Manta Ray + Nacho Vegas – Sala Acapulco (Aniversario Bar La Plaza) (Gijón)

A veces hay batallas que parecen ganadas sin ni siquiera haber comenzado la confrontación, pero que se tuercen una vez que esta comienza. Que se lo digan a Nacho Vegas, que el pasado viernes en el concierto aniversario del bar La Plaza tuvo que acabar asumiendo su condición de telonero de lujo y claudicar (todo lo que puede claudicar Nacho Vegas) ante un público expectante, dispuesto, decidido.
Un público que quería que Nacho ganara esa batalla… pero que no colaboró para ello. Las ganas de los presentes ante el evento del año en Asturias, los reencuentros, los -incluso- nervios de muchos ante la ocasión de ver cómo habían envejecido las propuestas de Manta Ray durante el silencio desde su separación dieron como resultado un público no demasiado centrado ante la actuación de Nacho Vegas. Un público que en el arranque del bolo quizás estuvo más preocupado en dejarse ver, y en aderezar los reencuentros con cerveza y charla. Con todo y ello, defendió su propuesta como sólo alguien que ha subido ya a los altares puede hacerlo. Comenzó como no podía ser de otro modo con «La plaza de la Soledá» (que hace referencia a la plaza donde se encuentra el propio Bar La Plaza), y dejó para la galería unos cuantos momentos reseñables, así como algunas curiosidades:  la versión del «Déjame vivir con alegría» de Vainica Doble, que han popularizado hace poco Grupo de Expertos Sol y Nieve; otra versión, la de «El día que me dijiste» de Chabuca Granda, popularizado por Chavela Vargas; y el «Santa Bárbara Bendita» himno minero para el que subieron a cantar sus ex compañeros de Manta Ray y que fue coreado con ánimo y sentimiento por el respetable, formado mayoritariamente por gente más allá de la treintena, que agitaba sus gin-tonics mientras grababa el momento con iPhone, lo cual evidencia que la descontextualización puede ayudar mucho a la canción protesta. Al menos, la actualiza.
Para cuando salieron Manta Ray reinaba ya una mezcla entre el ambiente festivo digno de un cumpleaños, y la impaciencia por ver la reunión del grupo gijonés. Había, claro está, nostalgia y curiosidad por ver cómo su directo resistía el paso del tiempo tras la separación. También es de suponer que hubiera cierto morbo, sobre todo entre quienes ya están en una cierta edad, por comprobar si es cierto eso de que para todo el mundo pasa el tiempo. Pero nada más lejos de la realidad. El directo que ofrecieron colmó las expectativas de las que su pasado les hace merecedores y sorprendió a quienes podían albergar alguna duda acerca de lo complicado de defender en directo una apuesta como la suya con tan solo unos días de ensayo para la ocasión.

Sonaron potentes y engrasados, con toda su complejidad sonora perfectamente afilada para la ocasión. Quizás algunos de los allí presentes no pudieron ver colmada su nostalgia más profunda más que con dosis contadas (esa «Tin Pan Alley»), ya que se centraron más en los discos del siglo actual (hasta siete temas pertenecientes a Estratexa incluyeron), que en los tiempos heroicos.
Pero eso no importó, ni eso ni cualquier deseo no cumplido con respecto al concierto que cada asistente pudiera tener (a fin y al cabo cada cual tiene en la cabeza su concierto perfecto cuando acude a una sala). Y no importó porque la propuesta que hicieron fue tan de consenso como lo es ofrecer lo mejor de sí mismos. Igual que si nunca hubieran iniciado el parón de la separación de 2008. Como si estuvieran en plena gira, como si estuvieran en aquel FIB del 98 donde cuentan los más veteranos del lugar que triunfaron sobre un cartel repleto de nombres de relumbrón.
Y por eso, muchos nos quedamos con la duda, preguntándonos si no podría esto animar a una vuelta. Pero, claro está, eso no son más que elucubraciones, conversaciones de puerta de sala. La única pregunta cuya respuesta conocemos después del pasado viernes es que hacen falta un montón de galones para hacer lo que hicieron Manta Ray.
Para colmo, en el primer bis, y con el público ya consciente de que estaba asistiendo a un concierto único, se sumó Nacho Vegas a la guitarra para interpretar «Sol». Y, claro, así cualquiera gana batallas.
 

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