Los exámenes de FIB 2013 (3ª parte). Repasamos el cartel del Festival de Benicàssim en su decimonovena edición

Cuando quedan prácticamente días para que arranque el verano, temporada que a pesar de la creencia popular confundida entre equinoccio y solsticio queda realmente inaugurada una vez que se retiran las vallas de acceso al recinto del FIB (todo aquél que algún año haya acudido a la cita castellonense sabe de lo que hablo) desde Muzikalia ya nos hemos empezado a preparar los exámenes para contaros de primera mano todo lo que allí ocurra.

Así que aprovechando que tenemos los discos duros y las playlists a tope con el cartel de la edición 2013 os queremos ayudar a repasar esta nueva entrega, que viene caracterizada por la inclusión de multitud de segundos espadas noveles, tanto que muchas de las apuestas de este año apenas han dado sus primeros pasos en el mundillo hype. No son pocos los fibers que a la vista del cartel han arqueado las cejas a lo Primavera Sound por las similitudes estilísticas entre éste y aquellos primerizos carteles del festival barcelonés.

El caso es que ya toca comenzar con los preparativos y tabla Excel en mano, empezar a subrayar, rascar, escuchar, mirar, rastrear y separar la paja del grano, por lo que desde Muzikalia os queremos ayudar con la selección de algunos de los grupos que de nuevo este año se salvarán en la memoria de tu mp3 por lo menos un mes y medio más.

Capítulo V: El baile de los malditos. La tarde y la noche del FIB.

El FIB, ese festival, ese santo varón que nos ha tenido con el corazón en un puño en estas últimas semanas, siempre ha entrado en el podio de los festivalgoers por reunir un público mayoritariamente cachondo, con ganas de fiesta, pero indudablemente amante de la música. Al FIB no se va, a diferencia de lo que ocurre con otros festivales de menor peso, a buscar su fiesta exacerbada sin importarte apenas el cartel, sus cuatro días de duración supondrían un esfuerzo titánico para alguien que no estuviera realmente interesado en su cartel.

El FIB se nutre de un numerosísimo público que vive la música de manera desaforada, lejos del hieratismo que se respira en otros festivales más hypeado. Los fibers  al fin y al cabo se desviven por los conciertos de música y a su manera atienden y los disfrutan con bastante concentración, se buscan los mejores sitios y se vive con alegría y desilusión los pros y los contras de su programación. Digámoslo claro, todos hemos estado en festivales donde lo que pasa en el escenario parece importarle solo a los de la primera fila, el FIB no es así, os lo prometo. Aunque su fama de litros de cerveza voladores le preceda, el FIB seguía siendo hasta la pasada edición un templo donde reverenciar la música de tiempos modernos y como tal, tiene su cara oculta.  También hay un entusiasmo mágico en marcar zapatilla a partir de las tres de la mañana, innegable, esa maravillosa hora absurda en la que el escenario cede el protagonismo a las tonterías y a los sin sentidos que se viven tirados en el césped, a la exaltación de la amistad, al sexo en el camping y al baile.

Al mejor baile que pudieras soñar, al aire libre, con la calurosa calima castellonense que dejará sudar el alquitrán de la pista de baile hasta que el sol aparezca por las montañas que rodean al recinto y con la boca torcida, abrazado a tu amigo, balbucees «qué gran noche amigo, qué gran noche…»

Pero la hora de las brujas en el FIB la marca el inicio de cada jornada, esa extraña hora en que el SOL arremete sin piedad contra los primero visitantes del recinto, donde todavía la asistencia de público puede contarse sólo por centenas, es ahí donde está el corazoncito de un festival que despierta sentimientos de cariño, a pesar de lo exquisito que parece haberse puesto en las últimas ediciones.

Pero chavales, beber la primera cerveza de la tarde frente a una luz de justicia, con un sonido poderoso y disfrutando de un grupo que apenas has dejado caer en tu IPOD es sin lugar a dudas el lugar más emblemático del festival, despedir al astro Sol por unas horas, hasta que vuelva a recordarnos que es hora de acostarse es el summum del festival. Aquí van nuestras recomendaciones para la noche y el día.

Knife Party: Rave con mayúsculas.

Recuerdo perfectamente que tras esta confirmación, la gente se volvía loca a postear WTF! a mansalvas, y es que la ignorancia es muy atrevida señores. Porque estamos ante uno de los mayores pelotazos que se han dado en los últimos años en el mundo de la electrónica, otros que  vienen desde nuestras antípodas, los ave fénix que recogen las cenizas de Pendulum, son un dúo gamberro, rabalero que aciertan con base entrecortadas y un onanismo descontrolado. Con la intención de crear en todo momento el mejor himno audiovisual de los noventa, rezuman elegancia, petardeo y salvajismo a base de potencia descontrolada, colorida y con una cantidad de zapatilleo como no se recuerda desde la era acid. Lo suyo es romper pistas a base de cañonazos y es que si sigo no paro, mejor que le des al play y tengas a mano una copa noble amigo, te aseguro que la vas a necesitar. Bienvenidos al Circo de la noche.

