Marky Ramone´s Blitzkrieg – Gruta 77 (Madrid)

Es una obviedad decir que si hablamos de los Ramones hablamos de una de las bandas más grandes e influyentes de la historia del Rock & Roll, independientemente de que te gusten más o menos. Para el que esto suscribe no son sólo una de las formaciones más importantes de la historia, son la banda sonora de su juventud y de su vida.

Quizás sea por eso por lo que nunca me había acercado a ver en directo a Marky Ramone, el batería por antonomasia de la formación Ramoniana, ocho discos en estudio y un buen puñado de directos le avalan, eclipsando incluso al primigenio Tommy Ramone que prefirió vivir alejado de las fotos y la relativa fama escondido a las sombras de la producción. Por eso y porque la figura de Marky siempre me pareció que defendía con más jeta que honradez ese apellido que lleva con (eso sí) orgullo. El merchandising que suele vender exprimiendo el apellido, salsa de tomate y galletas de chocolate incluidas y el hecho de que siga girando tantos años después del final de los Ramones con la excusa de homenajear a sus hermanos neoyorkinos siempre me ha tirado para atrás, que queréis que os diga.

Todavía no estoy seguro de por qué mis pasos se dirigieron al Gruta 77 el pasado jueves 24 de mayo para ver a Marky Ramone con su actual proyecto; Marky Ramone´s Blitzkrieg, que dicho sea de paso no dista mucho de otros anteriores. ¿Curiosidad? ¿Nostalgia? ¿Ganas de constatar que eso era una tomadura de pelo? No lo sé. El caso es que allí estaba, casi al final de la sala (imposible llegar a primeras filas en un Gruta abarrotado) escuchando por monitores lo que todos los presentes estábamos seguros seria la canción que daría paso al concierto;  “What a Wonderfull World” interpretada por Joey Ramone.

Ver a un guitarrista prácticamente clonado en lo físico y en el estilo de tocar de Johnny Ramone en el primer tema me deja un poco frio, pero siguen sonando sin compasión y sin parar ni un solo segundo temas como: “Rockaway Beach”, “Teenage Lobotomy”, “Do You Wanna Dance”, “Sheena is a Punk Rocker” o “Commando”  y qué demonios,  uno acaba uniéndose a la fiesta y pensando “Venga Marky pelillos a la mar”. La verdad es que el aprendiz de Johnny aprueba con notable alto sobre el escenario y su guitarra suena mejor de lo que uno esperaba, el bajista va a toda velocidad y el cantante, aunque me pone algo nervioso con tanto saltito, cumple casi todos los registros de las canciones elegidas, aunque en algunas se tiene que ver ayudado por el guitarrista. Llega “Pet Sematary” y el vocalista con puño en alto convida al publico a cantar con él y casi me parece ver unas lagrimillas en sus ojos, del batería no digo nada, ni que decir tiene que el estilo de Marky es certero, rápido, mortal y lo hace sin despeinarse.

No vi a nadie quejarse y todo el mundo se lo pasó de miedo con aquella exaltación del apellido Ramone, al fin y al cabo el personal sabía de sobra lo que iba a ver. Yo me quite la espinita de atreverme a ver a Marky y, aun con sentimientos encontrados, he de decir que sí repetiría aunque sólo fuera por ver más de treinta canciones del cuarteto perfectamente ejecutadas y sin un solo segundo de respiro, como mandan los cánones, digo los Ramones. Con todo y con eso cuando me iba para casa fue inevitable preguntarme “¿Qué hubiera pensado Joey de todo esto?”.

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