Los Punsetes – LP IV (Canada Editorial)

Que España se va a la mierda, es algo que ya no escapa a nadie. Y que necesitamos grupos como Los Punsetes, llamando a las cosas por su nombre y dejándose de tonterías, es algo de lo que todos debemos ser conscientes. Ajenos a modas, siempre por libre, los madrileños saborearon las mieles del merecido éxito con la que probablemente sea su obra cumbre hasta la fecha, el definitivo Una montaña es una montaña (12). Fue éste un trabajo ambicioso en el que se atrevían con atmósferas más densas y canciones más elaboradas que enseñaron nuevos matices y que dejaron claras las cualidades de la formación así como su capacidad para abrir nuevos caminos.

Esa ambición muta en este flamante LP IV (14) en una descarada búsqueda por la concreción plasmada en la urgencia de unas composiciones que funcionan como un puñetazo directo a la mandíbula y que se apoyan en unos textos como siempre irónicos e incendiarios que, una vez más, no dejan títere con cabeza. Desde la necesaria cuota de (triste) realidad en las enormes «Me gusta que me pegues» y «Opinión de mierda» (acertada radiografía de un país a la deriva y posiblemente la banda sonora perfecta para un día cualquiera) al manual de autoayuda con la frustración como principal protagonista en números como la inicial «Amanece más temprano», «Bonzo», «Museo de historia natural», «Tan lejos, tan cerca» o «Falso documental», todas ellas singles potenciales, y que constituyen el cuerpo de un disco sin espacio para el relleno o la autocomplacencia.

El tiempo les ha otorgado una soltura incuestionable a la hora de manejar sus armas con destreza y seguridad en un álbum que es un no parar de estribillos para el recuerdo envueltos en una maraña de distorsión y sonido crudo y directo, con unas guitarras que en más de una ocasión traen a la mente a Los Planetas de los tres primeros discos y que deja al final una sensación irrefrenable de querer actuar y cambiar las cosas, de poner fin a tu particular infierno de miedos e inseguridades. Se nota también que cada vez se sienten más cómodos bajo la producción de Pablo Díaz-Reixa (El Guincho) y Brian Hernández, que repiten bajo los mandos y aciertan de nuevo al poner guitarras en primer plano y manipular sus efectos consiguiendo recrear ambientes a menudo cercanos a la catarsis ruidista.

Nada de fillers en este cuarto trabajo, redondo de principio a fin, en el que los medios tiempos «Los últimos días de Sodoma», «Vaya suerte que tengo» y sobre todo «Arsenal de excusas», cuyo estribillo se clava en las entrañas sin remedio y que se perfila como nuevo momento álgido para sus conciertos, otorgan un pequeño espacio para la calma, y en el que la final «Nit de L´Albà» actúa de perfecto epílogo, con su explosiva traca final. No cabe duda de que éste es el momento de Los Punsetes para consolidar su posición en el trono del pop nacional gracias a cuatro trabajos en clara progresión hasta culminar aquí en un imparable muestrario de hits guiados por la ya emblemática voz de Ariadna, y que desde ya acompañarán a sus numerosos himnos para una generación desencantada e inconformista, que mastica el desastre y desde luego no tiene ni la menor idea de qué va a ser de ellos («Todos miran hacia arriba buscando una señal. Después se miran entre ellos, no saben dónde mirar«) y que no ignora tampoco las vicisitudes existenciales donde el amor y las relaciones en general son, casi siempre, material inflamable.

 

 

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