Lucinda Williams – Blessed (Lost Highway / Universal)

Tres años después, Lucinda Williams ha vuelto con nuevo disco de estudio. Además, su regreso ha sido a lo grande: Blessed no sólo puede resistir la comparación con su ya mítico Car Wheels On A Gravel Road (1998), sino que es su disco mejor acabado, más centrado y con mejores canciones en casi una década. Posiblemente los seguidores de su faceta más rockera y eléctrica no estarán de acuerdo, ya que Blessed es también su disco más reflexivo, calmado y reposado en mucho tiempo.

Lucinda Williams sigue tratando temas personales, y de hecho la mayoría de canciones están narradas en primera persona y dirigidas a alguien que es importante (o lo ha sido) en su vida. Sin embargo el abanico temático se abre un tanto, y así encontramos “Soldier’s song”, una canción dedicada a narrar el horror de la vida en una trinchera, “Seeing black”, tema dedicado al recientemente desaparecido Vic Chesnutt, o “Copenhaguen”, un recuerdo para su también fallecido ex manager Frank Callari.

A pesar de lo dicho en el primer párrafo, el disco se abre con un temporal de palabras y música: “Buttercup” es un rapapolvo escupido a algún capullo que la inquieta, y es también un medio tiempo rockero, con protagonismo de las guitarras, que no indica para nada el camino que pronto tomará el disco. Así, inmediatamente nos encontramos con varios medios tiempos a ritmo de suave country (“I don’t know how you’re livin’”, “Copenhaguen”) o incluso de doloroso blues (“Born to be loved”). Esta última atenaza al oyente con la repetición constante de texto y melodía, recurso reiterado en otros temas como “Blessed”, la oscura “Awakening” o “Soldier’s song”, una brutal recreación de los sentimientos de un soldado en el frente que acaba tomando casi la forma de una plegaria.

No podemos dejar de mencionar las colaboraciones de Matthew Sweet en algunos coros y de Elvis Costello a la guitarra, así como al resto de instrumentistas que utilizan su sapiencia y experiencia para conducir las canciones a través de terrenos muy variados: una temblorosa slide cuando hace falta, una percusión ondulante o explosiva según el caso, una banda que podría acompañar al Springsteen más desatado (“Seeing black”) o al Dylan más roots (“Sweet Love”, “Ugly truth”). Sin embargo, el principal rasgo sonoro a destacar en el disco es la voz de la propia cantante, que una hábil producción de Don Was (fan de los Stones y responsable de la reedición de Exile on Main St., ¡claro!) sitúa en un importante primer plano de la grabación, consiguiendo el efecto antes descrito de calma y reflexión.

Un álbum que está generando opiniones encontradas entre los fans de la Williams. Lógico, puesto que muchos nos hemos acostumbrado a escuchar sus discos al tiempo que nos imaginamos en un bar, rodeados de cowboys y bebiendo cerveza, mientras que Blessed es para saborearlo en solitario descansando en el porche, viendo la puesta de sol, acariciando al perro y balanceando suavemente la mecedora. Eso sí, como en las películas: con un dedo en el gatillo del rifle.

ESCUCHA en Spotify: Lucinda Williams – Blessed

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