Leftfield – Alternative light source (Infectious)

Año 1995. En mitad de la década más nihilista y convulsa -musicalmente hablando- de los últimos -cada vez menos últimos – tiempos, es editado Leftism (95), debut de Leftfield y piedra angular del denominado Inteligent Techno -toma etiqueta peyorativa y sarcástica-, cajón de sastre donde lo mismo podemos englobar a Boards of Canada y Autechre que a Orbital, Underworld o Josh Wink. El coqueteo de ritmos y querencias tribales con el house progresivo y el dub, perfectamente ensamblado y poseedor de una coherencia soberbia, lo convirtió casi instantáneamente en un disco referencial dentro de aquel entramado tan coyuntural.

A todo esto habría que añadir la tendencia breakbeat de esa «electrónica rockista» llamada, en su día, a convertirse en la vocera de la «muerte del rock». Fat boy Slim, The Crystal Method, Pills, Josh Wink, Bentley´s Rythmn Ace… tantos y tantos nombres que, ironía, a día de hoy crían malvas ya finjan estar vivos o muertos.

No deja de ser curioso que los principales abanderados incendiarios del movimiento, poseedores de obras maestras del movimiento, se hayan convertido, con los años, en aburridos dinosaurios que no despiertan más que pereza (The Chemical Brothers), en referente de los pelo-cenicero más canis (The Prodigy) o en inofensivos e insulsos ejercicios de petardeo presuntamente sofisticado (Daft Punk).

Año 2015. El «rock» sigue latiendo fuerte, gracias a su capacidad de mutación sin olvidar el sustrato rebelde de su esencia, mientras que, por desgracia o no, aquella ola de sonidos sintéticos con querencia orgánica y desafiante ha resistido horriblemente el paso del tiempo. La vida, ¿eh?

Aun así, es inevitable esbozar una sonrisa para los acólitos de la «Era Clubber» (ains…) al comprobar que Junkie XL se encarga de dar sonido a la suculenta secuela de Mad Max: Fury Road o al descubrir que, sin que nadie lo pida, Leftfield vuelva a la carga con su tercer lanzamiento de estudio tras quince años de silencio.

El dúo londinense en la continuación de su incontestable debut  ya mostró alguna fisura. Rhythm and Stealth (99) no era tan redondo y carecía de temas memorables, salvando ese brutal «Africa shox» elevado a la inmortalidad por el fantástico videoclip de Chris Cunningham.

Con Alternative Light Source (15), alejados de la coyuntura de un sonido y escena, se me antoja, ante todo, un disco valiente. Radicalmente alejado de la tendencia revival 80´s que, como todo, ya está dando visos de agotamiento extremo -no todo el mundo es capaz de sacar hitazos a la altura de Carly Rae Jepsen o Perturbator, cada uno en lo suyo-, el tercer trabajo de Leftfield se posiciona con decisión en los tiempos donde su reinado campeaba sin miedo por las pistas de medio mundo.

El resultado, sin embargo, dista bastante de ser brillante. Alternative Light Source, pese a su arrojo y decisión, adolece de un desarrollo irregular y descompensado. Acierta cuando va a cuchillo («Shaker obssesion») y patina, especialmente, a la hora de dibujar texturas ambientales («Dark matters», «Alternative light source») antaño del todo estimulantes.

Su intento por recuperar viejas fórmulas funciona al recurrir al estilete vocal de Sleaford Mods con «Head and shoulders», al entregarse a quemar zapatilla sin escrúpulos como con «Universal everything» o al tejer desarrollos progresivos acertadísimos, especialmente con «Little fish», la mejor del lote.

Innecesario, anacrónico, y qué demonios, jodidamente disfrutable.

 

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