Martin Gore – MG (Mute)

No se sabe si de un trabajo como este saldrán algunas futuras canciones para Depeche Mode, la banda madre de su autor, o si quedará como anécdota para engordar un currículo ya bastante respetable. Tampoco es la primera vez que Martin Gore hace algo parecido, pues hace unos años se aliaba con su antiguo socio grupal Vince Clarke para grabar piezas de corte similar (tal vez algo más elaboradas que las aquí incluidas), pero el talante y las líneas maestras de su trabajo al margen de sus colegas siguen siendo idénticos. Básicamente, esto es pop electrónico de rasgos marcados y puramente instrumental. Bailable, denso, oscuro, melódico… Adjetivos pueden sobrar para describirlo, pero pocos serían exactos.

Gore se recrea en algunos sonidos juguetones a la par que industriales en temas con la duración justa para que la sensación de inconcreción circunde a cada una de las piezas grabadas. En «Pinking», por ejemplo, consigue centrar más las intenciones, lo mismo que al utilizar sabiamente los sintetizadores en la intro de «Swanning», pero la continuidad y el ambiente de MG -el sello de autor por encima de todo- son de música incidental, como una banda sonora frustrada de Blade Runner o Twin Peaks (temas como «Exalt» o «Elk», respectivamente, podrían pertenecer a la versión alternativa de ambas) que el compositor no hubiese reparado en escuchar con anterioridad. A pesar de ello, incluye bajos profundos y oscilantes en «Creeper», se acerca al sonido disco vintage en «Crowly» y le hace un guiño a sus maestros Kraftwerk en «Europa hymn», quizá entre lo más trabajado de esta producción.

Que este señor es un buen escritor de canciones queda demostrado en momentos incluso tarareables como «Hum» y en la conexión inevitable con el más reciente trabajo realizado al servicio de su banda, pues son obvias las huellas dejadas en «Stealth». Sin embargo, cuando decide perderse por el lado mecánico y dejar por el camino más beats de los permisibles, como sucede en «Brink», la cosa pinta algo peor, por no hablar de cierta tendencia a los ambientes opresivos y minimalistas como el de «Islet». Así, queda claro que este es un álbum complicado de escuchar y aún más difícilmente digerible, sin perjuicio de encontrar algún que otro boceto de brillantez. Un divertimento, dirían algunos. Otros, la mayoría, esperan que uno de los grandes compositores europeos no se duerma en los laureles y salga cuanto antes de su ensimismamiento. Por algo ha grabado canciones tan memorables.

 

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