Madonna – Rebel Heart (Edición Superdeluxe) (Boy Toy, Livenation, Interscope)

Nos lo debía. Se lo debía a una carrera que durante décadas fue inmaculada. Por fin podemos decir que Madonna, la hacedora del pop ha vuelto. Se cierra con la publicación de este álbum la etapa en la que primaban las ganas de gustar a propios y extraños sobre la calidad del producto final: atrás se quedan los esfuerzos por agradar a su público made in USA con la publicación de Hard Candy (2008) o la publicación de su impersonal aunque por ratos igualmente disfrutable, MDNA (2012).

La artista que antes y más veces se ha desnudado en público para el consumo masivo, tras dos descalabros (que para sí quisieran muchos artistas) por fin se da cuenta de que su éxito reside justo en eso en la esencia, la desnudez de sus canciones, canciones para escuchar, no para bailar (salvo honrosas excepciones). Evidentemente la que mejor vampiriza a sus colaboradores, la que sabe rodearse de los mejores no es quien es sólo por contratar productores a golpe de talón. Lo es por canciones tan logradas como «Like a Prayer», «Express Yourself», «Into the Groove», «Vogue» «Music», «Ray of Light», «Holiday», «Erotica», «Hung up»…etc. y así puede seguir el autor hasta que el lector se dé cuenta de la interminable cadena de éxitos que acumula la Reina del Pop.

Esto se lo debe a su innata habilidad para construir melodías de un efectivo gancho y a unas letras que en su aparente simplicidad han sabido conectar con millones de personas durante décadas en prácticamente todas las partes del Mundo. No se cansa Madonna de repetir en sus entrevistas de promoción de este asombroso Rebel Heart (2015) que lo que buscaba, a pesar del batallón de productores y colaboradores involucrados esta vez (Diplo, Avicii, Kanye West, Sophie, Blood Diamonds…) era conseguir canciones que tuvieran sentido aun interpretándose desnudas, sin artificios, tan sólo con una guitarra ¡No pide nada Madonna! , ni más ni menos que encontrar el Santo Grial, descubrir la piedra filosofal de cualquier disco cuya producción se haya dejado en manos de un tercero, lo que todos los artistas anhelan, conseguir que no se note la presencia del productor por encima de la impronta del artista que lo firma. Algo desde luego que oído en la boca de una diva que tiene que lidiar en pleno 2015 con listas de éxitos inundadas de temas EDM clónicos y sobreproducidos no deja de resultar sorprendente.

Y es que justo ahí está el secreto que consigue que el disco esté siendo reivindicado por gran parte de la crítica internacional como uno de los mejores de toda su carrera. Rebel Heart nos devuelve a la Madonna rompedora por la vía más inesperada, a través de las baladas y los medios tiempos, que son la espina dorsal del repertorio del disco. Con excepciones como la del potente, bailongo y acertadamente comedido single «Living for Love», o la grandilocuente «Iconic» (en la que aparecen Mike Tyson y Chance The Rapper). La artillería pesada del disco sin embargo no aparece en la versión estándar, sino que hay que arrimarle un par de euros más para tener al completo la obra y poder estremecerse en su versión Deluxe con «Best Night», posiblemente de lo mejor que ha publicado en décadas, un medio tiempo con reminiscencias a la era de Erotica (1992) que literalmente fusila el estribillo de «Justify My Love» y que encadena con otra pieza brillante «Veni, Vidi, Vinci» (con el rap de Nas) en la que repasa de manera hábil toda su carrera musical; ambas hubieran sido perfectas candidatas a single presentación si Madonna y su equipo hubieran querido arriesgar de verdad. Sin embargo serán la inspiradísima balada «Ghosttown», el electro reggae «Unapologetic Bitch» y la excesivamente juvenil «Bitch, I´m Madonna» (junto a Nicki Minaj) las que contarán con el beneplácito de la promoción por radios y televisiones.

Resulta algo descorazonador que una mente pensante haya decidido dejar relegado a la versión superdeluxe del álbum canciones que suenan a grandes clásicos, como la perfecta «Beautiful Scars» heredera de aquella alegre «Cherish» y otros dos auténticos trallazos como «Graffiti Heart» y la luminosa «Addicted». Evidentemente no mencionaremos aquellas otras canciones que conocimos gracias a las filtraciones que el álbum viene sufriendo durante meses, porque si no acabaríamos llorando como el bebé que inicia la colorida «Autotune Baby», una joya en su carrera que ya parece perdida para siempre.

Que cuatro décadas después Madonna siga luchando por inspirar y no se avergüence de evocar tiempos pasados aun a costa de reconocer, tanto de manera expresa a través de las letras, como de manera implícita en lo musical, que fueron tiempos mejores, es un gesto que deberíamos agradecerle a un personaje que lo ha sido todo como gurú de la música pop y de la mercadotecnia que rodea ese deplorable e ilusorio star system que tantos buenos momentos nos ha dado. Madonna entrega un disco largo en el que nos regocijamos con conmovedoras baladas como «Messiah» o, las muy escuchables «Hold Tight», «Inside Out» y «Joan of Arc» que no necesitan de una pista de baile ni de un nutrido número de efectos en la producción para ser degustadas en la soledad del salón de tu casa.

En definitiva, este álbum tal vez no alcanza el grado de perfección que rozó con Ray of Light (1998), no es el disco que rompió esquemas a lo Erotica (1992), no es el hedonismo disparado de Confessions on a Dancefloor (2005), ni tampoco aquellos experimentos de los tiempos de Music (2000), American Life (2003) o Bedtime Stories (1994), pero es un álbum que vampiriza lo mejor de todos esos para compilar una impresionante colección de canciones pop como hace tiempo que un artista no había sido capaz de reunir. De hecho tantas canciones y tan buenas, que más que un LP al uso bien pudiera hacerse pasar por un recopilatorio de grandes éxitos.

 

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