Los Teleplásticos – Vaya panorama (Mamá Vyinila)

Un cantante desquiciado, histriónico y gritón al frente de un grupo de músicos que tocan cojonudamente. No es nada nuevo, pero Los Teleplásticos llevan la fórmula al extremo, aunque hay quien afirma que se están aburguesando y que este Vaya Panorama suena más tranquilo que sus anteriores trabajos, sobre todo Teleplastia (2010) pero también el sorprendente Cataplasma (2011), una especie de versión bastarda de Los Coronas mezclados con los Sonics mezclados a su vez con los Sex Pistols.

No sé si más tranquilo, pero sí que parece un trabajo musicalmente más maduro y más centrado, dentro de lo que cabe. Paco Mut, el cantante, sigue igual de gritón y desequilibrado, pero hay un cierto atractivo dentro del caos que propone, y para entenderlo sólo hay que bucear por debajo de las canciones, encontrar esas guitarras post-punk, esos tambores de garaje y tribu perdida a la vez, esos ramalazos surf tan particulares y marca de la casa.

«Camposanto» debería ser un hit garajero y punkarra, mientras que «El continente perdido» suena apocalíptico, demencial pero contenido, como si Leo de Nudozurdo hiciera una versión del «Europe after de rain» de John Foxx. «Huesos y calaveras», «Paisajes terribles»…Sangre, Anticristos, cuchillas de afeitar…Todo muy de esta época decadente, tan proclive a buscar signos del fin de los tiempos en profecías lejanas cuando los tenemos delante de nuestros ojos. Sí, hay también hedonismo en «Un plan», y un recuerdo al disco-funk-punk de la Movida en «Bailar me mata», y una especie de oda a la resaca en «El día de después». Nadie lo diría al escuchar la alocada repetición de «Vaya panorama» que abre el disco, pero el álbum, de manera asombrosa, acaba en un perfecto equilibrio entre la jocosidad y el nihilismo.

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Están realmente cabreados, todo es un gran circo,  son así, se lo hacen? ¿Herederos de los Desechables o de los Inhumanos? Lo que está claro es que, cuando son divertidos, son los más divertidos. Y cuando parece que se descojonan del mundo, también son los más cachondos. Y cuando se enfadan pues…no sé, lo cierto es que no me los imagino enfadados. Habrá que preguntarles a ellos.

 

 

 

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