McEnroe

Prefiero que me tiren tomates, que están muy caros, a que se pongan a hablar, la verdad


Hay veces que no hay más remedio que hacer una entrevista vía email. Las prisas del día a día y la dificultad de cuadrar agendas con músicos que, en muchos casos, están enfrascados en giras, grabaciones o, vete tú a saber, asuntos corrientes a los que atendemos todos, en muchas ocasiones empuja a la frialdad del correo electrónico. Las entrevistas deberían ser siempre, siempre, conversaciones vivas que se puedan modificar y redirigir sobre la marcha, o bien ver directamente adónde nos llevan.
 
Sin embargo, hay ocasiones en las que el poder del formato se impone a las circunstancias y, lo que en realidad fue una persona escribiendo unas preguntas un día y otra contestándola equis horas o días después mientras, yo qué sé, se hacía un sándwich, resulta tan verosímil como una conversación en una mesa de bar con varias cervezas vacías. A veces, seamos sinceros, hasta resulta más efectivo.
 
En este caso, gran(dísima) parte de la culpa del aparente triunfo del formato la tiene Ricardo Lezón. El cantante y guitarrista de McEnroe forma parte de esos músicos que, además de parecerlo, lo son. Interesantes, digo. Leer sus respuestas es, además, comprender de dónde viene la honestidad que McEnroe regala a espuertas sobre el escenario. «A mí me cuesta más hablar que cantar«, responde cuando le hablas de la costumbre de Josh T. Pearson de contar chistes entre canción y canción para abstraerse de lo que está cantando y contando. Y sobre el escenario se percibe. Definitivamente, las entrevistas son otra cosa.
 
Cómo han sido estos tres últimos años de conciertos. Nunca habíais tocado tanto y, por vuestras residencias y ritmos, sabemos que no os resulta nada fácil. ¿Cuántas veces habéis dicho/pensado «quién me mandaría a mí meterme en este tren«?
 
Bueno, más bien he dado las gracias muchas veces por haberme subido a este tren. Haber tenido la posibilidad de viajar con el grupo y de tocar ha sido siempre un placer. Es cierto que nos supone un esfuerzo por las distancias, obligaciones y demás, pero la satisfacción merece la pena. De hecho, hace mucha ilusión comprobar que seguimos con las mismas ganas e ilusión que antes.
 
A principios de año, estuvisteis en Valencia en formato dúo. ¿Qué diferencias hay entre este formato más reducido y el habitual? (además de lo obvio)
 
Generalmente, no siempre, somos Edu y yo quienes más vamos al caserío a probar las nuevas canciones. Nacen así. Cuando vamos los dos solos las tocamos así, desnudas y tal y como sonaron la primera vez. Es un formato mas íntimo y lento. Además, como vamos acojonados, pues le ponemos más emoción. Lo disfrutamos mucho.
 
Teniendo en cuenta la índole de las canciones de McEnroe, quizá se gane aún en más intensidad con un formato tan «desnudo». ¿Cuesta más por lo descubierto que estás?
 
Cuesta lo mismo. Cuando vamos todos nos sentimos más arropados, pero también más concentrados cada uno en su papel. Cuando vamos Edu y yo, o Gon y yo, vamos más libres. La desnudez es cómoda una vez te quitas la vergüenza. Intentamos disfrutar sobre todo y depende mucho también del sitio, las personas que vienen a vernos y de cómo estemos ese día, claro.
 
Josh T. Pearson cuenta que hace chistes (de muy mal gusto) entre canciones para no pensar en lo que está cantando, por doloroso…
 
A mí me cuesta más hablar que cantar. Contar chistes no es lo mío, además. Me gusta comunicarme con quien está tocando conmigo. Con mirarnos ya sabemos qué estamos haciendo y si todo va bien. Hay muchas canciones que me duelen al cantar, pero es un dolor como de sacarte una astilla. Después me quedo mejor, por lo menos un rato. La sensación de sentir que a quien te está escuchando le interesa lo que cuentas es muy fuerte, y yo sólo trato de cantarlo como me salga. A veces bien y otras mal, pero sentir que estás dentro.
 
Siempre me ha generado mucha curiosidad pensar cómo repercute en las canciones en directo el hecho de cantarlas tantas veces. Sobre todo con canciones como las de McEnroe. ¿Se puede poner el piloto automático?
 
Nosotros no. No somos grandes músicos, al menos yo no lo soy, y además ensayamos poco. Todo nos influye mucho; el ambiente, el día. El día que toquemos con el piloto automático creo que lo dejaremos. Las canciones cuentan momentos. Algunos de esos momentos ya no están, o en su día eran bonitos y ahora no, y al contario también. Para nosotros tocar es emocionarnos y si no lo hacemos, pues no tiene sentido y se nota.
 
Desde luego no es el caso de los dos últimos conciertos vuestros en los que he estado pero… ¿cómo le afecta al músico la charla y el murmullo continuo del público?
 
Pues es un rollo, la verdad. Como te decía antes, sentir que te escuchan es algo muy fuerte. Cuando sientes que hay quien prefiere estar hablando de sus vacaciones, pues lo primero que piensas es en lo incómodo que debe de ser para ellos hablar con ese ruido, en para qué han pagado una entrada si pueden hablarlo gratis en una cafetería. Afecta y es un coñazo. Prefiero que me tiren tomates, que están muy caros, a que se pongan a hablar, la verdad.
 



