Leonard Cohen – Palau Sant Jordi (Barcelona)

«No se cuando vamos a volver a Barcelona, pero esta noche os daremos todo lo que tenemos». Con esta declaración de intenciones empezaba Leonard Cohen su cita en la ciudad condal. Después de más de tres horas, y con los 12.000 espectadores del Sant Jordi en pie, la promesa quedó más que zanjada: el canadiense lo dio todo.
Arrancó con el «Dance me to the end of love», al que siguieron algunas de las canciones de su Old Ideas, su último trabajo. El álbum deja claro que a sus 78 años, no le interesa vivir de las rentas (que podría), y para muestra perlas como «Amen» o «Going home». Estos y otros clásicos se fueron encadenando a través de cuidadísimas transiciones que dejaron grandes momentos. Entre ellos el solo de laúd del aragonés Javier Mas, uno de los puntales de la orquestra. La banda la completaban media docena de músicos que estamparon en el escenario el sello Cohen: elegancia en estado puro.
Después de una hora y media de concierto, y con veinte escasos minutos de pausa, volvía para desvelar, sin prisas y meticulosamente, todos y cada uno de los himnos de su trayectoria: «The Partisan», «Famous blue raincoat», y por supuesto, «Suzanne», haciendo así las delicias de los fans.
Estos, por su parte, supieron estar a la altura y mostraron un respeto de los que ya no se practican: apenas hubo móviles grabando, los flashes brillaron por su ausencia y por si fuera poco, dejaron la tarea de cantar a los del escenario. Todo un detalle. Y es que por lo que a coros respecta, el cantautor de Montreal va muy bien servido. Se acompañó nada más y nada menos que de las Webb Sisters y Sharon Robinson, una veterana del universo Cohen. El trío femenino fue el encargado de apuntalar la profunda voz del poeta con una presencia totalmente sutil pero fundamental.
Con «First we take Manhattan» como uno de los múltiples bises terminaba su maratoniano recital. Después de dar infinitas gracias al público, el señor Cohen se quitó el sombrero, saludó y se fue como había entrado: saltando. Una prueba más de que sí, los años pasan para todos, pero qué bien les sientan a algunos…

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