Kiko Veneno – Échate un Cantecito (20 aniversario) (BMG)

Corría el año 1992. En España se vivía una euforia, propiciada por las Olimpiadas de Barcelona y la EXPO de Sevilla, que posteriormente se reveló totalmente artificial y mal encauzada. Allí empezó a germinar la semilla del general estado de corrupción que nos ha dominado en las últimas décadas, ese del que ahora estamos recogiendo los frutos. Lo que se dio en llamar «la cultura del pelotazo».

Tres años antes encontramos a Kiko Veneno trabajando de funcionario por las mañanas, lejos los tiempos en los que acarició el éxito con Veneno, aunque sean más los que lo conocen por su interpretación del monstruo de Frankestein en La Bola de Cristal. Por la tarde sigue haciendo canciones, jurándose que lo va a intentar una vez más y, si vuelve a fracasar, dejará la música.

Se cruza entonces en su camino Santiago Auserón, recién reconvertido a Juan Perro, le da dos cachetes y consigue que vuelva a creer en sus posibilidades. El momento es propicio: la movida y la nueva ola son historia, y grupos como Gabinete Caligari, El Último de la Fila o los propios Radio Futura abren un hueco para que la música española moderna pero con raíces autóctonas se cuele en los primeros puestos de las listas. Kiko recoge el guante y se marcha para Londres, con sus guitarristas Andrés Herrera (Pájaro) y Lolo Ortega, a encontrarse con el productor Joe Dworniak, recomendado por Santiago.

El resto es historia. De canciones como «Lobo López», «Echo de menos», «Joselito» o «En un Mercedes Blanco» es difícil decir algo nuevo a estas alturas. Bien porque Kiko estuvo muy inspirado, tal vez porque en el año de Los Manolos los oídos patrios estaban más abiertos, la mayoría de temas de Échate un Cantecito tuvieron éxito comercial y también un éxito popular que las llevó a formar parte de la memoria colectiva, a sonar años después en un festival como el FIB, a que las mismas nuevas generaciones que ignoraban sistemáticamente a Los Chichos, Los Amaya, Gato Pérez o Peret acabaran coreando lo de «Musho Kiko«. Fue una extraña conjunción de factores, una de esas ocasiones en que todos los actores (compositor, músicos, productor, entorno) están tocados por una varita mágica.

La reedición de 2012 (con motivo de su 20º aniversario) incluye, además del álbum original, un segundo CD con maquetas, caras B, versiones y dúos (con Martirio, Calamaro y Albert Plà), en el que lo más curioso es el dance mix de «Echo de menos», una rareza no apta para todos los paladares. Completa el paquete un DVD con 65 minutos de actuaciones, principalmente procedentes de los archivos de RTVE, además de cinco canciones sacadas de su mencionada actuación en Benicàssim (2007) y el videoclip de «En un Mercedes blanco». Sin embargo, la joya de la corona es el diario de grabación, escrito por Kiko y sus colaboradores de su puño y letra, y que es una gozada repasar. A través de sus páginas asistimos al inicial escepticismo de Kiko, a sus primeros días en Londres más perdido que un pulpo en un garaje, y vemos como poco a poco va dándose cuenta de que tiene en las manos algo muy grande, y que ha encontrado por fin a la gente que entiende y comparte su filosofía musical y vital. Todos guiris, curiosamente. Kiko les canta una emocionante «Joselito» para despedirse, antes de volver a España a, por fin y a sus cuarenta años, alcanzar el puesto que le corresponde por influencia, talento y por buena gente. Eso sí que fue un buen pelotazo.

 

 

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