guerra de Independencia de Argelia).

 

A un año de cumplirse los 20 años de su fallecimiento, se estrena la película Gainsbourg (vida de un héroe). Como dentro de un cuento, se nos presenta el genio del cantante, su intensa vida sexual, su inacabable inspiración y su lucha contra un alter ego, que le reclamaba más desenfreno. Un film que repasa la vida del cantante sin profundizar en exceso en cada una de sus etapas, sino que va desgranando momentos muy puntuales. «Me gusta demasiado Gainsbourg como para colocarlo en la realidad, No me gustan sus verdades, sino sus mentiras», confesó el director. «No me gustan sus verdades, sino sus mentiras», confesó el director. Los fans de Gainbsourg, sedientos de tributos hacia su figura, estarán encantados a pesar de lo absurdo de algunas de sus escenas. La película de Joann Sfar se une a los otros tributos para reivindicar que Gainsbourg existió, como la biografía escrita por Sylvie Simmons o el álbum Monsieur Gainsbourg revisited, donde participan músicos como Jarvis Cocker, Cat Power, Marianne Faithfull, Placebo, Birkin y Françoise Hardy.

 

El mundo de la música tiene una deuda pendiente con el provocateur francés. Como dijo Birkin: «En Inglaterra lo estáis descubriendo (…) como si os hallarais ante la tumba de un faraón recién abierta, veis cosas maravillosas (…) acercáis con entusiasmo vuestras antorchas para alumbrar su sarcófago de oro (…) y en la oscuridad su dulce rostro siempre os ha sonreído, aguardando paciente a que encontrarais la puerta». Creo que ha llegado el momento de entrar y películas como la de Sfar son un intento por hacerlo.

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