Ken Stringfellow – Danzig in the moonlight (Pop Stock!)

En el mundo de la música hay músicos (lógicamente), intérpretes, artistas y negociantes. Los negociantes buscan el negocio, y cuando consiguen un éxito se emperran en repetirlo copiándose a sí mismos hasta la saciedad. Los músicos tocan y los intérpretes cantan, algunos incluso disfrutan con ello. Y luego están los artistas, los que se mueven por una pasión. Hacen lo que les apetece y cuando les apetece, y justamente por eso muchas veces alternan grandes triunfos con sonados patinazos.

Ken Stringfellow pertenece al grupo de los artistas, aunque en su caso es difícil encontrar un patinazo en su carrera. Y no será por falta de material: The Posies, R.E.M., Big Star, The Minus 5, The Disciplines…sus álbumes en solitario…compositor, productor… Con su talento para la melodía podría estar eternamente sacando discos de powerpop, pero él encuentra un extraño placer en la mezcla de géneros, estilos, texturas y ritmos. Eso es amor por el riesgo. O tal vez simplemente amor por la música.

De su chistera pueden salir canciones como «Jesus was an only child», que empieza sonando a Mercury Rev al principio, luego a Roxy Music en su parte central y finalmente a David Bowie. También preciosidades como «110 or 220v», puro y elegante pop pero con slide y armónica, híbridos como «Superwise» (amaga con ser lo-fi y acaba recordando al mejor AOR de los 80), «Shittalkers» (mezclando el pop-rock agrietado y confesional con arranques épicos a lo Arcade Fire) o «Drop your pride» (vanguardia, orquesta, ruido…) Canciones como «4am birds – The end of all light – The last radio» sólo pueden clasificarse como experimentales, pero Stringfellow no se olvida del pop más tradicional, como en «You’re the gold», «Even the forgers were left fingering the fakes», «You’re a sign» o el dueto con Charity Rose Theilen, «Doesn’t it remind you of something», muy a lo Nancy Sinatra / Lee Hazlewood. En sus letras encontramos desde invocaciones a la divinidad hasta accesos de inocencia, algo de amargura y también humor. Sin hilo conductor ni concepto general, seguramente por los años de diferencia que separan algunas composiciones de otras.

El resto de temas quedan algo empequeñecidos por los anteriores, por diferentes motivos: «History buffs» es una balada muy al uso; «Pray» es un acercamiento al soul sensual de Marvin Gaye o Al Green que, siendo una buena canción, no le cuadra mucho al bueno de Ken; «Odorless, colorless, tasteless» rebusca entre la vanguardia de todo el siglo XX, desde Schoenberg hasta Björk, y el resultado no es fácilmente digerible; finalmente, y tal vez por estar situadas precisamente al final, «Savior’s hands» y «You’re a sign» suenan un tanto gastadas y monótonas.

Danzig in the Moonlight revela, ya desde las connotaciones europeas de su nombre, a un artista incansable en busca de nuevas metas, de nuevos retos, de estímulos que le hagan seguir siempre adelante, sin mirar a los lados ni mucho menos hacia atrás. Podremos ser más o menos críticos con los resultados, pero las intenciones de un artista son inescrutables. Parece que definitivamente tenemos en Ken Stringfellow un claro heredero de su maestro, Alex Chilton…otro que iba a su bola, por cierto.

 

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