McEnroe – El sur de mi vida (Un hombre encantador)

Subsistir en la independencia en un país como el nuestro, con la cerril cerrazón cultural existente y el descarado control y manipulación de (casi) todos los medios de comunicación, ya requiere asumir algún que otro acto de fe, y sobre todo, tener una confianza y capacidad de trabajo importantísimas, pero además hacerlo en la independencia de la independencia -costearse la grabación, autoeditarse y distribuir un disco- tiene ya un componente de épica y hasta heroicidad brutal; el mismo punto que presentan muchos de los temas incluidos en El sur de mi vida (Un hombre encantador, 03), primer larga duración de los vizcainos McEnroe. Será porque saben de qué hablan.

Allí donde confluye el slowcore satinado de Codeine con la rabisosa intensidad del Young Team (Chemikal Underground, 98) de Mogwai encuentran acomodo los primeros acordes de «Su vida» la canción que abre de manera inmejorable el disco de McEnroe, la banda que lidera desde Getxo Ricardo Lezón. De todas formas, El sur de mi vida muestra claramente dos caras de McEnroe, una de ellas atractiva y adictiva, en la que transitan con paso firme por terrenos poco trillados en nuestro país, el slowcore y el sadcore arrastrados de Jr (sin el toque surrealista de sus letras) o Paperhouse -«Al sur de mi vida», con la maravillosa steel guitar de Paco Loco, quien además produce el disco- que van creciendo en intensidad y en crudeza, pasando por «Falsete», hasta llegar a extremos en los que se respira el mismo ambiente tenso de del final de Spiderland (Touch & Go, 91)-«Qué queda de mi» saca rabia desde las visceras asumiendo la derrota y plantándole cara a todo-.

Con estas premisas, y unas letras que en su mayor parte hablan sin demasiados tapujos de amores y desamores, desencuentros, tristezas y miserias cotidianas, parece claro que el camino de McEnroe es el mismo por el que circulan destacadas bandas internacionales como Early Day Miners, aunque para ello, deberían tratar de pulir, o al menos matizar, algunos tics bastante incomodos que en ocasiones destapan su lado más vulgar, con canciones planas de pop rock bastante clásico, entre las guitarras distorisionadas de Los Planetas y los matices vocales de Antonio Luque, como sucede en «Hopefully» o «No, por favor», que no deberían empañar la vigorosidad de un debut muy esperanzador.

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