Kurt Vile & The Violators + Lushes – Sala Penélope (Madrid)

Era este mi sexto concierto en diez días en la capital. Hasta el momento me estaba sorprendiendo gratamente el público maravilloso que me rodeaba en las distintas salas. Esta vez tocaba ver en directo a Kurt Vile. Y era el típico concierto en el que «había que estar»; esto provocó, desafortunadamente, que alguna barba larga parlanchina se colara dentro -la muy hija de puta-, pero aun así, disfrutamos de un gran show.
Caldearon el ambiente Lushes. El dúo de Brooklyn, compuesto por el batería Joel Myers y el guitarrista/vocalista James Ardery dio una buena lección de psicodelia electrificada con tintes progresivos en ocasiones o de rock alternativo arrebatadoramente noventero en otras, siempre muy ácidos, chirriantes y deliciosamente incómodos. Mejor, así las jodidas voces de la sala -no demasiado respeto hoy con los teloneros- sucumbían lo necesario.
Si se me permite realizar una comparación- tan gratuita como caprichosa- entre The Jayhawks y The war on Drugs, diría que estos últimos serían hoy día los Jayhawks tras la salida de Mark Olson, aquellos capaces de facturar sus obras más preciosistas y conmovedoras (su Sound of lies (97) sería, sin lugar a dudas, el ya legendario Lost in the dream (14)), mientras que Kurt Vile sería el Mark Olson que, tras abandonar su banda madre, toma una carrera en solitario rabiosamente libre y trufada de desparpajo.
La repercusión de Kurt Vile ganó sobremanera tras la publicación del aclamado Wakin on a pretty daze (13), el cual tiene su lógica continuación en B´lieve i´m going down (15), disco este sobre el que giró la gran parte de la velada. Y la verdad es que, pese a celebrados rescates como los clásicos «Wakin on a pretty day» o «Jesus fever», fueron sus últimos temas los que sonaron más radiantes.
Dejando de lado un pequeño tramo del concierto acústico con el ex -The war on drugs solo en el escenario sin acompañar por The Violators -solvente y discreta banda que le va como anillo al dedo-, Kurt Vile brilló a gran nivel a la eléctrica, la acústica o incluso el banjo.
Un inicio trepidante con «Dust bunnies», «I´m a outlaw» y «Pretty pimpin» -fabulosa en vivo-, junto a la introspección de «Wheelhouse» y, hacia el final, la bonita «Wild imagination» son algunos nuevos momentos a retener en la memoria musical de este convulso año 2015.

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