Se acerca el fin de gira de Las Orillas. ¿Qué os ha dado este disco en este tiempo?
 
Las Orillas nos ha permitido llegar a más personas y tocar en sitios donde no habíamos estado nunca. Desde el principio fue todo muy fácil, y con la sensación siempre de haber conseguido hacer el disco que queríamos en ese momento. Nos transmite mucha luz y nos hace recordar aquellos días. Estamos muy contentos de haber hecho ese disco.
 
En qué festival os habéis sentido muy a gusto. Seguro que en todos os han tratado muy bien, pero siempre hay alguno que te deja un poso especial.
 
En todos, la verdad; pero, si hay que destacar uno, te diré en el Deleste de Valencia. Conocimos a Quique, nos acogieron increíblemente y el auditorio se llenó. Nunca habíamos sentido tantas ganas de vernos en el público. Tuvimos que parar un momento y decirlo. Fue una noche con mucha magia.
 
Ahora que ha pasado el tiempo, ¿qué disco os llena más, Tú Nunca Morirás o Las Orillas? Ya no estáis de promo y se puede preguntar mejor lo de si vuestro último disco es el mejor.
 
(risas) Me gustan los dos. Uno me lleva a un momento muy jodido y el otro a un momento más iluminado. Creo que reflejan muy bien dónde estábamos. Tu Nunca Morirás es más asfixiante y complicado, y Las Orillas es más tranquilo y transparente. Me gustan los dos igual.
 
Desde el principio me llamó la atención «Las mareas». ¿Es una rara avis de McEnroe por lo que tiene de redención y paz, a nivel de forma y de contenido? ¿Quizá la continuación de «Ahora»?
 
«Las mareas» es el descanso. El tiempo ese en que crees que has encontrado tu sitio y tienes fuerza para decir eso. Es una canción sobre una de las cosas que te hace sentir el amor: te quita el miedo y te hace más fuerte. O eso creo (risas). Ahora también es una canción sobre lo que te hace sentir el amor y sobre las cosas que puedes hacer por alguien. Siempre hacemos canciones sobre el amor. Somos muy pesados con eso, pero es sobre lo que nos apetece cantar.
 
Wilde escribía en El retrato de Dorian Gray aquello de «me gustan los hombres que tienen un futuro y las mujeres que tienen un pasado«. Con McEnroe siempre he tenido la sensación de mirar al pasado (o al pasado reciente). Excepto en «Las mareas».
 
¿Qué es un hombre con futuro? Todos tenemos un futuro, pero no lo conocemos. El pasado sí. También hemos hecho muchas canciones sobre el ahora. El ahora es lo que importa. Como decía Rabin, «el futuro es hoy«. A veces hacer canciones sobre el pasado es sólo una manera de intentar entenderlo, o de contarlo tal y como lo sientes tú y de que quede en algún sitio. A mí me gustan las personas cuidadosas que se quedan con lo bueno y no repiten lo malo del pasado, que buscan un futuro bonito y que viven el ahora con ilusión.
 
¿Es más difícil escribir del futuro que del pasado o el presente?
 
Escribir del futuro es sencillo. Vale con saber qué es lo que te hace feliz y escribirlo. Escribir, que no reescribir, sobre el pasado es más complicado, creo. Todo esto para mí. Escribir sobre el ahora es escribir sobre el pasado también. Y contestar a esta pregunta sí que es jodido. Lo más fácil es escribir sobre lo que te salga de dentro y que de verdad te haga sentir.
 
Nos han hecho un esbozo de Viento Smith. ¿Nos puedes contar más?
 
Viento Smith es un proyecto con David Cordero, alma mater de Úrsula, Raúl Perez, productor de Las Orillas y bajista de The Baltic Sea, y Nacho García, teclista de Marina Gallardo entre otros. Son seis canciones que grabamos en La Mina (Sevilla) en mayo y que saldrá seguramente a principios del año que viene. Estamos con mucha ilusión.
 
Sabemos que en febrero se publica un nuevo proyecto de Ricardo. ¿Habrá también en 2014 grabación de un nuevo disco de McEnroe?
 
Las canciones para el nuevo disco de McEnroe ya están hechas. Sólo tenemos que encontrar el momento para poder juntarnos y grabarlas. Ojalá sea pronto y podamos tenerlo para 2014.
 
Entrando en vuestra etapa de Subterfuge, ¿se nota realmente que se trata de un sello importante y que a sus grupos se les hace más caso que si optaras por la autoproducción/gestión, por ejemplo?
 
Con Subterfuge hemos conseguido que la relación vaya más allá de lo profesional. Como sello todo el mundo lo conoce. Saben hacer su trabajo y nosotros siempre nos hemos sentido a gusto. Hacemos lo que nos gusta, a ellos también les gusta y creo que estamos donde debemos estar. Está claro que la relación debe ser por ambas partes y cuando nosotros no nos veamos capaces de seguir haciendo giras optaremos por hacerlo a otro ritmo. No nos gusta pedir y no dar.
 
¿Qué anhela musicalmente un grupo de amigos como vosotros en este momento? Vivir de la música (no parece ser el caso), seguir disfrutando en los ensayos,…
 
Anhelo lo mismo que el primer día que aporreé una guitarra con ellos. Disfrutar de su compañía, hacer cosas que nos gusten y vivir todo esto con intensidad e ilusión.
 

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