Childhood: Pop vespertino.

Vienen de Londres, y vienen a ser los hermanos majetes de The Horrors, con un beat popero, a medio camino entre los citados y Los Brincos, con bien de reverb, y un gran tanto de narcisismo celestial, esas voces elegantes que se elevan y elevan. Desde luego uno de los momentos vespertinos a tener en cuenta, ayudando a tu cuerpo a despertar. Suaves golpecitos en la pierna, leves movimientos de cadera y la remota posibilidad de soltarte el pelo al final de temas tan llanos como circulares «Haltija» o «Solemn Skies» o de tantas canciones que se mecen entre lo playero y lo nocturno con una alevosía solo propia de las últimas horas de la tarde. Un disfrute para los lunes, un alivio para los viernes. Imperdibles.

Capítulo VI: ¿Do you speak spanish?

Aunque con una presencia minoritaria en el cartel, el festival siempre ha cuidado que la música rojigualda tenga su hueco en la cita internacional. De hecho en más de una edición, la firma de autor al cartel se la otorgaba esa denominación de origen patrio. Imposible borrar de la memoria el célebre y celebrado concierto de Kiko Veneno cuando todavía se disfrutaban los conciertos al abrigo de una carpa, mientras miles de personas coreaban aquello de «dónde están los guiris, dónde están los guiris…»

En la retina de muchos también el histórico concierto de Morente, junto a Lagartija Nick recuperando Omega. Primeros espadas de un nutrido grupo de españolitos que más de una anécdota le han regalado al festival, como aquél concierto en que Fangoria como homenaje a la tierra del bakalao se marcó un inesperado homenaje a Chimo Bayo desatando la histeria colectiva en el escenario Verde.  Este año la presencia viene un poco de rondilla, parece que más con la intención de amansar a las fieras, que con un fuerte convencimiento, pero eso sí, han tirado por lo conservador y se traen a Benicassim a unos cuantos caballos ganadores

Svper: Donde dije Diego, digo Pegasvs.

Los catalanes con su pop de tintes new wave y  nebulosas impresiones, se presentaran en el festival para darse a conocer y terminar de enloquecer a aquellos que no han tenido la ocasión de gozar los conciertos del dúo en la presentación de su segundo disco.  Todo el fuelle que algunos les achacan perder en las grabaciones quedará de sobra subrayado con el previsiblemente disfrutable directos de la banda.  Y esto aunque nos vengan a anunciar el final de la noche, como los pájaros de mal agüero.

Bigott: Un circo muy serio.

Que el maño ha sabido ganarse un nombre y una reputación dentro del pop patrio a base de bordar directos, de esos que consiguen tejer una buena tela de araña lo suficientemente fuerte como para atrapar al festivalero ocasional que pasaba por allí es innegable. Gracias a esa forma de hacer el payaso en el escenario, esa aparente despreocupación y esa guasa la gente finalmente se ha fijado en sus redondas composiciones. «Cannibal Dinner» es un clásico de la música española de esta parte del siglo, y aunque todavía no arrastra las masas de unas compañeros de viaje como Love of Lesbian, a juzgar por sus cada vez más numerosos conciertos, es cuestión de tiempo que Bigott termine machacando la marca España hasta la extenuación. El hermano rebelde de Lori Meyers y Love of Lesbian.

Dorian: A quién le amarga un dulce.

Asumo que su apuesta edulcorada no termine comulgando con todos, asumo que la voz de su cantante podría parecerte irritante. Pero lo que es digno de aplauso es que su ambición por construir hits,  les haya posibilitado facturar una nutrida tanda de canciones entre los himnos de pop español,  sin pose y sin apenas gafapasteo a su alrededor, con todo lo bueno y lo malo que eso lleva en estos tiempos. Esa cabezonería de ir a favor del viento que les sopla les ha permitido cerrar círculos tan redondos a la hora de presentar canciones  como este «Los amigos que perdi», que si la juntas en un mismo repertorio con el resto de hitazos que traen en su haber, pues que queréis que os diga, ya tenemos divertimento de una hora de duración. Si tuviera que definir un festival por sus conciertos, pues el de Dorian de Pe a Pa. Ojito que este temazo, provoca adicción.

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