Kid Wave – Wonderlust (PIAS)

Corría el año 2011 y ella sólo tenía 22 años. Desilusionada con el panorama musical sueco, Lea Emmery abandonó su Suecia natal para ir a Londres en busca de su sueño. De sueños va toda esta historia. De mezclar la juventud y el inconformismo con la tenacidad y los anhelos.

Lea llegó a Londres y se puso a hacer cursos de sonido, a grabar maquetas con Garage Band y a colgar cosas en su Bandcamp. Reunió a un equipo formado por un australiano, un inglés y otro sueco, y comenzaron a desgranar sus piezas: canciones que suenan a todos aquellos grupos que en los años 80 formaban parte del sello Sarah Records, una amalgama de dream pop melódico y efervescencias juveniles; con la única diferencia de que aquellos grupos se gastaban voces dulces y aterciopeladas, y no la voz apagada y casi desinteresada que se gasta Lea.

Poco después fueron fichados por Heavenly Records, empezaron a dar conciertos en sótanos y tugurios, más tarde teloneando a Palma Violets, publicaron un EP y, finalmente, en junio de este año llegó Wonderlust, su primer larga duración.

El pasado de grupo punk femenino de Lea se empasta en algunos guitarrazos (luminosos, esos sí) de Wonderlust, creando una suerte de ambiente gaze`n`grunge que se respira en casi todas las canciones del álbum. La oscuridad de Pavement en «Gloom», o la euforia de The Pains of Being Pure at Heart en canciones como «All I Want» o la que da nombre al disco son solo ejemplos que nos ayudan a hacernos una idea de la clase de disco que nos traemos entre manos.

Y a pesar de lo trillado que está el indie rock de los 90, el shoegaze y el dream pop, hay algo en Kid Wave que los exime del pecado, que los redime y nos hace comulgar inmediatamente con ellos y su propuesta. Toda esa melancolía, esas melodías seductoras y arrulladoras, esas canciones que apetece cantar cogiendo a los amigos por los hombros, esa cosa extraña de soñar con el sol hasta en los momentos de mayor penumbra, de vivir en un verano eterno, todo eso, en el fondo, mola. Por eso lo perdonamos todo, y es que Kid Wave nos llevan de nuevo allí, a esas salas en las que sudábamos y bailábamos con la cabeza agachada y los hombros encogidos. La misma imagen de Lea, vestida en cuero pero con flequillito de niña buena, ese contraste que se traslada a sus canciones, es el mismo en el que vivimos nuestra adolescencia. Queriendo ser lo que no éramos y nunca seríamos.

Ella lo está consiguiendo…

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